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EL LENGUAJE ES UN ARMA

Imagen: el Bogotano

El lenguaje es un arma política. Lo más grande que tiene este campo, el del lenguaje, es que tiene la facultad de generar realidad. Pero de dicha facultad se desprende un gran peligro: la deformación de la realidad.

Carlos Fuentes decía que la historia en sí no existía, sino que lo que existía era aquello que se escribía y se hablaba sobre los hechos. Por supuesto, la polémica puede tornarse intelectual, epistemológica. No obstante, hay un fenómeno que avanza en Colombia a pasos de gigante. Los grandes medios de información se encuentran en un trabajo de producción de realidad, a partir del lenguaje que sirve a la clase dominante el país.

Desde todas las orillas se calienta cada vez más este debate. Y como sociedad estamos llamados a confluir en él, porque todos, absolutamente todos, podemos manifestarnos, afirmarnos, políticamente mediante el lenguaje. Los grandes medios defienden a la clase dominante del país partiendo de una falsedad, que es la presunción de objetividad y profesionalismo periodístico. Esto queda en evidencia por las duras críticas que hacen a los sectores sociales frente al manejo de la información, la forma como presentan las noticias o la creación de frases y neologismos para cortar la posibilidad de comprender las injusticias a sus audiencias.

Por su parte la contra información, la voz de aquellos que no tienen espacio en las pantallas patrocinadas, suman esfuerzos para no dejarse callar; asimismo, luchan contra esa deformación de la realidad quizá no solo acusando de “mentirosos” a los grandes medios, sino tácitamente manifestando su inconformidad con la narración de sucesos a medias o que generan sentimentalismo en torno a una situación de injusticia con el fin de dejarla en la impunidad.

Aunque la palabra guerra no sea de agrado, es literalmente lo que están ofreciendo los grandes medios de información. Es una guerra porque quieren, bajo la alucinación de una objetividad que no poseen, dirigir los imaginarios políticos de las masas en una situación injusticia o de conflicto social. Para nadie es un secreto la injusticia en la que vive Colombia, como tampoco es un secreto que el conflicto social y armado está tornándose cada vez más violento. Ellos lo saben y por eso cubren con el lenguaje las atrocidades del régimen que dirige al país. Así, con su periodismo, dirigen las emociones de la gente con el fin de erradicar su capacidad crítica (algo sumamente racional) y terminan paradójicamente, siendo impulsadores de la violencia, de la impunidad y siendo absolutos defensores del régimen.

¿Qué nos queda? Usar las armas. El lenguaje es una de ellas, por lo que con absoluta convicción es necesario combatir la deformación de la realidad que pretenden desde este poder que se ha hecho hegemónico y que pone a dudar hasta al más inconforme.