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¿QUÉ LES DEPARA A LOS EGRESADOS DE LA UNIVERSIDAD DEL TOLIMA?

Imagen tomada de melmagazine.com


El pasado 27 de noviembre, una tanda más de estudiantes culminó su ciclo académico en la UT. Como lo ha realizado, la institución celebró un acto más de graduación. Sin embargo, una cuestión fundamental ha saltado a la vista: ¿Qué viene después para los graduados de la universidad? La respuesta parece obvia, pero va más allá de un simplemente “insertarse al mercado laboral”. Bajo la situación de Ibagué, la pregunta es en qué condiciones.

Abordemos este asunto desde lo más evidente y cercano: egresados que buscan opciones de trabajo en la ciudad de Ibagué. Con una tasa de desempleo juvenil de 39,5% al tercer trimestre de este año, la capital del Tolima se ha convertido en la ciudad con más jóvenes sin oportunidades laborales y sin poder poner su conocimiento a disposición de la sociedad. Este fenómeno con larga impronta, aún nos resulta difícil de descifrar. No obstante, de lo que sí podemos tener certeza es de al menos dos cosas: a) No existe prójimo ejemplar para compararnos y saber en qué estamos fallando, y b) el desempleo ibaguereño está sobrediagnosticado por los académicos, que poco o nada han hecho para hacerle frente a este.

Sumado a lo anterior, las directivas de la Universidad del Tolima han manejado con trivialidad y escasa urgencia el devenir de sus egresados y graduandos, de hecho, han pasado varios años desde que se concibió el PEI (Proyecto Educativo Institucional) y el Plan de Desarrollo – UT, y con esto la Política de Graduados, responsable de generar espacios de incidencia de los egresados en la Institución, además de crear canales para vincularlos al sector productivo regional. A pesar de ello, las 21 páginas que contiene esta Política, son pobres en contenido y no plantean una hoja de ruta clara; reflejo de un evidente abandono con los egresados y una Universidad reducida y extralimitada a formar estudiantes sin tener ningún grado de responsabilidad al entregarlos a la sociedad. Ni decir del gobiernos municipal y departamental, los cuales destacan más por la mediocridad de su política pública que por atender con idoneidad los problemas colectivos.

De esta manera, el devenir de los egresados se ha vuelto algo consuetudinario: salir al desempleo y desentenderse por completo del deber moral con la universidad. Esto último es medianamente entendible, pues además del abandono institucional, deben enfrentarse a la azarosa y doble tarea de buscar un empleo y encontrarlo, así como de tomarlo esté o no en correspondencia con lo estudiado. Estas circunstancias, acentuadas y mayormente expuestas por la pandemia, hacen que sea un menester de este estamento el organizarse y recuperar su sentido universitario.

Escrito por Juan Camilo Tibaduiza, egresado del programa de Economía de la Universidad del Tolima

ICETEX Y POLÍTICA EDUCATIVA, A DOS AÑOS DE LA FIRMA DEL ACUERDO POR LA EDUCACIÓN SUPERIOR

Escrito por Equipo de Educación Nacional, Federación de Estudiantes Universitarios
Jaime Andrés Hernández Henao
María José Murillo Zapata
Jhon Freddy Guerrero Zapata


Introducción al problema

A dos años de la firma del acuerdo entre las/os estudiantes pertenecientes a las plataformas UNEES, ACREES, FENARES, RED CIU, PLATAFORMA AFROESTUDIANTIL, plataformas profesorales y el Gobierno nacional en cabeza del Presidente recién electo Iván Duque Márquez, quedan diversas reflexiones tras el resultado de cuatro meses de movilización, en los cuales Instituciones de Educación Superior de todo el país tanto públicas como privadas tomaron las calles reivindicando un pliego de exigencias construido en el Encuentro Nacional de Estudiantes de Educación Superior (2.0) en Florencia-Caquetá.

Evitando profundizar en las múltiples críticas desarrolladas al momento de su firma, y en las posiciones dicotómicas que se dieron en el seno del movimiento estudiantil nacional sobre la valía de este, es de reconocimiento general el incumplimiento del Gobierno de Iván Duque a los acuerdos ya mencionados.[1]

En suma, el escenario es desolador, en tanto tal acuerdo constituía una doble posibilidad, por un lado la solvencia del problema financiero que atravesaban las universidades en una crisis presupuestal anunciada en el 2017, y que su “solución” se representa en un aumento del aporte anual por 4 años a las universidades en relación al IPC, incrementando a un 3.5. (2019) 4.0. (2020) y así sucesivamente hasta el 2023, que a desgracia, son recursos que no podrán ser asignados para gasto recurrente (donde recae el problema de autosostenimiento) pues, no se vinculan a la base presupuestal de las universidades. Por otro lado, la solución a los problemas estructurales y la viabilización de alternativas para el mejoramiento de la educación superior se pretendía tramitar sobre mesas técnicas, siendo: reforma al sistema general de regalías, reforma a los artículos 86 y 87 de la Ley 30 de 1992, seguimiento y garantías en materia de DDHH, reforma a Publindex y reforma al ICETEX.

