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“EDUCACIÓN VIRTUAL” EN TIEMPOS DE CORONAVIRUS

Imagen: Fundación Santa fe de Bogotá.

El 16 de marzo, en las horas de la mañana, un colega me contactó. Después de un saludo algo conciso, me dijo “hermano, me toca hacer clases virtuales y no sé que voy a hacer. Lo único que sé utilizar el WhatsApp y a medias el Facebook”, y añadió: “¿Será que usted me puede ayudar?”. En horas del almuerzo recibí un par de llamadas similares. Dos compañeras con quienes había estudiado en la universidad me ubicaron y me plantearon una inquietud similar. En la noche, al revisar la bandeja de entrada de uno de mis correos, me percate de otros mensajes en la misma dirección.

La suspensión de clases como medida para evitar la propagación del coronavirus, a parte de necesaria, generó nuevas incertidumbres en mis colegas. Por más jóvenes que fueran en la docencia, no estaban preparados. Según uno de ellos, “el gobierno y el ministerio los mandó a la guerra sin armas”, es decir sin las claridades teórico-conceptúales y procedimentales para desarrollar procesos de enseñanza y aprendizaje mediados por recursos virtuales o digitales. Por esto, me di a la tarea de generar –en medio de las limitaciones– unos espacios de reflexión y orientación sobre la educación virtual.

En esta materia, no soy una autoridad. Si bien mis estudios de postgrado no me orientaron plenamente frente a la incorporación de los recursos tecnológicos digitales en el aula, a lo sumo lo hicieron en función de la investigación educativa; unos estudios complementarios que posteriormente adelanté me brindaron algunas herramientas para pensar uno que otro curso virtual. Sin embargo, no sé todo lo que necesita dominar un profesor virtual o e-Mediador para generar espacios virtuales de aprendizaje, sé algunas cosas.

En atención a esto, el intercambio con mis colegas, el cual ha sido muy intenso, ha corroborado la indefensión en la que han quedado frente a la suspensión de clases presenciales. Desde el ángulo de ellos, lo único que tienen a la mano es el chat de WhatsApp, los recursos que ofrece el Facebook (páginas, grupos, chat y transmisiones en vivo) y las video-conferencias a través de Skype, ZOOM u otro servidor. Aun así, y ellos mismos lo dicen, no tienen una idea decantada sobre cómo planificar y articular estas herramientas con los objetivos de sus cursos.

En la educación superior ha venido ocurriendo algo similar. De un momento a otro, las IES (Instituciones de Educación Superior) cambiaron las reglas de juego. La idea de garantizar la continuidad de los semestres académicos en curso y asegurar el inicio de los que están pendientes no es descabellada. El problema radica en que lanzaron a los docentes a una batalla sin la preparación necesaria. De hecho, varios colegas han puesto el grito en el cielo, porque en tiempo contrarreloj los han puesto a manejar plataformas, efectuar una transposición didáctica de sus cursos a la modalidad virtual sin los elementos teórico-conceptúales necesarios, y desarrollar encuentros sincrónicos (vídeo-conferencias) sin una idea clara sobre cómo se efectúan.

Con todas las buenas intensiones, los profesores han hecho lo humana y tecnológicamente posible. A través del WhatsApp, de los Facebook live, de Skype y otros recursos similares han dictado sus clases; incluso, han resuelto preguntas en encuentros asincrónicos. En definitiva, ellos han procurado cumplir su labor.

En el último intercambio virtual que sostuve con un par de colegas, ellos destacaban que estaban adelantando una labor heroica. Sin el conocimiento necesario se lanzaron en una aventura que –de una u otra manera– la están gozando. No obstante, nos surgió una pregunta: ¿Será que los estudiantes lo están asumiendo de la misma manera? ¿Hasta qué punto esto está contribuyendo a sus aprendizajes?

Una cosa es utilizar algunos recursos tecnológicos, sobre todo de las tecnologías de la comunicación, para generar intercambios con otros; pero otra cosa es genera Ambientes Virtuales de Aprendizaje (AVA). La educación virtual no se define por el uso de los recursos tecnológicos digitales, sino por la generación de un espacio virtual para el aprendizaje, en el cual el docente (e-Mediador) desarrolla una propuesta didáctica (mediaciones) a través de unos medios (e-Medios) con unos estudiantes (e-Estudiantes), quienes están encargados de buscar el conocimiento. Esto significa que cada actor tiene un rol, el cual está apoyado en el uso articulado de unos recursos. Así que dictar, al mejor estilo tradicional, una clase por medio del WhatsApp, un Facebook live, o de Skype no se puede calificar como educación virtual.

