Reflexiones de cara al VI Congreso de la federación
LO GREMIAL Y LO POLÍTICO EN LAS LUCHAS DEL ESTUDIANTADO COLOMBIANO
El estudiantado colombiano ha constituido un movimiento social de carácter reactivo con perspectiva política desde el momento en que se constituyó como actor social.
Sin menospreciar las reivindicaciones de su sector, el movimiento estudiantil ha lindado con unos compromisos políticos. A inicios del siglo XX, cuando en las universidades los estudiantes confrontaban la tradición y procuraban organizarse nacionalmente, las circunstancias los convocaron a reaccionar contra el gobierno. Con ocasión a la masacre de las bananeras, ellos fueron claves a la hora de denunciar el papel del gobierno del momento para con este acontecimiento. Años más tarde, en plena dictadura de Gustavo Rojas Pinilla, también jugaron un papel relevante, porque pusieron al descubierto su complicidad con el recrudecimiento de la violencia política en campos y ciudades, mientras enfrentaban un conjunto de afrentas contra la autonomía universitaria. Incluso, en el 60 y el 70, el movimiento estudiantil desempeñó un papel destacable, en tanto desenmascaró la penetración norteamericana y su intensión por subordinar el sistema educativo colombiano a sus intereses, a través de los gobiernos de aquellas décadas. En definitiva, el estudiantado colombiano convertido en movimiento enfrentó directa o indirectamente a los gobiernos, bien sea por su sentido solidario o porque sus intereses se han visto afectados.
Esta tendencia no cambió durante los años siguientes. En medio de sus luchas gremiales, los estudiantes incorporaron a su práctica un conjunto de apuestas políticas. En el 80, enfrentaron la persecución estatal y para-oficial nutriendo la resistencia popular, mientras se opusieron a la ley Galán y al esquema de financiación de la educación impuesto desde el gobierno de turno. Años después, actuaron de manera similar: en las universidades enarbolaron unas reivindicaciones propias y en las calles denunciaron la persecución impuesta con el estatuto de seguridad y el asesinato de los líderes y militantes de la oposición. En el 2001, el estudiantado encendió la chispa de la resistencia al nutrir los torrentes de lucha contra los dictámenes del Fondo Monetario Internacional (FMI), el cual había orientado una disminución del presupuesto a la inversión social. Diez años más tarde, volvió a confrontar al mandatario de turno tras echar por la borda su intención de introducir el ánimo de lucro en la universidad. En otras palabras, el accionar del movimiento estudiantil le permitió alternar sus apuestas entre lo gremial y lo político.
LA FEU-COLOMBIA: EN MEDIO DE UN CARÁCTER DUAL
Coherente con el trasegar histórico del estudiantado surgió la FEU-Colombia. En junio de 2005, en Barranquilla, la organización floreció como una expresión de los estudiantes colombianos, cuyos compromisos la proyectaron en las batallas gremiales y en las disputas políticas. De hecho, en cada universidad, la federación despuntó como organización defensora de los derechos e intereses de los estudiantes; entre tanto, en el orden nacional, fungió como una fuerza opositora a la agenda educativa del presidente Álvaro Uribe Vélez y su política de
Seguridad Democrática.
El segundo congreso concretó esto, por cuanto enfatizó el papel de la FEU-Colombia en una doble dirección: luchar por defensa de los intereses del estudiantado, mientras impulsaba la solución política del conflicto armado a través del Mandato Estudiantil por el Acuerdo Humanitario. El tercer congreso operó en una dirección similar, porque llamó a la defensa de la universidad pública y a trabajar por una Educación para la Segunda y Definitiva Independencia. De esta manera, la federación asumió un accionar gremial y político, entendiendo que su participación en las luchas cotidianas del estudiantado constituía el sustrato para politizarlo y proyectarlo hacia la disputa política por un nuevo país.
El cuarto congreso siguió esta línea, en tanto procuró acompasar el trabajo de la federación con la lucha por la paz. A partir de este evento, la FEU-Colombia se la jugó por desatar la fuerza del constituyente primario como condición de una transformación sustancial en la educación y en la sociedad. Por esto, la organización levantó un programa para una universidad diferente soporte de la resistencia al acuerdo 2034 y la Ley de inspección y vigilancia, y desplegó un esfuerzo por comprometer la universidad colombiana con la construcción de una paz estable y duradera. En otras palabras, la FEU-Colombia le siguió apostando a un doble juego en el que se conjugó permanentemente lo gremial con lo político.
Pese a los altos y los bajos que ha experimentado la federación desde su quinto congreso hasta el presente, la organización persiste en esta constante. La fuerza de las circunstancias conjugadas con el compromiso histórico ha hecho que la FEU-Colombia esté en la lucha por la financiación adecuada y estatal del SUE (Sistema Estatal Universitario) y, de forma simultánea, confronte el gobierno de Iván Duque. Incluso, su incumplimiento para con el acuerdo logrado con el estudiantado ha tornado una pelea aparentemente gremial en una disputa política, por cuanto está llevando a los estudiantes a valorar al gobierno como un obstáculo en la superación de la crisis del SUE y de la educación superior.