La falta de voluntad por parte del gobierno nacional para dar respuesta a los  problemas estructurales de la educación superior, desembocan en un despotismo al interior de las mesas, pues la reforma al artículo 86 y 87 no se materializa en la primera reunión, la mesa de regalías legítima la decisión empresarial y gubernamental desconociendo la perspectiva estudiantil. Por más, está de hablar de la mesa de garantías para los DDHH que desconoce las múltiples violaciones a los derechos humanos hacía el movimiento estudiantil por parte de la represión estatal, negando la recepción de los casos presentados.

No obstante, más que interesante resulta el interés estatal por el avance de la mesa técnica de Reforma al ICETEX, pues esta a la fecha ha sesionado más de 10 veces. A pesar de este presunto desarrollo en el mes de agosto se anuncia oficialmente la salida de las plataformas estudiantiles de esta mesa por el carácter de la misma, donde el gobierno nacional ha hecho oídos sordos frente a las organizaciones y posiciona arbitrariamente propuestas como el FCI (conocida como la herramienta que usará el estado para desligarse de la responsabilidad del financiamiento de la educación en Colombia), entre otras iniciativas nocivas para la educación.

Pensemos que el anterior escenario rebosa de complejidad y no se explica bajo el análisis superficial, por lo que pretendemos dar respuesta a ello desde un recorrido sobre el cual, esperamos, se pueda vislumbrar el qué y por qué de los acontecimientos que hoy determinan la realidad de la política educativa.

Acuerdo por lo superior 2034[2]

Es ya de conocimiento que desde 1992 el presupuesto de la universidad pública se encuentra congelado, en tanto la regla fiscal para su distribución presupuestaria se evalúa de acuerdo a la inflación. Durante 20 años el costo de la educación superior ha crecido muy por encima de la inflación. En resumidas cuentas, el índice de costos de la educación superior ha llevado a que las universidades tengan que tender hacia la privatización (renta de escenarios, aumento de matrículas e intervención de privados) para dar solvencia fiscal a fin de año. La media de las 34 universidades públicas se encuentra en un 47% financiada por recursos del estado, 5% entidades territoriales, 48% por recursos propios.[3]

A ello, se le suma que en el año 2011 se plantea una reforma a la educación superior. Cabe señalar que este no presenta soluciones a su desfinanciamiento, sino a un cambio del carácter de la universidad pública, donde esta se convirtiera en un ente autónomo con ánimo de lucro y se enfatizará como apuesta gubernamental en la educación para el trabajo, créditos educativos, entre otros. Esta apuesta caerá a partir de la movilización estudiantil.

A pesar de ello, en el año 2014 el gobierno nacional bajo recomendaciones de organismos internacionales vuelve a aplicar la reforma del proyecto de ley 112 con orientaciones de la OCDE, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial por la puerta de atrás. Bajo un principio de falsa participación concretan una política pública para la educación superior llamada Acuerdo por lo Superior 2034, que consolida las apuestas en materia de la política educativa hasta el año 2034 con el pretexto de posicionar a Colombia en el país “más educado en América Latina”. Esta política pública para la educación superior constituye el modelo de educación superior que se ha de instaurar por el gobierno de Santos y posteriormente el de Iván Duque Márquez para la reestructuración del sistema educativo.

Este modelo determinado por el Acuerdo por lo Superior 2034 profundiza el neoliberalismo, la financiación a la demanda y un sistema de educación terciaria que garantiza la formación orientada hacia el trabajo para la capacitación de la mano de obra barata[4], retornando al ánimo de lucro que traía la reforma de la Ley 30 en el 2011 para la educación superior en Colombia tendiente la precarización y oficialización de la formación no universitaria.

Por lo anterior el Acuerdo espera que la cobertura en educación superior alcance el 70% o 80% con un total de 3.087.940 o 3.900.627 estudiantes para el año 2034. Sin embargo, este crecimiento no se pretende en educación universitaria, sino en la formación técnica, tecnológica y para el trabajo. El desarrollo humano que se aproxima representa el 60%-65% del total de matrícula en educación superior. Lo anterior, invierte los papeles pasando de un 65% educación universitaria, 35% en educación técnica y tecnológica a la inversa, donde la educación para el trabajo represente el 65% total de la matrícula y el 35% en matrícula universitaria tal como lo expresa el siguiente cuadro del profesor Andrés Felipe Mora.


De manera evidente, poco o nada responsabiliza al estado esta política pública para el financiamiento real de la educación superior. En cambio, la financiación a la demanda como bandera política instaura la proyección de subsidios educativos a través de créditos, además del aumento neto de usuarios para el ICETEX, esperando para el año 2034 se tengan 2,000,000 de endeudados, pasando de representar en 2014 el 13% del total de la matrícula a un aumento para el 2034 del 64% de la tasa de cobertura en el total de matrícula de las instituciones de educación superior brindada por el ICETEX. De esta forma, el crédito educativo y la deuda ciudadana se convierte en el pilar fundamental para el acceso a la educación superior.

En síntesis podríamos decir que el Acuerdo por lo Superior 2034 que constituye el modelo para la educación superior en Colombia pretende la consolidación de un sistema de educación terciario que genere la masificación de educación permitiendo cualificar una mano de obra barata en las clases populares; así mismo, desvincular toda responsabilidad estatal de financiamiento para la universidad pública, y generando como única garantía para la profesionalización universitaria la falsa meritocracia y el endeudamiento por crédito educativo a manos del ICETEX.