La contingencia que está enfrentado la humanidad no estaba agendada, así la ciencia ficción la haya contemplado. No por esto, la improvisación y la experimentación espontánea sean validos a la hora de garantizar un proceso cuya finalidad es la formación. A mi criterio, considero que con la educación no se juega, y de hacerlo deber ser con seriedad, como lo consideraba Bruner. En este momento, no está en juego el cumplimiento de las metas anuales contempladas en los planes operativos o de acción de las instituciones educativas. Lo que está verdaderamente en juego es la pervivencia de la existencia humana y la posibilidad de prepararnos a la altura para futuras eventualidades. Entonces, la improvisación no es una opción y lo que se requiere en urgencia es una cualificación de los cuerpos docentes.

Escrito por Juan Bermúdez Sánchez, licenciado en Lengua Castellana

ESTAMENTOS UNIVERSITARIOS Y ELECCIÓN DEL RECTOR


La discusión alrededor de un nuevo Estatuto General para la UT ha conducido al equipo de la AEP a realizar una búsqueda sobre las formas de elección del rector en diferentes universidades del SUE (Sistema Universitario Estatal). Tras revisar los Estatutos Generales de nueve (9) instituciones seleccionadas de forma aleatoria, la búsqueda reveló un par de elementos comunes: en unas universidades, los rectores son elegidos o designados por los Consejos Superiores sin que los candidatos sean postulados por los estamentos universitarios; en otras, los rectores son postulados por los estamentos; y en unas pocas, los estamentos son consultados, lo cual no tiene carácter vinculante. Como conclusión, el presente trabajo revela que los profesores, estudiantes, egresados y trabajadores figuran de forma tangencial o marginal en el proceso eleccionario de esta autoridad universitaria. Por esto, ponemos a consideración la revisión sobre la cual se extrajeron estas consideraciones en miras de ampliar la comprensión sobre la participación de los estamentos en el ejercicio de la democracia y la autonomía universitaria.

UN NUEVO ESTATUTO GENERAL PARA QUE TODO SIGUA IGUAL


La Universidad del Tolima está sorteando un proceso de “actualización” de sus normas y reglamentos internos. En el marco de la pretendida acreditación, su dirección se la ha venido jugando por modificar sus estatutos. Esto como un paso fundamental para sintonizar la universidad con las nuevas realidades que actualmente afronta.

Entre la normativa a modificar figura el Estatuto General. Desde el año pasado, la administración universitaria inició un proceso de discusión; incluso, desarrolló un intercambio con estudiantes y convocó a la participación virtual de los estamentos. El resultado: una mesa de trabajo con activistas estudiantiles de la que se desconocen sus conclusiones y varias observaciones realizadas por integrantes de la comunidad universitaria que están colgadas en la página web de la institución.

La movilización con la que cerró el 2019 la universidad dejó ver que los mecanismos de participación implementados por la administración fueron insuficientes. Uno de los reclamos de los estudiantes estuvo relacionado con la participación efectiva de ellos y los demás estamentos en la modificación de este Estatuto. Para el estudiantado, el proceso debió surtirse de forma universitaria, es decir en el marco de la discusión argumentada y de cara a la comunidad. Por esto, ellos denunciaron la forma cómo la dirección universitaria estuvo tramitando la modificación del Estatuto General, porque no fue democrática así hayan simulado un tipo de participación.

Ante esta crítica, el representante de los ex rectores ante el Consejo Superior comprometió al estudiantado con la elaboración de unas observaciones, siguiendo el esquema de participación utilizado. Para sorpresa de las directivas, los muchachos fueron más allá, ya que elaboraron una propuesta parcial de Estatuto General. Con esto, ellos le devolvieron la pelota al Consejo Superior, porque le correspondía responder a las iniciativas contenidas en la propuesta presentada por los estudiantes, lo cual no ha ocurrido a la fecha.

Una respuesta de este tipo es contraproducente a estas alturas del partido. Según las directivas universitarias, el Consejo Superior ya aprobó un primer borrador del Estatuto y es inadmisible devolver la discusión. En otras palabras, reabrir el debate no vale la pena, porque ya fueron aprobados elementos sustanciales del nuevo documento. El problema es que lo “acordado” es desconocido por la comunidad universitaria y muy probablemente suscite debate en los estamentos.

