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EL RESTAURANTE UNIVERSITARIO: ¿UN MOTIVO DE DISCORDIA O UN GARANTE DE LA PERMANENCIA?

Interior del restaurante de la Universidad del Tolima.Foto: AEP.

Los problemas que hace poco afloraron en la Universidad del Tolima son –en gran medida– el resultado de varios años de desidia por parte de las diferentes administraciones que la han dirigido. Al no prestarles la debida y acertada atención a los fenómenos derivados de una universidad en crecimiento y con un presupuesto de financiamiento reducido, los estudiantes, profesores y trabajadores asisten a una universidad conflictiva, cuya función principal se ha difuminado en el tiempo y el espacio. Por esto, la academia, la investigación y la incidencia social no tienen la trascendencia que deberían tener.

Ante un panorama como este, los estudiantes se mostraron inconformes y desataron un movimiento asambleario que semana a semana debatió su accionar frente a los hechos por los cuales se sentían afectados. El funcionamiento del restaurante –entre otros temas– estuvo en el orden del día, ya que ha sido un foco de tensiones con las administraciones de turno y no hace mucho entre los mismos estudiantes; de hecho, despertó una preocupación importante, porque de una u otra manera el restaurante garantiza la inclusión y permanencia de los estudiantes que les cuesta mantenerse en la universidad.

El restaurante desde el ángulo de la administración universitaria

Según Libardo Vargas Celemín, las proyecciones hechas desde 2013 para el restaurante no han podido materializarse: “Cuando se hizo el Plan de Desarrollo nosotros solicitamos que se incorporara como uno de los proyectos la ampliación del restaurante en forma estructural, de tal manera que pudiéramos hacer el aumento en el número de almuerzos”. Lamentablemente, esto quedó en el papel, porque la proyección trazada no ha significado una ampliación del número de beneficiarios: se suponía –como el vicerrector lo manifestó– que en 2015 se debería pasar de 1000 a 1300 estudiantes beneficiados.

Aunque la ampliación del restaurante está pendiente, Vargas Celemín destacó como importante una alternativa implementada para aliviar algunos de los problemas que ha engendrado: “Por ejemplo, antes teníamos dos líneas de acceso y nosotros abrimos dos líneas alternas, lo cual nos disminuyó más o menos en 30 o 45 minutos el acceso al restaurante”; no obstante, no ocultó dos preocupaciones que aún persisten: está pendiente la instalación de un lavavajillas, “el cual mejoraría la calidad higiénica del lavado de los platos” y sigue sin determinarse los beneficiarios del restaurante: “hay un problema de fondo: no se ha podido establecer realmente quienes tienen derecho al servicio y quienes no”.

Frente a este último aspecto, el vicerrector manifestó haber hecho los esfuerzos posibles por ofrecer claridades sobre quiénes pueden beneficiarse del restaurante: “Desde el año 2012 que yo llegué aquí me preocupe bastante por eso y les dije vamos a hacer un trabajo”; así, formuló una primer propuesta que no pudo desarrollarse, porque no había plata –como lo dijo–; sin embargo, siguió insistiendo hasta que logró incorporar en el Plan de Desarrollo un mecanismo, soportado en la actualización tecnológica de la universidad, que permitirá seleccionar a los beneficiarios del restaurante: “si usted sale seleccionado para el servicio (…) con el carné puede comprar el desayuno, almuerzo o cena vía web una o dos semanas antes”. Obviamente, con el fin de determinar quiénes pueden acceder a los beneficios del restaurante, Vargas Celemín propone un “un reglamento donde el servicio debe tener dos características fundamentales: que sea para personas que realmente lo necesiten (estratos 1 y 2) y que las personas tengan un mínimo interés en el estudio con un promedio acumulado de 3.3”.