No obstante, a pesar de lo anterior, vale preguntar, más allá de lo proyectado en esta política pública, ¿Qué implica en lo real para el sistema de educación superior?

La implementación del modelo, crónica de una precarización anunciada

Desde el año de 1994, con el Decreto 1860, comienza el avance de la consolidación de un único sistema educativo donde se incluye la educación para el trabajo. Esta última es formalizada por el Decreto 114 de 1996, pues reglamenta la creación de las instituciones de este tipo, perfilándose como mecanismo potenciador para la primarización de la economía. En otras palabras, la explotación de materias primas como minas e hidrocarburos.

A partir del acuerdo por lo superior 2034 se consolida una suerte de dinámicas y legislación para favorecer esta educación de mercado. Desde el 9 de junio de 2015 mediante la Ley 1753 y en el artículo 58 del PND 2014-2018 se legitima en el entendimiento de la educación como herramienta para el crecimiento económico. De esta manera, se da vía libre para la consolidación del Sistema Nacional de Educación Terciaria SNET, que formaliza el mecanismo para el logro de las metas ya descritas en el subtítulo anterior, paralelamente se instaura el Sistema Nacional de Calidad de la Educación Terciaria (SISNACET) y el Sistema Nacional de Acumulación y Transferencia de Créditos (SNATC).

De la misma manera, se desvían recursos públicos para la financiación de universidades privadas, como lo haría el programa Ser Pilo Paga (SPP), que para el año 2014 de los 10.080 beneficiarias/os, el 85% (8,492) se matricularon en universidades privadas y únicamente el 15% (1588) accedió a universidades públicas. Asimismo, será el programa “Tú eliges” menos conocido pero igual de nocivo, que a 80 mil estudiantes estrato 1 y 2 se les cubrirá el 75% del valor a través del ICETEX, dejando la cantidad restante para la cobertura del propio estudiante.

El Gobierno de Juan Manuel Santos cierra su gobierno neoliberal con la Acreditación de Alta Calidad, sobre lo cual vale la pena sentar una reflexión de su razón de ser en esta lógica mercantil que hemos evidenciado.

La Acreditación de Alta Calidad que se vio reflejada en el 2015 con las Reformas a las Licenciaturas y la Acreditación Multicampus corresponde a un esfuerzo por: reducir la posibilidad de cobertura en la educación superior, porque entre menos cobertura brinde la educación universitaria mayor podrá absorber la educación para el trabajo; y evaluar desde un estándar homogéneo a instituciones heterogéneas, para estandarizar y generar un referente universitario o “top” que pueda ser alcanzado mayoritariamente por las universidades privadas. No es adrede que el beneficiario de SPP únicamente pudiese validar su inscripción en universidades acreditadas de alta calidad.

Llegamos así a la sucesión del presidente en Colombia de Juan Manuel Santos por Iván Duque Márquez, el nuevo delegatario de Álvaro Uribe Vélez, en la presidencia, quien a buen nombre de sus predecesores no genera una proyección real en materia de política educativa, sino una retórica fetichista que desemboca en continuidad.

De esta manera, se genera la sucesión. El SPP cambia su denominación por Generación E (GE), que si bien concentra una mayor cobertura en la universidad pública, no es más que una versión maquillada y reencauchada de lo ya vivido, profundizando aún más la crisis estructural por desfinanciamiento de la universidad pública en Colombia.

GE excluye a los “no tan pilos” y a los “no tan pobres”. El funcionamiento de este programa se divide en tres: Equidad, Excelencia y Equipo. Para explicarlos referiremos a tres planteamientos del profesor Andrés Felipe Mora.

¿Equidad o Desfinanciación? Resulta que este componente garantiza a 320.000 jóvenes vulnerados económicamente el acceso a la educación superior por medio de créditos-becas. El problema de esto reside en que las universidades no son financiadas. Esto quiere decir que garantizan la gratuidad pagando las matrículas, pero no su costo real, dejando aquel excedente a responsabilidad de la universidad, que se verá traducido en la necesidad de conseguir recursos propios. En este programa, el ICETEX lo administra, en vez de girar el dinero directamente a las universidades, lo cual es funcional a esta entidad en tanto estas transacciones le generan rentas que son innecesarias.

¿Excelencia o desigualdad? Este componente reconoce el mérito a 16.000 bachilleres con resultados destacados en la prueba saber 11. El programa es “meritocrático” porque premia a los “mejores” estudiantes. No obstante, desconoce las desigualdades sociales y educativas existentes en Colombia. No todas/os las/os estudiantes tienen los mismos privilegios de tener una buena educación media y/o capital cultural, edificando un sistema excluyente.

Cabe resaltar que si el estudiante entra a una universidad privada, Excelencia ofrece créditos condonables por valor del 75% de las matrículas. ¿Qué quiere decir esto? Se condona la deuda del estudiante si cumple con todos los requisitos, si no el estudiante tendrá que endeudarse para pagar ese 75%. El otro 25% lo pone la universidad. En este sentido, para nadie es un secreto que las matrículas mantienen a las universidades privadas, por lo cual este valor lo pasan a cubrir a los estudiantes que no hacen parte del programa GE a través de cobros a la matrícula.

