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» » QUE UNA PERSONA EGRESADA SE UNIERA A ESTA ACCIÓN ME MOTIVÓ A UNIRME: JUAN CARLOS GALINDO (PARTE I)

A un mes de iniciada la huelga de hambre por la Matrícula Cero para los estudiantes de la Universidad del Tolima, nos dimos a la tarea de reconstruir esta experiencia de lucha. Por esto, hablamos con Juan Carlos Galindo, uno de sus protagonistas y quien por siete días aguantó hambre con el fin de exigirle al gobernador, Ricardo Orozco, y al alcalde de Ibagué un compromiso financiero para con el estudiantado universitario que ha sufrido la crisis originada por la pandemia del COVID-19.

En diálogo con Juan Carlos logramos explorar el origen de la huelga, su carácter, alcance y la disposición de sus participantes; asimismo, logramos detenernos en unos pormenores relevantes, que ponen al descubierto la solidaridad del estudiantado residente en Ibagué y de otros para con la reivindicación levantada por los huelguistas; en definitiva, logramos revelar unos detalles que pueden acrecentar el acervo de lucha de la estudiantina y pueden constituir referentes de acción en la lucha por la concreción de sus exigencias.

En esta oportunidad, presentamos la primera parte de una larga conversación con Juan Carlos, un próximo licenciado en Ciencias Sociales que asumió, como acción final de su activismo en la universidad, la participación activa en la huelga de hambre.

Juan Carlos Galindo en la huelga de hambre por la Matrícula Cero para los estudiantes de la UT. Foto: Camilo Toro.

AEP: ¿Cuál o Cuáles fueron los orígenes de la huelga de hambre por la matricula cero para los estudiantes de la UT?

Juan Carlos Galindo: La huelga de hambre nació en una conversación, que incluyó a las personas del campamento estudiantil que en la universidad del Tolima se estaba desarrollando. Con el egresado Juan Camilo Tibaduiza dialogaron y le pusieron hora y fecha a la huelga. A mí me llamaron y me dijeron que si iba a ser parte de esta. Yo de una vez accedí.

AEP: ¿Por qué una acción de ese tipo y no otra?

JCG: La huelga de hambre es una acción contundente desde el mensaje mismo. Igual lo que genera una huelga en la sociedad es muy disiente. La gente de alguna manera siente una necesidad compartida. Entonces, la huelga de hambre tiene más impacto que cualquier otra acción violenta, como cuando Gandhi hizo su huelga de hambre y la marcha hasta el mar diciéndole al gobierno inglés que se fuera y que no sacara la sal del mar. La huelga, creo, tuvo una repercusión grande, porque puso a hablar a todo el mundo, pero no de una manera déspota. Un tropel siempre va a ser mal visto, porque los medios de comunicación siempre van a decir “ahí están los vándalos”. En esta ocasión no pudieron decir eso, porque ni siquiera fuimos capaces de vandalizar el edificio donde nos ubicamos. Así, la huelga puso a hablar bien a la gente.

AEP: Usted ¿Cómo terminó involucrado en la huelga de hambre?

JCG: Yo sabía que la huelga se iba a hacer. Sin embargo, nunca había contemplado la obligación moral de asistir a ella. Yo sabía que iba a ayudar, pero no en qué. Creía que iba a hacer en materia de logística, pero nunca me imaginé hacer parte de la huelga.

Uno o dos días antes, Juan Camilo me llamó, me informó que él iba a asistir a la huelga de hambre y me dijo que si yo me le iba a unir… Eso fue motivador. Que una persona egresada se uniera a esta acción para exigirle al gobierno que diera el dinero, fue algo que me motivó a unirme.

El día anterior al inicio de la huelga fue difícil emocionalmente. Yo estaba en el Espinal y había dicho que sí, pero no sabía ni cómo iba a viajar a Ibagué. Todo el día me la pasé con zozobra y sin poder dormir. La noche fue igual. Yo me quedé en la casa de Juan Camilo. Al día siguiente salimos a las 5:30 a.m. hacia el punto acordado con los demás pelados. Allá desayunamos. El desayuno fue una Coca-Cola y una torta de carne. Después nos fuimos, nos sentamos, nos amarramos e iniciamos la huelga de hambre.

AEP: ¿Cuánto tiempo estaba dispuesto a aguantar?

JCG: Estaba dispuesto a ir hasta las últimas instancias. Sin embargo, era un tema complicado, porque lo primero que nos dijeron los médicos era que “no nos podíamos descompensar del todo. Tengan en cuenta que se está en medio de una pandemia, que sus cuerpos van a estar débiles. Entonces, esto puede ser algo complicado”. ¡Bueno! Yo estaba mentalizado y dispuesto de ir hasta cuando el cuerpo me aguantara. Yo creo que al menos hubiese podido durar unos cinco días más. Sin embargo, las energías ya estaban un tanto gastadas. Las personas que estuvieron alrededor nuestro se dieron cuenta que cada día eran menos las energías. Afortunadamente, solo fueron siete días y la recuperación no fue tan difícil.

AEP: ¿Cómo fue el primer día de la huelga?

JCG: El primer día creo que fue el día más difícil, porque es el día primero en el que se rompe ese hielo mental al decidir si o no. El día anterior, como ya lo mencioné, estaba un tanto psicosiado, zozobrado: esto era una acción muy diferente a las formas de pelear que de alguna manera yo he llevado en la universidad; esto no era una marcha, no era ir a gritar consignas, no era un debate; era una cuestión más simbólica. Yo tuve un tanto de miedo el primer día. Fue complicado, la verdad.

Llegamos allá a sentarnos literalmente al rayo del sol. Como la acción no la conocía mucha gente, no se sabía nada; fue a la intemperie, en la calle. Lo diferente a las demás huelgas fue eso. Esa de pronto puede ser una diferencia entre nosotros y los otros huelguistas de las otras universidades que lo han hecho dentro de estas. Nosotros lo hicimos en la calle y fue complicadísimo. Lo primero que nos dijeron fue tómense el edificio, y pues como nosotros pensábamos realizar algo pacifico, sin que nos llamen fajardistas ni de la OCE, nosotros dijimos que iba a ser algo pacífico y simbólico; entonces, por eso tampoco violentamos el edificio ni nada, solo ocupamos la entrada pero… los mismos guardias del edificio pueden dar cuenta que nosotros no hicimos ningún tipo de vandalismo. La noche fue otro cuento, fue compleja por el frío. Entonces, fue complicadísimo el primer día en materia de logística. En materia de salud fue el más relajado porque teníamos todas las energías puestas.

AEP: ¿Cuáles fueron las reacciones de sus compañeros y demás estudiantes cuando ya era de conocimiento público que usted y los demás muchachos estaban en huelga de hambre?

JCG: La reacción fue emotiva y en cadena. Fuimos testigos de cómo la gente se solidarizó. Los que estaban en Ibagué llegaron con su granito de arena y los que no, desde las redes, compartieron e inundaron todo lo que podía ser de la alcaldía, la gobernación y la administración de la universidad. Con cualquier cosita que se publicaba, ellos inundaban las redes con la consigna de la matricula cero. Por ese lado la reacción de los compañeros fue grata.

La gente siempre estuvo apoyándonos. La gente que incluso no era de la universidad se solidarizó con nosotros. Todos los días nos llevaban algo: agua, suero; nos aplaudían, pitaban. Eso fue algo que en realidad subía la moral. Incluso, hubo gente que llegaba a conversar con nosotros y a decirnos “hasta los puntos que tiene que llegar el estudiantado para poder estudiar…”.

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