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EL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL TIENE COMO SENTIR LA PROTECCIÓN Y EL AMOR POR LA UNIVERSIDAD

Estudiantes de la Universidad del Quindío en la plaza de Bolívar de Armenia. Foto: estudiantes de la UQ.

Para los estudiantes de la Universidad del Quindío, las acciones de protesta realizadas en el contexto del Paro Nacional del 21 de noviembre al que el estudiantado se unió el día 22, se han visto afectadas por comentarios tendenciosos sobre cómo se están llevando a cabo y cómo están siendo lideradas por los estudiantes. Los directivos de la universidad, por medio de sus pronunciamientos en reacción a lo que han realizado los estudiantes (movilizaciones, murales, comidas comunitarias, performance, entre otros), han dado a entender que no están a favor de ello y que no tienen intenciones de ceder frente a las peticiones que quiere conseguir el estudiantado por medio del paro.

Recientemente en una una entrevista realizada al rector de la universidad, José Fernando Echeverry Murillo, se evidenció la intención de deslegitimar las acciones del movimiento. La información que está llegando a la comunidad quindiana se convierte en una situación perjudicial para los estudiantes y profesores que apoyan la lucha, porque se está desmeritando todo el actuar con declaraciones acusatorias hacia los involucrados en el movimiento, como "robos, agresiones, suspensión de obras", según lo que menciona el rector, además de la acusación de destrucción del esfuerzo que hay en el Alma Mater.

Ante esto, el estudiantado tiene una opinión clara en la que es firme con sus ideales y las intenciones con las que se ha tomado la universidad, la cual no está "secuestrada" y siendo destruida; además, los administrativos no están siendo agredidos. Simplemente se ha tomado el espacio como centro de encuentro para diferentes actividades culturales que visibilizan el paro en el Quindío y donde todas las personas pertenecientes a la universidad son libres de opinar y trabajar según sus propósitos. Asimismo, es necesario aclarar que dentro de las protestas todos los quindianos tienen el derecho de participar y apoyar con justa causa a los estudiantes, los profesores, los directivos y demás trabajadores que están encaminando todos sus pasos a la búsqueda de un mejor espacio en el área académica y de bienestar en la Uniquindio.

Y es precisamente en este aspecto donde se pretende mantener la atención y donde debe radicar la importancia del proceso por el que está pasando la universidad, conservando el respeto, la integridad y el amor necesarios para la lucha, sin nutrir elementos que solo buscan desviar la verdadera reflexión de la situación.

EN LA UNIVERSIDAD DEL QUINDÍO SE RESPIRA INDIGNACIÓN

Estudiantes de la Universidad del Quindío en la plaza de Bolívar de Armenia. Foto: estudiantes de la UQ.

Los estudiantes de la UQ no han sido ajenos a las problemáticas que vive su Alma Mater y el país en general. Esto ha justificado un proceso de movilización constante desde el mes de octubre. Mes que registró diferentes tipos de manifestaciones llenas de creatividad, alegría y muchas ganas de cambiar el curso de la universidad y la realidad inmediata de los territorios.

Los antecedentes de este estallido se remontan a inicios de octubre. Durante los primeros días del mes, los estudiantes levantaron un pliego de exigencias y conformaron una mesa de diálogo y negociación con la rectoría. Infortunadamente, un viaje furtivo del rector estancó el funcionamiento de la mesa y, con esto, el tramite de la exigencias del estudiantado, quienes reclamaron –una vez más– una solución a los altos costos de las matrículas, el aumento de los profesores de tiempo completo, un mejor bienestar universitario, una autonomía real, mayores niveles de democracia y la modificación de la universidad como prestadora de servicios a la sociedad. El desentendimiento de la rectoría aumentó el malestar de los estudiantes y, con ocasión al paro del 21N, la variedad de formas de protesta estudiantil inundaron la universidad y las calles de Armenia.

Gran parte de estas manifestaciones se han desarrollado en atención a unas reivindicaciones locales y en apoyo a las exigencias del paro nacional, es decir en contra de las políticas de muerte del gobierno de Duque. A partir de todas estas protestas protagonizadas por el estudiantado, la administración universitaria de la UQ en cabeza del rector José Fernando Echeverry Murillo le ha apostado a deslegitimar, perseguir y poner en peligro al estudiantado. La arremetida del ESMAD del pasado 22 de noviembre fue una muestra de esto último, porque la vida de todas y todos los que alzaron su voz de inconformidad con los malos manejos que se le dan al interior de la institución fue puesta en peligro.

A raíz de las jugadas sucias del rector orientadas a ablandar al estudiantado amparándose en la brutalidad del ESMAD y en las mentiras, las y los estudiantes se declararon en paro indefinido el 22 de noviembre; además, tomaron la decisión de sumarse al paro nacional atendiendo al llamado de otros sectores sociales y populares de Armenia, los cuales levantaron el rechazando el actual gobierno nacional. Posteriormente, y con todas las desacertadas acciones emprendidas por la administración, el 2 de diciembre el estudiantado reunido en asamblea general declaró persona no grata y peligrosa para los estudiantes de la UQ al actual rector. Asimismo, ellos exigieron su renuncia por la manipulación mediática que le ha dado a todo este proceso de movilización, donde pusieron en peligro a los estudiantes y el profesorado realizando actividades evaluativas fuera del campus como también por la persecución emprendida contra los sindicatos de trabajadores y profesores de la universidad.