¿Equipo o desintegración? Este último componente es para las IES y establece una bolsa concursable con 223.000 millones de pesos para financiar proyectos de infraestructura e inversión durante los próximos cuatro años. Con respecto a esto, las IES tendrían que competir entre ellas para obtener esos recursos. El componente Equipo profundiza las brechas que hay entre universidades, pues las condiciones diferenciadas de desarrollo de las IES influyen en la posible centralización de aquel monto entre las universidades más grandes del país. Consideramos que los centros educativos deberían fortalecer la educación y no competir entre ellos. ¡La educación no es un negocio!

Para rematar, en épocas de pandemia, el Gobierno nacional ha decidido imponer un tiempo de contingencia y es notable que dentro de las prioridades del gobierno no está el acceso a la educación superior. Le han dado la espalda a las/os estudiantes colombianas/os, reforzando las desigualdades sociales y económicas, en consecuencia a lo anterior, el gobierno no ofertará GE en el II semestre del 2020.

En síntesis, GE representa la continuidad de SPP. Estos son programas nocivos de la educación superior universitaria pública en tanto focalizan los recursos públicos hacía el carácter privado, agravan la financiación de las universidades públicas subsidiando a la demanda, reproducen un falso discurso meritocrático y promueven una desintegración del Sistema Universitario Estatal ante una competencia desigual entre universidades centro y universidades región. Todo transversalizado por el ICETEX.

Ni corto ni perezoso seguirá a rajatabla lo direccionado en la política pública del Acuerdo por lo Superior 2034, que recordemos es el modelo neoliberal tercerizado y mercantil a implementar en la educación superior. Adicional a GE, Iván Duque dará apertura a su gobierno con la Ley 1911 de 2018 denominado Financiación Contingente al Ingreso (FCI), traducido en el modo de financiación a la demanda. Este modo de financiación consiste en un apoyo crediticio para que el estudiante ya sea por el SABES o FOSIES pueda entrar y permanecer en su carrera, abriendo a que terceros paguen hasta el 19% del costo de su carrera, ¿Lo sobrante? A cuenta del mismo, estudiando 5 años para pagarla en 10, el paquete chileno por la puerta de atrás, evidentemente este servicio será prestado por el ICETEX quien administra los usuarios.

Tal ha sido la efectividad de la implementación del Acuerdo por lo Superior 2034 que, además de continuar en la desfinanciación del servicio público de la educación universitaria, ha consolidado una base fuerte para pilarizar la educación para el trabajo, avanzando no sólo en la cobertura ya planteada, sino a su vez en la proyección de créditos educativos otorgados. Podemos ver entonces cómo de los 276.102 créditos otorgados por la entidad ICETEX a la fecha del 2014, han avanzado a 669.765 usuarios en tan solo 6 años. De ello, no costará derivar que la proyección de los dos millones de créditos es más que una realidad, consolidando la deuda, como la única garantía para el acceso profesional de las clases más populares en Colombia.

Con todo el desarrollo precedente, el lector sabrá estimar la respuesta a la pregunta planteada a un inicio, pues que del acuerdo nacional 2018 la única Mesa con verdadero avance sea la de Reforma al ICETEX tiene una connotación política estructural importante, pues de no ser ya obvio lo expresaremos con suma simplicidad: a través del acuerdo firmado por las plataformas estudiantiles, el gobierno nacional logrará ajustar los engranajes faltantes para dar vía libre a la implementación total del acuerdo por lo superior 2034.

En este sentido, ICETEX se ve traducida en la entidad financiera que ya no representa únicamente una proyección pilar de financiación para la cobertura en educación universitaria en el modelo de educación superior, sino que, en suma, se ve materializado como el pilar de acceso para el sistema universitario estatal. Si de por sí SPP, Tú Eliges y GE ya no fuesen suficientes fortalecimientos financieros a la entidad, ante la reforma al ICETEX, facilitada por el acuerdo firmado en 2018, se adviene quizá el peor momento para la educación superior en Colombia y para la Universidad Pública en general.

Ante esta desoladora situación solo nos queda afirmar que como estudiantes no habremos de flaquear ante los retos que depara el momento, deberemos anteponernos ante la arremetida paraestatal y neoliberal representada en el presente gobierno. Sin duda, los derroteros se plantean en el qué hacer inmediato, reestructurar el ICETEX para que este no sea un cheque en blanco; en cuanto a mecanismos sobre los cuales hayan garantías para el deudor, una tasa de interés del 0%, la condonación de deudas a los pilos, que la entidad deje de financiarse con el Banco Mundial, replantear los procedimientos de la institución sobre los cuales se realicen estudios reales de las condiciones socioeconómicas de las/os estudiantes. A largo plazo, sin duda, la eliminación de esta entidad, pues, ICETEX representa la bancarización de la educación.

Citas

[1] Balance del acuerdo 2018-2020 por María José Murillo y en PND arriesga cumplimiento del Acuerdo por la educación superior pública por Andrés Felipe mora.

[2] CESU, Acuerdo por lo Superior 2034. Propuesta de política pública para la excelencia de la educación superior en Colombia en el escenario de la paz. Bogotá: CESU, 2014.

[3] Financiación y sostenibilidad de las universidades públicas Colombianas. SUE, 2018.