Por ejemplo, el primer borrador del nuevo Estatuto señala que la labor de la UT se desarrollará en el marco de todas las modalidades que hoy conoce la educación superior. Esto significa ir más allá del trabajo presencial y de su educación a distancia, que se asemeja a una modalidad semipresencial. Aunque esto no es un pecado, proyecta la universidad hacia una arista de trabajo poco explorada: la educación virtual. Por lo tanto, esta novedad en el Estatuto a qué corresponde: ¿Quieren sintonizan a la UT con la “sociedad del conocimiento”? o ¿Se la están jugando por ofertar programas académicos en una modalidad que aminora los gastos y fortalece las estrategias de autofinanciación?

Otro elemento que generaría ruido es el relacionado con la autonomía universitaria. Con respecto al Estatuto vigente, el borrador en curso no formula algo novedoso; por el contrario, sigue planteando que el ejercicio de la autonomía reposa en los organismos de dirección general y en los de dirección académica-administrativa. En este marco, los estamentos no tienen peso en la toma de decisiones y no hay mecanismos para involucrar a la comunidad universitaria en el trámite de las decisiones trascendentales para la institución. En definitiva, el estudiantado, el profesorado y los trabajadores siguen siendo unos convidados de piedra en la dirección de la universidad.

La elección de la principal autoridad universitaria no dista notoriamente de la forma como ha venido realizándose. El Consejo Superior es el que tiene la última palabra al respecto. Mientras tanto, los estamentos serán consultados, mas no considerados como protagónicos en dicha elección. Así que este es otro asunto espinoso en la discusión sobre el Estatuto General.

Todo indica que la “discusión” de un nuevo Estatuto no está en función de la superación de las prácticas nocivas que atentan contra el ejercicio de la autonomía. Las iniciativas contenidas en el primer borrador no actualizan la vida universitaria con los principios de la universidad moderna. Lo que este hace es profundizar y entronizar en la cotidianidad de la UT viejas prácticas presentadas como nuevas, las cuales divorcian a los organismos de dirección con los estamentos y los protagonistas de los procesos educativos e investigativos.

En poco el Consejo Superior aprobará una nueva versión del Estatuto General. Lastimosamente, la propuesta de los estudiantes –a la fecha– quedó archivada. Si el debate al respecto se hubiera realizado en términos universitarios, el Estatuto que pariría el Consejo Superior podría ser otro y los estudiantes, profesores y trabajadores estarían dando un paso hacia otra institución.

Escrito por David Francisco Copetrán

ESTATUTO GENERAL PROPUESTO POR LOS ESTUDIANTES SIN DISCUSIÓN EN EL CONSEJO SUPERIOR

A cambio de una prorroga en los tiempos de aprobación del Estatuto General de la UT, el año pasado, el representante de los exrectores ante el Consejo Superior, Fernando Misas, instó a los estudiantes a elaborar unas observaciones. El estudiantado no solo las elaboró, también preparó una propuesta que a la fecha no ha sido sustentada ante este organismo y discutida por el mismo.


La Universidad del Tolima cerró el 2019 de forma anómala. Un movimiento estudiantil se levantó para reclamar reconocimiento, participación e incidencia. El desconocimiento de la administración universitaria a los Consejos Estudiantiles, el manejo antidemocrático de los recursos derivados de la movilización de 2018 y la negativa a discutir con todos los estamentos un nuevo Estatuto General, llevó al estudiantado alterar el curso de la universidad.

Aunque la administración universitaria asumió unos compromisos al respecto, estos siguen en veremos. El reconocimiento de los Consejos no ha adquirido forma jurídica. Mientras tanto, las respuestas en materia financiera aún son esquivas y poco detallistas. Incluso, el trámite y aprobación de un nuevo Estatuto General no se ha efectuado en un diálogo con los estudiantes, quienes elaboraron una propuesta.

Los dos primeros asuntos daban espera. La necesidad de finiquitar el semestre académico no daba mucho tiempo para decantar el acto administrativo que formalizara el o los Consejos Estudiantiles, así como para efectuar un seguimiento riguroso a las finanzas de la UT. Sin embargo, los tiempos permitían los intercambios y las negociaciones necesarias entre el Consejo Superior y los estudiantes proponentes de un nuevo Estatuto General.

Según Leidy Lozano, activista estudiantil de la UT, “los estudiantes cumplimos con nuestro compromiso. Nosotros asumimos la elaboración de una propuesta y a contrarreloj hicimos algo. El 9 de febrero la enviamos a la Secretaría General de la universidad y hasta el momento seguimos esperando a que nos llamen a una sesión del Consejo Superior para sustentarla, discutirla y planear una hoja de ruta para la aprobación del Estatuto con la participación de la comunidad universitaria”. Además, la activista añadió que los estudiantes “no somos los únicos que enviamos un articulado de Estatuto General”.

