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» » » 19.05.11

El reloj marcó las 12:10. Todos, incubando cierta algarabía, se levantaron de sus puestos en busca de la salida: la jornada había terminado. Si hubiesen estado en el colegio un timbre hubiera anunciado el final de las clases, pero no fue así; se encontraban en las instalaciones de la Casa del Maestro recreando una clase de análisis de la situación de la educación pública; estaban reunidos coreando su defensa.


Los días previos

El martes, dos días antes, varios integrantes de la Agencia Estudiantil de Prensa comenzaron a realizar la convocatoria en los colegios del Oriente de la ciudad. Los compañeros de la Asociación Nacional de Estudiantes de Secundaria (ANDES) y la Organización Colombiana de Estudiantes (OCE) también estaban en esa tarea, pero lo hacían en el centro y en el otro extremo. En este caso no importaba la institución a la que cada uno fuera, por cuanto un sólo propósito los articulaba: alentar la defensa de la educación pública.

Llegue tarde al lugar donde nos quedamos de encontrar. Mi compañero ya me estaba esperando y se encontraba algo impaciente. Aun así, procedimos a transitar el laberinto que dibujaba la distancia entre los añejos portones de cada colegio. Puertas que se abrieron tímidamente para cedernos el paso y permitirnos las palabras del día: “venimos a invitar al personero y al contralor a un encuentro de estudiantes”. Al otro día, la rutina se repitió, pero –puedo decir– más cerca del centro que del extremo del Oriente.

El jueves

Escenario de múltiples actividades sindicales y variadas controversias, el salón principal de la Casa del Maestro esperaba ansioso a los estudiantes. Antes de las 8:00, Martha, apersonada de los servicios varios de la sede sindical, lo había organizado de una forma bastante formal: filas y columnas de sillas milimétricamente organizadas apuntaban al frente, simulando una posible conferencia en la cual unos hablaban y otros solamente escuchaban. Afortunadamente, tal rigidez fue subvertida por los organizadores y asistentes. Muy puntuales, los estudiantes comenzaron a llegar.

La entrada de la Casa del Maestro registró varios rostros, su puerta se bamboleo constantemente hasta aceptar el ingreso de cuarenta almas que se asentaron en el segundo piso a escuchar, reflexionar, conversar y proponer.

Pasadas las 8:30 el encuentro comenzó. Secundando los saludos de los representantes del Sindicato Único de Trabajadores de la Educación del Tolima, las intervenciones de Giovanni González, representante de la ANDES, Juan Bermúdez, integrante de la AEP, y Diana González, delegada de la OCE, introdujeron a los jóvenes en la problemática de la educación pública. Cada uno y a su modo expuso las razones por las cuales la educación se encuentra en crisis y planteó algunas soluciones y alternativas de resistencia y lucha.

Durante el resto de la mañana

Las rimbombantes intervenciones de los representantes de las organizaciones estudiantiles, cedieron ante las voces de los participantes. Voces que se apoderaron del escenario para narrar casos y anécdotas asociadas, no muy aparentemente, con la crisis de la educación pública.

Desde diferentes puntos de círculo formado, varios representantes estudiantiles hicieron referencia a lo que ocurre en cada uno de sus colegios; con algo de timidez, expresaron los problemas con las baterías sanitarias, las limitantes existentes para defender los intereses y derechos de los estudiantes, las atribuciones que le otorgan los rectores para que gestionen y ayuden a financiar el colegio, entre otros casos que evidencian ciertos conflictos y la ausencia del Estado.

Con cierta indignación, y desde otro extremo, un estudiante fue más minucioso al exponer la crisis de su colegio. Él, entre lo mucho que destacó, relató una historia de lucha contra la mercantilización de la educación: el Juan Lozano y Lozano, su colegio, concede, en las horas de la tarde, una de sus sedes a una institución privada para que ofrezca el servicio educativo. Ante esto, los estudiantes han manifestado su voz de protesta, en tanto esa institución privada no retribuye notablemente un aporte a la Institución estatal. Por el contrario, la institución privada funciona y se beneficia del colegio del Estado sin costo o aporte mayor.

Después de esta intervención y del asombro que produjo, los participantes comenzaron a insistir en torno a la pertinencia de hacer algo. Las voces siguientes reconocieron que las problemáticas de la mayoría de los colegios son comunes, y que el estado de cosas no puede seguir igual.

Llegue tarde

Una vez más, llegue tarde. Por lo visto, los muchachos de las organizaciones ya habían hablado. También, los estudiantes invitados estaban interviniendo. Muy atenta escuche y registre lo más importante. Todos coincidían en varios puntos, pero aludían a uno bastante apreciable: muchos de los problemas que ocurren dentro de los colegios tienen que ver con la ausencia del Estado, es decir unos aportes presupuéstales que les permitan contar con una planta física apropiada y con todas las posibilidades para desarrollar proyectos deportivos, recreativos, artísticos y académicos.

Las palabras finales

Entre compromisos y la posibilidad de consolidar una asociación de representantes estudiantiles, el evento culminó. Sin embargo, y apresurándose al cierre, unas palabras certeras reivindicaban la naturaleza del encuentro: hay que defender la educación pública, y su defensa se hace luchando por la mejora de las instalaciones sanitarias y la infraestructura de cada colegio, resistiendo a esas actividades que tienen por objeto generar recursos propios para suplantar el papel del Estado, y articulando las diferentes expresiones de inconformidad que en cada institución se gestan día a día.


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