Si bien esta propuesta es un paliativo, como el vicerrector la define, el funcionamiento óptimo del restaurante exige algo más contundente: “la solución definitiva está en adecuar el lugar e inclusive construir un segundo piso”; en otras palabras, una inversión que modifique la infraestructura del restaurante y lo amplíe en aras de incorporar a nuevos beneficiarios.

Frente al aumento de estudiantes que semestralmente pujan por beneficiarse del restaurante, el vicerrector planteó varias medidas en la idea de incluir a 50-100 estudiantes nuevos. A través de un reglamento –como lo subrayó Vargas Celemín– se limitaría el acceso al restaurante a quienes cursen más de diez semestres académicos: “una persona no podrá tener derecho si no por los de diez semestres que dure la carrera”, además, quien persista en el Bajo Rendimiento Académico (BRA) por más de dos ocasiones, no podrá beneficiarse del restaurante: “ese cupo debe de dársele a alguien que realmente viene a la universidad a estudiar y lo necesita”. De esta manera, el restaurante podría responder a la situación por la que hoy pasa la institución, así no sea “una obligación real de la universidad subsidiar un restaurante”, como lo aseveró el vicerrector.

El punto de vista de los estudiantes

Según los estudiantes que estuvieron al frente del proceso asamblearío en su primera etapa, el restaurante es el lugar donde afloran muchos conflictos: allí se experimenta “un desorden que no está justificado por ninguna otra cosa, sino por la situación de querer ir a almorzar y pasar de primero”; además, está situación se complejiza porque hay estudiantes “que llevan casi 15 años estudiando, no han salido de la universidad, le están quitando cupos y somos 8600 personas las que tenemos acceso al restaurante” y hay otros que están “fumando marihuana dentro el restaurante: le preguntamos, por ejemplo, a una de las señoras y dicen que tiene nauseas”.

Sin embargo, ellos son concientes que la responsabilidad no es exclusiva de los muchachos. El menosprecio de la administración universitaria para con el restaurante también ha constituido un factor importante de esta situación. Por ejemplo, “el espacio físico (…) está muy pequeño: la bodega acumula una cantidad de comida que tiene que salir casi al otro día” y –en general– el restaurante no responde al crecimiento semestral de la población estudiantil que necesita de una ayuda para mantenerse en la universidad y poder dedicarse a la actividad académica sin mayor preocupación.

En términos de propuestas, las reflexiones que salieron de las dos primeras asambleas arrojaron algunas luces para afrontar las tensiones que se viven en el restaurante. Desde el ángulo de los activistas, es importante que la universidad priorice el acceso según el desempeño académico: “las personas deben acceder por su calidad académica (…) porque se está presentado la problemática que ya se ha mencionado de personas que están en doble BRA o personas que solamente pagan la continuidad académica son quienes asisten y se apoderan de los cupos del restaurante”. Por lo tanto, un ceso de los estudiantes que determine quien tiene la posibilidad de acceder podría ser una solución.

La propuesta del CEBU en 2009

Durante 2009 y 2010, el Comité de Bienestar Universitario (CEBU) implementó un mecanismo para minimizar las disputas en el momento de acceder al restaurante y garantizar un relativo “orden”. Distribuyendo unas fichas antes del almuerzo en un punto diferente al restaurante, los encargados del CEBU convocaban a sus beneficiarios con el fin de entregarles el turno con el que reclamarían sus alimentos. De esta manera, ellos procuraban reducir las posibles tensiones que se llegaran a presentar, doblando el esfuerzo de los estudiantes (debían correr por la ficha y luego desplazarse al restaurante) y, por tanto, evitando los “desordenes”.

Igualmente, el mecanismo implementado por el CEBU contemplaba la posibilidad de comprar semanalmente el almuerzo. Pagando por todos los vales o por los que un beneficiario requiriera a la semana, los estudiantes podían “apartar” sus alimentos y –de alguna forma– evitarse los compliques que significaba una fila.