[4] Recomendaciones OCDE Y BM: “Debe presentarse una nueva propuesta para la reforma de la Ley 30 después de un periodo de revisión y consultas adicionales con los grupos interesados. La reforma debe centrarse en aumentar la capacidad del sistema de educación superior colombiano para dar cabida a más estudiantes, así como mejorar la calidad de los resultados estudiantiles en relación con el aprendizaje, el índice de titulación y las perspectivas laborales.”

EL LENGUAJE ES UN ARMA

Imagen: el Bogotano

El lenguaje es un arma política. Lo más grande que tiene este campo, el del lenguaje, es que tiene la facultad de generar realidad. Pero de dicha facultad se desprende un gran peligro: la deformación de la realidad.

Carlos Fuentes decía que la historia en sí no existía, sino que lo que existía era aquello que se escribía y se hablaba sobre los hechos. Por supuesto, la polémica puede tornarse intelectual, epistemológica. No obstante, hay un fenómeno que avanza en Colombia a pasos de gigante. Los grandes medios de información se encuentran en un trabajo de producción de realidad, a partir del lenguaje que sirve a la clase dominante el país.

Desde todas las orillas se calienta cada vez más este debate. Y como sociedad estamos llamados a confluir en él, porque todos, absolutamente todos, podemos manifestarnos, afirmarnos, políticamente mediante el lenguaje. Los grandes medios defienden a la clase dominante del país partiendo de una falsedad, que es la presunción de objetividad y profesionalismo periodístico. Esto queda en evidencia por las duras críticas que hacen a los sectores sociales frente al manejo de la información, la forma como presentan las noticias o la creación de frases y neologismos para cortar la posibilidad de comprender las injusticias a sus audiencias.

Por su parte la contra información, la voz de aquellos que no tienen espacio en las pantallas patrocinadas, suman esfuerzos para no dejarse callar; asimismo, luchan contra esa deformación de la realidad quizá no solo acusando de “mentirosos” a los grandes medios, sino tácitamente manifestando su inconformidad con la narración de sucesos a medias o que generan sentimentalismo en torno a una situación de injusticia con el fin de dejarla en la impunidad.

Aunque la palabra guerra no sea de agrado, es literalmente lo que están ofreciendo los grandes medios de información. Es una guerra porque quieren, bajo la alucinación de una objetividad que no poseen, dirigir los imaginarios políticos de las masas en una situación injusticia o de conflicto social. Para nadie es un secreto la injusticia en la que vive Colombia, como tampoco es un secreto que el conflicto social y armado está tornándose cada vez más violento. Ellos lo saben y por eso cubren con el lenguaje las atrocidades del régimen que dirige al país. Así, con su periodismo, dirigen las emociones de la gente con el fin de erradicar su capacidad crítica (algo sumamente racional) y terminan paradójicamente, siendo impulsadores de la violencia, de la impunidad y siendo absolutos defensores del régimen.

¿Qué nos queda? Usar las armas. El lenguaje es una de ellas, por lo que con absoluta convicción es necesario combatir la deformación de la realidad que pretenden desde este poder que se ha hecho hegemónico y que pone a dudar hasta al más inconforme.

ESTUDIANTES DE LA UQ ENTRAN EN HUELGA POR SU DERECHO A SER TOMADOS EN SERIO


#HambreDeEducación

El día jueves 27 de agosto, a las 1:26 de la tarde, cinco estudiantes de diferentes programas de la Universidad del Quindío iniciaron, en las instalaciones del plantel, una huelga de hambre. Le solicitan a los directivos y entes encargados del departamento que sus exigencias de “Matricula 0” sean tomadas en serio.

Mientras en el panorama nacional los estudiantes de las IES han emprendido diferentes acciones de protesta para exigir la gratuidad de la educación de todos y todas las estudiantes, en la Universidad del Quindío el panorama comienza a no ser distinto.

Pese a que desde mediados de junio se les está haciendo el llamado formal a la administración de la UQ y a los entes territoriales a escuchar al estudiantado, el proceso se ha tornado ineficiente, sobre todo por la dilatación, los incumplimientos y la posición burlesca que ha tomado la administración. Lo que pareció ser un panorama victorioso en cuestión de matrícula cero hace dos semanas, terminó siendo el fortín mediático del momento; pues con lo que no contaban los estudiantes era con que unos días después comenzaron a exigir los pagos, bajo la “promesa” de hacer efectiva la “matricula 0” con un reembolso del monto. En otras palabras, los estudiantes tenían que pagar primero, para poder ser beneficiarios de la “gratuidad”.

¿En qué lógica cabe esto? Un departamento que vive principalmente del trabajo informal y del comercio, y que ha sido reconocido por los niveles más altos en desempleo, es referente de graves dificultades socio-económicas. El 95% (15,801) de la población universitaria, corresponden a estratos 1, 2 y 3 y apenas el 10% (1,565) de ellos recibieron algún tipo de ayuda durante la emergencia sanitaria. Ante esto, ni un descuento en la matricula, que por cierto es la más cara del país (cerca de los 700 mil pesos), ni una extensión en las fechas límites de pago, podrían aliviar o salvar la deserción académica.