En un mensaje de correo electrónico con fecha del 3 de marzo de 2020, la Secretaría General de la UT corroboró la recepción de la propuesta elaborada por los estudiantes: “de manera respetuosa me permito informarle que el Consejo Superior agradece la presentación de la propuesta de Estatuto General basada en el proyecto de Estatuto aprobado en primera vuelta”. El problema radica en que no fue explicita frente al procedimiento que surtirá ni manifiesta algo frente al papel de los estudiantes en su sustentación.

La sesión del 24 de marzo del Consejo Superior tiene por objeto abordar nuevamente la discusión en torno al nuevo Estatuto General. El representante profesoral ante este órgano ha llamado la atención sobre un segundo borrador de Estatuto. Los estudiantes y la comunidad universitaria lo desconocen, además no tienen certeza que el articulado contenga las propuestas elaboradas por ellos. Esto en razón a que la discusión no la ha contemplado el Consejo Superior o quienes están directamente involucrados con la reforma.

En estas condiciones, el malestar manifestado en redes sociales por parte del estudiantado es justificable. El esfuerzo académico e intelectual por pensar la universidad está siendo arrojado por la borda, ya que el Consejo Superior no ha llamado a la discusión universitaria que exige la aprobación de una nueva hoja de ruta para la UT.

CARTA ABIERTA AL CONSEJO SUPERIOR DE LA UT

Ibagué, 17 de marzo del 2020


El pánico alrededor del coronavirus ha implicado la puesta en marcha de varias medidas. Como ocurrió en las instituciones educativas oficiales y privadas, a los estudiantes nos instruyeron de forma exprés en el lavado minucioso de manos. Después, nos informaron sobre la suspensión de eventos masivos, así como de la modificación de los calendarios académicos. Incluso, el presidente Duque adelantó las vacaciones de los estudiantes de básica y media.

La Universidad del Tolima no ha estado al margen de estas determinaciones. A parte de adoptarlas, la institución cesó varias actividades académicas inter-semestrales, conminó a sus funcionarios a desarrollar algunos de sus procesos de forma virtual y llamó a los estudiantes a no concurrir en la institución. Para el caso de los estudiantes del IDEAD, quienes ya iniciaron su semestre académico, los instó a estar atentos de cualquier medida orientada por su dirección.

Sin poner en tela de juicio estas determinaciones, queremos compartirle una inquietud que ha empezado a circular entre el estudiantado: La alteración de la dinámica académica en la universidad, ¿También implica una modificación en el curso de la dirección general de la institución? Es decir, ¿El Consejo Superior continuará sesionando mientras el grueso de la comunidad universitaria está preocupado por esquivar el coronavirus?

Esto lo ponemos en su conocimiento, porque no es muy universitario tramitar decisiones que convocan al conjunto de la comunidad a espaldas de la misma. En la actualidad se está tramitando un nuevo Estatuto General y los estudiantes hicieron un esfuerzo por elaborar una propuesta, la cual no ha sido discutida en el Consejo Superior y mucho menos de cara a quienes la elaboraron. Ahora, el pánico generalizado que ha causado el coronavirus está marginando de la universidad a los autores de esta iniciativa y a contrariar uno de los principios que rige a la UT: la democracia. Por lo tanto, consideramos lógico que el necesario debate sobre la aprobación del Estatuto General se desarrolle en el marco de una vida universitaria activa y de cara a todos los estamentos que la constituyen.

La universidad necesita actualizarse y sintonizarse con el momento histórico, pero necesita hacerlo de conformidad con su naturaleza. El estudiantado hace parte de esta naturaleza, porque es uno de los protagonistas en la búsqueda del conocimiento y tiene todo el derecho a participar en las decisiones sobre el curso de la institución. Desde el año pasado los estudiantes se la jugaron por esto. De hecho, ellos tienen una propuesta y merece ser discutida. La idea es que el coronavirus no sea un pretexto para alimentar un espíritu anti-universitario, el cual se nutre del debate, la negociación y la construcción colectiva.

Agradecemos su atención.

Atentamente:

Federación de Estudiantes Universitarios de Colombia (FEU-Colombia)
Red de Independientes Estudiantil (RIE)
Mesa de Economía para la Representación Estudiantil (MERE)
Representantes de la Facultad de Ingeniería Agronómica
Representantes de Ciencias Básicas
Representantes de la Facultad de Educación
Representantes de la Facultad de Tecnologías
Representantes de la Facultad de Ciencias Humanas y Artes
Estudiantes no organizados