El único problema de este mecanismo radicaba en que incrementaba el tiempo que los estudiantes debían emplear para acceder a un almuerzo. Por ejemplo, si un muchacho tenía clase hasta las 12:00 pm, le correspondía salir unos 15 o 20 minutos antes para averiguar el lugar donde iban a repartir las fichas, de lo contrario le era imposible almorzar en el restaurante.

Lo que viene

Las situaciones que provoca el restaurante necesitan, por encima de cualquier cosa, la voluntad de la administración universitaria para que sean resueltas y de una inversión que signifique la superación de los problemas madre que se recrean en este; además, la voluntad de la administración debe significar la posibilidad de abrir el debate con el fin de acordar entre quienes son beneficiarios del restaurante una nuevas reglas de juego para su funcionamiento: las soluciones por arriba, en este momento, podrían significar una agudización de las tensiones existentes y la imposibilidad de resolver, en términos universitarios, los problemas que hoy experimenta el Alma Mater.

MANIFIESTO POR LA PAZ CON JUSTICIA SOCIAL DE LOS ESTUDIANTES COLOMBIANOS

Jornada de estampados promovida por la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU-Colombia) en la Universidad del Tolima. Foto: AEP.

Las y los estudiantes colombianos, expresión de rebeldía, combatividad y lucha por la construcción de una "educación para una país con soberanía, democracia y paz", reunidos los días 9 y 10 de mayo en la Universidad Pedagógica Nacional baluarte de la pedagogía y la formación humanística de la nación, nos dimos cita para deliberar con creatividad y esperanza de lograr un futuro de justicia, paz y democracia para el pueblo colombiano.

El despojo, la desigualdad y la violencia desatada por las minorías en el poder que originaron la confrontación armada, son las causas que deben ser removidas mediante la acción decidida de las mayorías, de la gente del común que encuentra en su participación una oportunidad de cambio y transformación social. El proceso de diálogo entre la insurgencia de las FARCEP y el Gobierno Nacional, constituye una posibilidad para generar las condiciones que den lugar a la democratización de la vida nacional, razón por la cual sumamos nuestras voces de apoyo a este proceso y manifestamos nuestro clamor para dar inicio a un proceso de diálogo con las insurgencias del ELN y el EPL. La superación del conflicto social y armado hace ineludible la participación de la sociedad en la deliberación y construcción de los acuerdos entre los grupos insurgentes y el gobierno, aportando propuestas y discutiendo nuevos temas relacionados con el modelo económico y político, para establecer un nuevo pacto social que geste un Estado que garantice la vida digna para las y los colombianos.

Del compromiso del movimiento social con la paz, participan los y las estudiantes y jóvenes que procuran aportar por medio de la construcción de una Educación gratuita, pública, crítica y de calidad. La disputa social y política devela cómo hemos sido víctimas permanentes de las políticas de un modelo de educación que perpetúa la exclusión en acceso y permanencia, de la misma manera en que se asfixia la educación pública en beneficio y fortalecimiento del sector privado, introduciendo a la Educación en dinámicas del mercado como lo son: el aumento de créditos educativos, el mayor endeudamiento de las familias colombianas y de las mismas universidades, el declive de la calidad al eliminar la integralidad y universalidad propia del conocimiento, la orientación exclusiva de la investigación, la extensión y la docencia hacia las demandas de un sector productivo de despojo, de maltrato a nuestros territorios y que ha sido el sustento de la guerra a nivel nacional. En últimas nos encontramos ante un modelo educativo cómplice del conflicto político y social que vive nuestro país.