En medio del desconocimiento del proceso de movilización, la administración hizo una campaña sucia denominada '+ Amor por la UQ'. Esta ha pretendido utilizar a todos los trabajadores guiados por mentiras para ponerlos en contra del estudiantado. La campaña aduce que los estudiantes son los responsables por no dejarlos trabajar cuando las puertas del campus siempre han estado abiertas para desarrollar sus labores.

Pese a esto, en la UQ se la levantado un movimiento estudiantil en movilización constante. Su resistencia y persistencia le han permitido enfrentar el fascismo y a la arremetida una administración que nunca escucha a los demás estamentos; asimismo, ha puesto en evidencia que la dirección sólo responde a unos intereses clientelistas y burócratas de la clase política tradicional del Quindío.

El momento al que asiste el estudiantado de la UQ es especial. En este momento está en un doble enfrentamiento. Por una parte, libra una batalla contra los intereses ajenos a la vida académica y que han doblegado el papel de la universidad. Por otra, suma su fuerza en contra de un gobierno sordo cuyas políticas tienden a beneficiar a unos pocos. Todo esto perfila al estudiantado como una conciencia crítica de los quindianos y, quienes estamos a su alrededor, no podemos ser inferiores en su apoyo, aliento y acompañamiento.

UT EN MOVIMIENTO: CRONOLOGÍA DE UNA LUCHA

Durante los meses de octubre, noviembre y los primeros días de diciembre en la Universidad del Tolima germinó la indignación. Variados acontecimientos de orden nacional y local alimentaron este sentimiento, llevando a una asamblea permanente y, con posterioridad, al cierre de la universidad. A continuación, una aproximación cronológica a los principales hechos que formaron la indignación, potenciaron la movilización y desembocaron en un conflicto con la dirección universitaria.


23 de octubre: Los estudiantes asumen la conformación de los consejos estudiantiles por programa y por facultad; además, analizan las observaciones del Consejo Nacional de Acreditación sobre la acreditación institucional de la universidad y se declaran asamblea permanente a raíz del tramite del artículo 44 de la Ley de Presupuesto General de la Nación y los abusos del ESMAD.

30 de octubre: Mientras el estudiantado sesiona en asamblea, los estudiantes de la Facultad de Ciencias de la Educación ocupan la oficina de la rectoría. Después de las provocaciones de la secretaria general, las partes acordaron 3 compromisos principales: una rendición de cuentas por parte de la administración universitaria sobre el proceso de acreditación institucional, el reconocimiento los consejos estudiantiles conformados a la fecha por medio de un acto administrativo, y una mesa de trabajo alrededor de los recursos transferidos a través de la resolución 9663 y la 10515. En el marco de la asamblea, los estudiantes deciden participar en la reunión del comité dinamizador de la UNEES.

6 de noviembre: El rector convoca a una reunión abierta a los estudiantes para presentar a los activistas de las organizaciones como sus convocantes. Los estudiantes desmienten esta falacia y entran en choque con la dirección. Por su parte, un grupo de profesores cuestionan a los estudiantes por falta de claridad en sus reivindicaciones.

8 de noviembre: Los estudiantes refrendan la continuidad de la asamblea permanente y debaten sobre la actitud de la dirección y el papel de los profesores.

12 de noviembre: Los estudiantes se enteran de una reforma al estatuto general inconsulta con el estamento estudiantil, así como de una modificación a las facultades; igualmente, aprueban la declaratoria de personas no gratas a 2 altos directivos, 1 profesor y 2 funcionarios de la Vicerrectoría de Desarrollo Humano; también, elevan sus primeras exigencias de forma más decantada y contemplan una acción de hecho.

16 de noviembre: Un grupo de estudiantes bloquea la entrada principal de la universidad, hace público un pliego de exigencias de 7 puntos y llama a la dirección al diálogo. En respuesta a esto, las directivas suspenden el funcionamiento del restaurante universitario. Asimismo, otro grupo de estudiantes opta por ocupar la universidad, instalar un campamento y cerrar indefinidamente la entrada de la UT en reacción a la decisión de la administración.

Entre las principales exigencias figuran: el congelamiento del proceso de reforma al estatuto general y a la restructuración de las facultades hasta garantizar la participación del estudiantado, la incidencia de los estudiantes en la distribución de los recursos derivados del acuerdo con el gobierno en 2018, la constitución de un cogobierno universitario sustentado en un consejo estudiantil, y la participación del estudiantado en la elección de las autoridades universitarias, incluyendo los directores de programa y otras dependencias como el CERE.