Así, estos cinco estudiantes se han encontrado en un mismo sentir: el exigirle a la universidad, a la gobernación del Quindío y a las alcaldías municipales, el concretar y hacer efectiva la financiación total de la matrícula de todos y todas las estudiantes. Para los huelguistas, el alcance está en hacer efectivas, a través de la acción, las exigencias que vienen manifestando desde hace tiempo los estudiantes. A parte del dinero destinado por parte del gobierno nacional, la gobernación del Quindío se comprometió con 1,800 millones de pesos y la Universidad con 1,200 millones de pesos. Entonces, ¿Por qué los estudiantes ahora deben rebuscar antes del 28 de agosto la plata para la matrícula bajo la ilusión de poder ser beneficiarios de una "gratuidad"?

Confirman que habrá matrícula cero para 13.500 estudiantes en UniQuindío

En el transcurso de la protesta los estudiantes han contado con apoyo de seguridad, personal médico y de DDHH. Todos asumiendo la responsabilidad en materia de bioseguridad: uso del tapabocas, distanciamiento y uso permanente de alcohol y lavado de manos.

“LO LOGRARON MUCHACHOS, HOY TENEMOS EDUCACIÓN POR USTEDES”, NOS DIJO LA GENTE: JUAN CARLOS GALINDO (PARTE III)

Después de un largo fin de semana, la resistencia y la lucha por la matrícula cero para los estudiantes de la Universidad del Tolima llegó a su recta final. La presión propiciada por los huelguistas en la calle y por los estudiantes a través de las redes, fue relevante ante el gobernador y las directivas de la universidad. Además, el apoyo ciudadano que venía en aumento jugó a favor de la reivindicación levantada por los estudiantes.

Segunda parte de la entrevista: El fin de semana del 20 de julio fue eterno: Juan Carlos Galindo

En correspondencia con esto, Juan Carlos Galindo nos comentó lo acontecido durante los últimos dos días de huelga. En la conversación, él describió, en una especie de un minuto a minuto, las últimas 48 horas de la lucha emprendida días atrás; asimismo, compartió una descripción de las reacciones de sus cercanos y acompañantes tras los anuncios del gobernador Ricardo Orozco y del rector de la UT, Omar Mejía; al igual que un balance de una semana de resistencia.

Juan Carlos Galindo junto a los integrantes del Círculo de los Comunes en la huelga de hambre por la Matrícula Cero para los estudiantes de la UT. Foto: Camilo Toro.

AEP: El martes 21 de julio no había una claridad de parte de la dirección universitaria ni de la gobernación sobre la exigencia de la huelga. Ante este silencio, ¿Qué consideraron ustedes?

Juan Carlos Galindo: El lunes en la noche salió un video del gobernador hablando sobre la matricula cero. Creo que eso fue un espaldarazo a la moral. Sin embargo, todo el mundo estaba a la expectativa del miércoles con la reunión que este señor dijo que iba a hacer. Por ende, el martes fue un día complicado, empezando porque la ley (la policía) llegó a levantar a la gente que estaba acompañándonos. A nosotros, nos tocó intervenir por ellos. Afortunadamente, también había gente de Derechos Humanos. Entonces, no pasó a mayor esa acción.

Con el anuncio del gobernador, debatimos lo que podía pasar. Si no daban los seis mil millones de pesos ‘qué vamos a hacer’, fue la pregunta más difícil que nos hicimos. Después, nosotros decíamos… el miércoles ellos se van a reunir y dirán que estudiaron las cifras y que van a mirar si se puede sacar el dinero de esas partes que estudiaron. Para nosotros, esto significaba otro fin de semana. Sin embargo, la idea era seguir hasta donde pudiéramos y hasta donde aguantara el cuerpo. Entonces, el martes fue muy difícil, fue agotador; porque estábamos con la zozobra sobre qué podía pasar el miércoles. Nos tenían muy preocupados. La mayoría de la gente decía que iba a ser muy difícil eso de los seis mil millones de pesos.

AEP: ¿Cómo recibieron el anuncio de la gobernación que comprometía un dinero considerable para garantizar la matrícula de los estudiantes de la UT para el semestre B?

JCG: El miércoles a las 7:30 a.m. íbamos a hacer el plantón teniendo en cuenta que el gobernador y el rector se iban a reunir. Cuando íbamos hacia allá, alguien dijo “dieron los seis mil millones”. Todos quedamos como atónitos, quietos. Creo que esa reacción fue la misma que tuvieron los chilenos que promovieron el ‘No’ en el plebiscito para que Augusto Pinochet no se volviera a relegir y se acabara la dictadura en Chile. Nadie creía. Todo el mundo sacó los teléfonos para mirar la transmisión que el gobernador estaba haciendo y pues escuchábamos que decía “hoy es un día de gloria para el departamento del Tolima”, porque también se vanagloriaban de la acreditación institucional de la UT. Aun así la reacción fue emotiva. A mucha gente se le salieron las lágrimas. Todos se empezaron a abrazar con todos y la gente que estaba al lado nos cogía y nos decía “lo lograron muchachos, hoy tenemos educación por ustedes”. Fue un momento muy bonito, pero fue de mucha rabia porque sabíamos que el gobernador estaba sacando pecho de algo que él no hizo. Nosotros sabíamos eso y creo que lo esperábamos. Gente que yo no conocía me escribió. “Juan Carlos, muchas gracias” me dijeron por Facebook. Tampoco sabía de dónde sacaron mi número, pero me escribían “Juan-Ca gracias por el apoyo”. Fueron sentimientos encontrados por la rabia que generaba el discurso del gobernador y todavía más rabia la que generó el discurso del rector. Pero bueno… como ya lo dije, lo esperábamos y tampoco nos sorprendió de a mucho.