EL MOMENTO ACTUAL, LA FEU-COLOMBIA Y SU CARÁCTER
La lucha gremial ha encontrado en cada universidad variadas expresiones, porque las condiciones básicas para que los estudiantes puedan enfocarse en la actividad académica siguen sin satisfacerse. Esto ha justificado y seguirá sustentando las tensiones entre el estudiantado y las administraciones universitarias, las cuales giran y girarán alrededor de la distribución del presupuesto, los planes de inversiones, etc. En perspectiva nacional, y como ha venido ocurriendo, este panorama servirá de sustrato para continuar la lucha por mejorar y aumentar la financiación estatal por medio de un nuevo esquema para la financiación y la asignación de los recursos.
Sin embargo, esta no es ni será la única bandera de lucha del estudiantado. Desde la experiencia de la FEU-Colombia, la educación superior universitaria está cada vez más a merced del juego de la oferta y la demanda, mientras su horizonte está anclado con las necesidades del mundo del mercado, la sociedad del consumo y totalmente al margen de la Colombia profunda, la superación de las causas originarias del conflicto armado y la justicia social. Por esto, las reivindicaciones de la federación no pueden limitarse exclusivamente a asuntos estrictamente gremiales.
En procura de esto, la FEU-Colombia le corresponde volver a consolidarse como una expresión del estudiantado de orden nacional, de raigambre gremial, y como una organización amplia y plural para que recoja el mayor número de manifestaciones del estudiantado comprometidas con sus luchas particulares, así como con una apuesta por una nueva educación para un nuevo país. Esto significa que la federación debe volver a abrirse a los estudiantes del común para que encuentren en la FEU-Colombia un instrumento de lucha y resistencia, y una escuela formadora de generaciones que –al tenor de la lucha política– confronte los gobiernos y le apueste a los cambios políticos. Así, la organización podrá constituirse en uno de los estandartes de la lucha por una universidad financiada plenamente por el Estado, que sea la conciencia crítica de la nación y contribuya a sentar las bases de la dignidad.
Esta loable aspiración exige de una federación enraizada en el estudiantado, puesto que este es el protagonista en la lucha por sus reivindicaciones y en cualquier disputa legítima. De hecho, en la pugna por una nueva educación y un nuevo país su relevancia será clave, por cuanto su presencia mayoritaria y cualificada es la que permitirá modificar el actual orden de cosas. En este sentido, la FEU-Colombia es una herramienta para convertir a los estudiantes en el constituyente primario y, por tanto, en artífice de su propio destino, parafraseando a los jóvenes de Córdoba de 1918.
La unidad, en este marco, será un medio determinante tanto para las luchas gremiales como en la disputa política. La idea de sumar cuantitativa y cualitativamente no es caprichosa, por el contrario es una condición necesaria para la victoria. La historia colombiana ha demostrado que una fuerza social es influyente en la medida en que ejerza la suficiente presión para modificar el orden de las cosas. Por lo tanto, la unidad es medio y fin para lograr los objetivos de corto, mediano y largo plazo en la brega por una nueva educación y un nuevo país.
La estreches del régimen político, el cual no ha sido modificado debido a la implementación frustrada del acuerdo con las FARC-EP, al igual que el carácter reaccionario de quienes están en el poder y desde la sombra lo ejercen hace de la unidad un imperativo de primer orden. Asimismo, la tendencia del gobierno a contener la insatisfacción social y popular por medios violentos o tolerando el accionar criminal contra quienes constituyen y pueden constituir la base de un movimiento social y popular convoca a un accionar colectivo y articulado con otras formas organizativas de la gente. De hecho, la persistencia del conflicto armado alimentada por el incumplimiento en el inicio de la construcción de la paz estable y duradera es un llamado urgente a actuar cohesionadamente contra amenazas que se suponían superadas.
En atención a todo esto, el accionar por mejorar las condiciones para la búsqueda del conocimiento por parte de los estudiantes no estará al margen de la confrontación con el gobierno actual y con las políticas educativas que continua y reproduce. El panorama que ha propiciado sienta las bases para enmarcar las luchas gremiales en disputas políticas. Sus incumplimientos, la tendencia a limitar el derecho a la protesta, y a utilizar el fantasma de los grupos armados actualmente existentes para estigmatizar a quienes se movilizan lo convierte en el adversario contra quien corresponde luchar. Por esto, la FEU-Colombia le corresponde refrendarse y constituirse nuevamente como una organización nacional, gremial, abierta, inmiscuida en la lucha política y con un espíritu unitario sin igual en perspectiva de amalgamar un movimiento estudiantil transformador y un movimiento social y popular que allane el camino hacia una Colombia con justicia social y para la dignidad.