No puede concretarse la paz sin la educación pública, gratuita y de calidad y sin el reconocimiento del carácter político de las comunidades educativas como constructoras de Paz. No puede concretarse la paz mientras seguimos evidenciando la guerra a través de toda una historia por contar y los más recientes casos de asesinato de compañeros como Gustavo Marulanda, el profesor Luis Fernando Wolf, Jan Farid Cheng Lugo y Carlos Pedraza, acciones que rechazamos tajantemente desde el movimiento estudiantil. No puede concretarse la paz mientras continúan los montajes judiciales como el de los compañeros del Caso Lebrija de la Universidad Pedagógica Nacional o los de hoy libres Omar Marín, Carlos Lugo y Jorge Gaitán. De la misma manera no puede seguir siendo el exilio la herramienta para preservar la vida, triste camino que enrumbaron los profesores y compañeros Francisco Toloza y Miguel Ángel Beltrán. No podremos hablar de paz mientras las amenazas de grupos paramilitares contra profesores y estudiantes de la universidad Nacional y la profesora Piedad Ortega de la Universidad Pedagógica Nacional, sigan siendo la forma de amedrentar quienes construimos en el presente un futuro distinto. Definitivamente no habrá paz sin el desmonte de las formas de represión al pensamiento crítico como lo son la criminalización, los montajes judiciales, la militarización de los campus universitarios y del Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD) como un cuerpo de la policía que ha victimizado al movimiento estudiantil siendo responsables de reprimir las movilizaciones que luchan por una Nueva Educación.

Comprendemos nuestras demandas y propuestas como justas y necesarias, siendo estas parte del torrente de inconformidades que de no ser resueltas no habrá garantías para dar solución al conflicto que existe y persiste hace más de 50 años y en toda la historia de nuestro país.

Desde el ímpetu del Caribe, con la alegría del Pacífico, con la tenacidad del Oriente, la resistencia del Sur y con la misticidad de los Andes, todas las regiones llegamos a este primer encuentro con el entusiasmo de ser semilla de transformación, en las aulas, en las calles, en las ciudades y en el campo colombiano, con acumulados construidos en la lucha por una educación superior alternativa para un nuevo país con soberanía, democracia y paz, iniciativas construidas en el plano nacional desde la experiencia histórica de la MANE y de la diversidad local que han impulsado las más variadas expresiones estudiantiles y son evidencia de que no es momentánea nuestra vocación de transformar a Colombia, que le apostamos al cambio, a la vida digna y así, hoy nos declararnos en rebeldía contra el guerrerismo y contra un régimen que habla de paz cuando continúa negándole a la población colombiana el derecho a educarse. Construimos una hoja de ruta para avanzar en sumar mayorías en la defensa de la solución política al conflicto en la apertura de escenarios permanentes de construcción de paz con justicia social con la unidad como premisa para hacer de nuestras universidades escenarios donde se construyan propuestas con los sectores sociales y populares.

Dentro de las conclusiones de este importante evento, ponemos a consideración de la sociedad colombiana en general las siguientes propuestas:

1. No se puede seguir nutriendo las arcas de la guerra con jóvenes del pueblo colombiano que ante no tener la capacidad económica para costear la libreta militar, ni la posibilidad de ejercer su derecho a la educación se ven obligados a dar su vida en una guerra que no construyeron ellos y que se sustenta en la sed de riqueza y poder de la élite nacional y transnacional. Es por ello que debemos adelantar una campaña nacional que apunte a la objeción de conciencia y la abolición del servicio militar obligatorio.

2. Cansados de ver semana tras semana como los medios de comunicación y el Gobierno Nacional generan un ambiente de zozobra en torno a la continuidad de la mesa de conversaciones, consideramos necesaria la declaratoria de un cese bilateral al fuego como mecanismo que permita dar una seguridad a la sociedad colombiana de que este proceso seguirá por buen camino y que ni el gobierno nacional, ni las FARCEP se pararán de la mesa. Asimismo el cese bilateral al fuego se constituye como una muestra de la voluntad real de acabar con la guerra desatada contra el pueblo colombiano, procurando por cesar el derramamiento de sangre en campos y ciudades.