AEP: ¿Qué pasó con los otros puntos que exigían?

JCG: La huelga de hambre era solo para levantar el punto de la matricula cero. Sin embargo, en el campamento que hubo en la universidad por 15 días y que antecedió al campamento ‘hambre de educación’, salieron cuatro puntos más: la licitación del bloqueo inteligente, las políticas de género, el bienestar universitario y la recuperación de semanas para los programas que estuvimos en asamblea permanente virtual al inicio del semestre.

En materia de política de género creo que hay una ganancia grande: lo que se construya va a quedar en el Estatuto General. ¿Toca construirla? Sí. Pero ya los que saben del tema serán los que se pongan a trabajar. La administración va a realizar una coordinación o plataforma de género en la que reunirá a todos los activistas que trabajan el tema. Sobre la licitación del bloque tres, la administración presentó una explicación un tanto mediocre. Nosotros presentamos nuestra preocupación sobre la autonomía universitaria. Hay que ser sinceros. Ellos siempre dijeron que la autonomía no se estaba perdiendo. ¡Bueno! Creo que en materia de discursos ellos lo tienen muy claro para decirle a la gente que no lo están haciendo. Frente al bienestar universitario, se habló sobre las entregas que hizo la vicerrectoría en materia de conectividad y ayudas tecnológicas. Ellos dijeron que iban a invertir una porción del dinero para los estudiantes que les hacía falta y para los nuevos. Hay mucha gente que no tiene cómo conectarse. Entonces, ellos dijeron que iban a invertir en esto. Ahora toca hacer la auditoria y seguir eso. La propuesta de la recuperación de las semanas del semestre era algo que le competía al Consejo Académico, cosa que no aprobaron.

AEP: Después de suspender la protesta, ¿Cuál es el balance que dejó la huelga?

JCG: Podría decirse que es positivo. Se logró lo que se esperaba: la consecución del dinero para suplir la matricula del estudiantado de la universidad del Tolima.

De igual manera, fue muy saludable el trabajo mancomunado. Yo siempre le dije a los compañeros y a las compañeras que estuvieron con nosotros llevándonos de la mano a esta victoria para el movimiento estudiantil, que ellos jugaron un papel más importante que el de nosotros. Nosotros aguantamos hambre, cosa que no es fácil; pero, ellos también aguantaron frio, sol, sueño y hambre, ya que algunas veces no había comida. Entonces, ellos abandonaron sus estudios por irnos a acompañar y eso es algo que en el balance debe quedar. Rescatar este trabajo desde las diferencias pero con el mismo humor, puede llevar a conseguir cosas.

Creo que es muy importante ver cómo el movimiento estudiantil volvió a trabajar, de alguna manera, desde todas las limitaciones que la pandemia ha generado. Las limitaciones que tenemos hoy en día para movernos y para salir, pero aun así la gente demostró que se puede llegar a concesos mínimos y trabajar mancomunadamente para el beneficio de los estudiantes y de la comunidad universitaria. Entonces, creo que es rescatable esto: el ver cómo las organizaciones estudiantiles otra vez se volvieron a unir para mover algo y creo que lo más rescatable es cómo personas incluso ajenas al movimiento estudiantil llegaron.

Hoy dimos el primer paso para la matricula cero. Creo que tenemos que seguir caminando hacia ello. Ya lo decía Fernando Birri: la utopía sirve para eso, para caminar. Entonces, tenemos que seguir caminando hacia esa utopía; pero que no sea como él dice: que si camino dos pasos la utopía se mueve diez pasos, si no que la utopía en realidad la alcancemos, el sueño lo cumplamos y que cada vez más vayamos amarrándola.

La lucha que viene será más complicada. El semestre que viene el A del 2021 va a ser mucho más complicado y es una pelea que tenemos que empezar a dar desde todos los puntos de vista y las dificultades. Creo que es una pelea que va a ser un tanto complicada y la gente tiene que apropiarse de la defensa de la universidad pública. Esta es la universidad que va a quedar a sus hijos e hijas, incluso para los míos y las mías. Entonces, creo que es menester defenderla desde todos los puntos de vista.

Como huelguistas no fuimos los únicos que ganamos. Aquí ganamos todos y todas. Yo les agradezco, con toda el alma, a las personas que estuvieron al pendiente de nosotros incluso a la gente que no conocemos pero que estuvieron muy atentos. Muchas gracias.