18 de noviembre: Los estudiantes aprueban el campamento universitario, validan el pliego de 7 exigencias, al igual que el cierre de la entrada como medida de presión para convocar al diálogo a la administración universitaria.

21 de noviembre: Los estudiantes se suman a la paro nacional convocado por las centrales obreras, participando de forma multitudinaria.

28 de noviembre: Los estudiantes y las directivas académicas se reúnen en el marco de un Consejo Académico ampliado. Al finalizar aprueban una comisión integrada por estudiantes, profesores, trabajadores y miembros del Consejo Académico con el fin de analizar las exigencias de los estudiantes y, en especial, la reforma al estatuto general.

30 de noviembre: Una comisión del estudiantado participa en la reunión del Consejo Superior. Tras la exposición de sus exigencias, el representante de los exrectores descalificó a los estudiantes y les dio 6 días para presentar unas observaciones a la reforma al estatuto general.

5 de diciembre: Los diálogos entre los estudiantes y el Consejo Académico se rompen.

6 de diciembre: Los diálogos entre las partes llegan a buen término. El Consejo Académico tramita las exigencias de los estudiantes, el Consejo Superior modifica la fecha de aprobación de la reforma al estatuto general y el rector emite 3 resoluciones orientadas a materializar las exigencias de los estudiantes. Por su lado, los estudiantes del campamento desbloquean la entrada de la universidad.

50 DÍAS. 7 EXIGENCIAS. NUEVOS CAMINOS DE LUCHA

8 de octubre de 2019: asamblea estudiantil de la Universidad del Tolima. Foto: AEP.

La Universidad del Tolima experimentó una vida anormal durante 50 días y un poco más. El descalabró en el proceso de acreditación institucional inició un malestar en sus estudiantes. De forma simultánea, el tratamiento represivo a la protesta estudiantil y la violencia del ESMAD nutrió esta insatisfacción, como también el intento del gobierno por descargar nuevas responsabilidades financieras en las universidades públicas. Incuso, la renuencia de la administración universitaria a distribuir los dineros desembolsados por concepto de la implementación del acuerdo de 2018 detonó la ira del estudiantado, por cuanto no fue consultado. Todos estos factores justificaron una movilización permanente que pasó por una asamblea permanente y desembocó en el cierre de la UT.

Al principio, las reivindicaciones no fueron muy claras. Los medios oficiales señalaron como causal de movilización las medidas contenidas en el proyecto de Presupuesto General de Nación. Mientras tanto, otros destacaron como elemento de protesta el infortunio en el proceso de acreditación. De hecho, algunos profesores despistados se atrevieron a menospreciar las incipientes banderas de lucha del estudiantado que despuntaron hacia finales de octubre. Por fortuna, las reiteradas asambleas decantaron los reclamos de los estudiantes. Así noviembre vio florecer un pliego de 7 exigencias y un llamado al diálogo en miras de resolver el conflicto que había brotado en la universidad.

En medio de las tensiones entre estudiantes y profesores, y entre estudiantes y directivos, un diálogo fluyó con el rector y el Consejo Académico. Las 7 exigencias pusieron a hablar a la dirección universitaria en torno a la incidencia del estudiantado en los procesos de reforma institucional (modificación del estatuto general y reforma a la estructura orgánica de la universidad), frente a su intervención en la distribución de los dineros asociados al acuerdo de 2018, sobre su participación a través de los consejos estudiantiles y alrededor de la elección democrática y transparente de autoridades universitarias. Aunque la negativa permanente de la administración no permitió avanzar más, este diálogo condujo a una variación en su agenda, por cuanto le correspondió ceder ante unas exigencias que no quería conceder al inicio.

Entre estas, las directivas se manifestaron en contra de un “congelamiento” de la reforma del estatuto general, pero a última hora optaron por aplazar su aprobación definitiva en 2019. Asimismo, y ante la renuencia a reconocer la incidencia y participación de los estudiantes, la administración le correspondió abrir un espacio para ellos frente a los asuntos financieros y para su reconocimiento en los consejos estudiantiles. En atención a esto, la reforma al estatuto general será efectuada 60 días después del 9 de diciembre del presente año, y fueron creados –vía resolución de rectoría– un comité del estamento estudiantil para el seguimiento financiero de la UT, y un comité de apoyo y coordinación para la construcción de una propuesta de consejo estudiantil.

Sin desconocer las voces críticas de algunos sobre lo logrado, lo cierto es que el esfuerzo de decenas de estudiantes dio un fruto que está por florecer. Los logros de la reciente movilización y la protesta estudiantil abrieron nuevos caminos de lucha y, con esto, nuevos retos. Ahora, le corresponde al estudiantado de la UT canalizar el malestar que los movió en iniciativas presentables, debatibles y ganables en los espacios abiertos. En concreto, ellos tienen 60 días para modificar la reforma al estatuto general que está en curso, así como un espacio de interlocución frente al curso financiero de la UT y un comité que con prontitud diseñe el consejo estudiantil. El momento de las propuestas ha llegado sin olvidar que la acción es una condición para el cumplimiento óptimo de lo acordado.