3. Entendiendo el importante papel que debe jugar la educación y los actores del sector educativo en la construcción de la paz con justicia social en nuestro país, consideramos que esta discusión no puede seguir al margen de las conversaciones que se adelantan entre el gobierno y las insurgencias, ello ha implicado que mientras se habla de paz se continúe avanzando en la consolidación de un modelo educativo como mercancía, orientado al mercado y que profundiza las desigualdades sociales. Para ello creemos fundamental dar apertura a una subcomisión orientada a discutir sobre estas perspectivas en el marco de la mesa de la Habana y en el futuro escenario de diálogo con el ELN, compuesta ampliamente por los distintos actores del sector educativo en todos los niveles.

4. La lucha de las y los estudiantes por la paz no puede verse aislada de la ardua lucha que históricamente hemos realizado por una transformación de la educación en nuestro país. Es por esto, que consideramos necesario profundizar las dinámicas de movilización y organización unitarias del movimiento estudiantil, fortalecer las propuestas y la disputa por una educación para un país con soberanía, democracia y paz a partir de convocarnos a un gran Encuentro Nacional de Estudiantes de Educación superior para el próximo semestre, que se ha venido proponiendo desde diversos sectores estudiantiles.

5. En la perspectiva de consolidar una educación superior como derecho fundamental y bien común de la sociedad colombiana, así como avanzar en la democratización de la vida nacional, algunas expresiones presentes en el encuentro consideran necesario adelantar un proceso constituyente que fortalezca la iniciativa de convocar a una Asamblea Nacional Constituyente con el concurso del grueso del pueblo colombiano a través de los distintos sectores sociales y populares. Para esto se invita a profundizar la discusión, a construir mayorías en torno a este planteamiento y cualificar el papel del movimiento estudiantil en este proceso constituyente.

6. Es necesario avanzar en la comprensión integral de un modelo alternativo de educación en todos sus niveles, a partir de construir con todos los sectores educativos y demás actores sociales y populares una propuesta que le aporte a la construcción de la paz con justicia social, por lo que invitamos a desarrollar un proceso de convergencia amplio desde las distintas regiones y a nivel nacional para ir avanzando en este perspectiva, dando reconocimiento a las luchas dadas por el magisterio colombiano que ha enarbolado las banderas de dignidad laboral y de construcción de calidad educativa.

¡Vamos a construir la paz con justicia social!
¡Vamos a luchar por una educación como derecho fundamental y bien común!
¡Vamos a forjar la unidad como premisa para las transformaciones!

Encuentro Nacional de Estudiantes por la paz de Colombia, Bogotá 10 de Mayo de 2015

MAESTROS UNIDOS JAMÁS SERÁN VENCIDOS

Los profesores agrupados en el Colectivo Aló Maestro, en cabeza de la docente Irma Constanza Prada, se pronunciaron sobre los acuerdos logrados por la Directiva de FECODE, instando al grueso del magisterio del Tolima a revocar el mandato de quienes hoy ocupan un cargo en la dirección de la Federación de Educadores de Colombia.

CUANDO BROTA LA CONCIENCIA DE LOS TRABAJADORES NO SINDICALIZADOS

A mis fieles compañeros, quienes todas las mañanas trabajan y en las tardes, muy abnegados, nos acompañan labrando los sueños de Manuela, Bolívar, la Pola, Martí, Mariategui, el Che, Gaitán, Hernando González y Jaime Pardo


Santiago no ha leído juiciosamente a Carlos Marx ni a quienes han problematizado sobre el mundo de los trabajadores modernos, pero se reconoce como un explotado más de la ciudad de Ibagué: “todos los días me levantó temprano a trabajar, aun sabiendo que una parte de lo que me consigo no será mío, sino para otros”. Su actividad económica –si así se le puede llamar– le exige estar a primera hora al frente de un puesto de empanadas, arepas y tinto sobre una de las principales carreras de la ciudad, con el fin de sacar un diario medianamente decente que le permita aportar en su casa, recuperar la inversión hecha y darse uno que otro “gusto”, por no decir que cubrir una necesidad personal.

Aunque el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) estableció en septiembre de 2014 que una persona es pobre si percibe menos de $6.947 diarios, el ingreso de Santiago no le ha dado para mejorar sus condiciones de vida: los cerca de $12.000 que logra hacerse en “media” jornada de trabajo diaria no lo han conducido a reducir las preocupaciones de su mamá, no le han permitido ahorrar para estudiar lo que desea y no le han posibilitado desenvolverse como cantante y artista; por el contrario, lo han llevado a meterse en problemas con la policía, porque es catalogado como un vendedor ambulante y, por tanto, como objeto de persecución y abuso, como ocurre en Ibagué.

Por obvias razones, esta situación no ha doblegado a Santiago. La necesidad de independencia, mas en la idea de dejar de ser un peso para sus padres, lo ha llevado a enfrentar con firmeza cualquier obstáculo; incluso, lo ha conducido a un nivel de autodisciplina único: “me despierto a las 4:00 am a hacer las empanadas y las arepas, a las 5:00 am pasadas preparo el tinto y a eso de las 5:45 pm abro el chuzo”. Así –como dice él– “llego antes que cualquiera, evito que me quiten el lugar y me hago lo que puedo”.

Curiosamente, Santiago sorprendió el pasado 1º de mayo a quienes suelen frecuentar su negocio. En vez de salir de su casa hacia la esquina donde acostumbra ubicarse, optó por tomar una buseta que lo llevó a la avenida 37 con carrera 5ª. Los objetivos: nutrir la marcha del día internacional de los trabajadores, manifestar su descontento frente a las condiciones indignas de trabajo de los jóvenes de Ibagué y levantar una exigencia por la paz con justicia social.


“Yo soy de la Marcha Patriótica y el movimiento orientó participar en la marcha del 1º de mayo, pero también tomé la decisión de salir a protestar porque los jóvenes no encontramos un trabajo estable en esta cuidad; además, quise salir porque el presidente y los medios de comunicación solo hablan de muertos, bombardeos, minas y armas (…) Se supone que las guerrillas han dicho que quieren la paz, pero el gobierno no muestra gestos verdaderos hacia ese camino”.


En el Éxito, Santiago se sumó a la movilización, la cual había partido de la Casa del Maestro. Con bandera en mano de la Marcha Patriótica, se incorporó al grupo de indígenas, jóvenes de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU-Colombia), campesinos de ASTRACATOL y profesores que levantaban las insignias y los pasacalles del movimiento; igualmente, afinó su voz para elevar un grito de ¡alerta! en semblanza a la espadada de Bolívar que camina por America latina, por un 1º de mayo Combativo, Internacionalista y Antifascista, así como por el Cese Bilateral al Fuego ¡Ya!

Al llegar a la plaza de la 21, uno de los principales centros de comercio de Ibagué, Santiago gritó eufórico “Pueblo mirón, únase al montón: su hijo es estudiante y usted trabajador”, precisamente porque se vio en la cantidad de vendedores que estaban allí: “es impresionante ver gente como yo, pero que no sabe que también es explotado”; es decir, vio cómo la perversidad del orden actual de cosas sumerge a las mayorías en la cotidianidad del rebusque, el cual ayuda a acrecentar las ganancias de alguien sentado en una oficina de algún lugar de la ciudad o del país.


Con la imagen nítida de gente como él, Santiago arribó –junto con toda la movilización– al parque Manuel Murillo Toro, dobló su bandera de la Marcha Patriótica, se despidió del resto de sus compañeros y regresó a su casa. Por fortuna, “no tengo que llegar a trabajar”, como lo dijo, tengo que llegar a “pensar cómo abrirle los ojos a todos esos que no ven cómo viven, porque ese es el reto que tenemos si queremos que las cosas cambien y si aspiramos a lograr la paz con justicia social”.

Escrito por @juangbermudes