SENTIDO UNIVERSITARIO NECESITAN LOS EGRESADOS DE LA UT


Tras mi experiencia como ex miembro del Consejo Superior de la UT en representación de los estudiantes entre 1996 a 1998 y actualmente como parte de los egresados, puedo manifestar que estos últimos suelen participar en su vida universitaria casi que exclusivamente motivados por intereses personales y no colectivos. Cuando llegan las elecciones de Decanos, los egresados interesados en algún cargo burocrático o en convertirse en catedráticos, rodean al candidato que les ofrezca mayores y mejores beneficios. Asimismo, las diferentes asociaciones de egresados que existen en las facultades se agrupan alrededor del líder que ande alineado al grupo político del Gobernador de turno. Con esto, logran –a través de su influencia ante el Presidente del Consejo Superior (que es el Gobernador)– supeditar al Rector nombrado para que satisfaga los apetitos burocráticos de sus miembros. Para resumir la idea, los egresados de la UT sólo participan cuando existe un interés particular y nunca por un interés colectivo, como ocurre en casi todos los ámbitos de la sociedad colombiana.

El caso del egresado que participó en la reciente huelga de hambre, logrando la gratuidad de la matricula para todos los estudiantes de la UT el semestre venidero, es un caso especial. Su arrojo puso de manifiesto una nueva propuesta real y concreta, en términos de lo que debería ser una verdadera propuesta política desde los egresados como protagonistas fundamentales del devenir político, administrativo, financiero y en todos los órdenes de una universidad pública estatal.

La participación politiquera, marrullera, oportunista que venían cumpliendo las organizaciones de egresados en todas las facultades queda en entredicho ante esta nueva actitud. La participación de Juan Camilo Tibaduiza en la huelga no fue pensando la UT como un fortín temporal para la burocratización corrupta. Por lo menos sus declaraciones y los hechos han demostrado que él no está engrosando la larga lista de funcionarios ineptos e incapaces con los que cuenta el Alma Mater.

La propuesta para la conformación de una verdadera asociación de egresados tiene sentido, en la medida en que se comprometa con las causas justas y nobles de la comunidad universitaria. Por ejemplo, con la de la gratuidad de la Educación Superior, la ampliación urgente de cupos en cada programa académico, la ampliación de la planta de docentes de tiempo completo, para que nuestra universidad no se convierta en una fabrica de cartones mediocres; la participación protagónica en la elección de Decanos comprometidos con la excelencia académica; y la elección de verdaderos rectores y directivos y no serviles alfiles del gobernador de turno para succionar, cual vampiro, la sangre de una de las empresas con mayor presupuesto del departamento.

Desde mi precaria óptica como egresado de la UT no sólo aplaudo el gesto solidario, sino la acción valerosa del egresado Tibaduiza, joven economista, quien debería liderar la conformación de esta nueva asociación de egresados. Como ya lo dije, esta debe romper –de una vez por todas– el clientelismo y la corrupción que han caracterizado a las asociaciones anteriores, la cuales han sido cómplices del desgreño administrativo y financiero que tiene sumida a la UT en el estado actual.

La UT se ha convertido en la universidad pública del conservatismo y del Centro Democrático, simulando déficits presupuestales, bajando la cobertura académica y, lo peor, pauperizando el sentido social que debe sostener y mantener todo profesional, licenciado, tecnólogo, especialista, en definitiva, egresado de la mejor universidad del mundo: la Universidad Del Tolima.

Escrito por Fabio Lozano Martínez (Administrador de Empresas, Especialista en Finanzas Públicas)

EL FIN DE SEMANA DEL 20 DE JULIO FUE ETERNO: JUAN CARLOS GALINDO (PARTE II)

Iniciar la huelga no era el lío. El problema era afrontar los días venideros, señala Juan Carlos Galindo al recordar los días más complejos de la protesta por la matrícula cero. El sábado 18 de julio inició el puente festivo del día de la independencia, el cual estuvo acompañado con medidas estrictas de toque de queda como forma de contrarrestar el avance del COVID-19. Por esto, esos días fueron duros para él y sus compañeros. La reducción en el grupo de acompañantes y el aumento de los riesgos fueron las marcas distintivas de esos días en los que el hambre no fue la única característica.

Primera parte de la entrevista: Que una persona egresada se uniera a esta acción me motivó a unirme: Juan Carlos Galindo

Estos detalles, los amplia a continuación Juan Carlos. Como protagonista con quien tuvimos la oportunidad de conversar sobre su experiencia en la huelga de hambre, él nos presenta una panorámica acerca del curso de los días, nos dibuja la interlocución con la universidad y la actitud de la gobernación.

Juan Carlos Galindo en la huelga de hambre por la Matrícula Cero para los estudiantes de la UT. Foto: Camilo Toro.

AEP: El primer acercamiento con las directivas universitarias, ¿Cómo fue?

Juan Carlos Galindo: Si no estoy mal, la primera persona que llegó a la sede de Los Ocobos fue el director de Bienestar Universitario. La verdad no recuerdo el nombre del profe. Él llegó con los médicos de sección asistencial. Ellos nos valoraron y nos dijeron que por la tarde iba a llegar el profe Alirio (el Vicerrector de Desarrollo Humano). En la tarde, llegó él; llegó con el Vicerrector Administrativo y llegaron los vicerrectores con el secretario general.

Lo primero que nos dijeron fue que cuidado con el edificio. Prácticamente, les interesaba más el edificio que la salud de los estudiantes. Sin embargo, es algo entendible. Nos dijeron que el edificio era una copropiedad, entonces era una obligación cuidarlo y creo que ese también fue un propósito de la huelga: no dañar el edificio. Creo que en ese sentido cumplimos.

Sobre las 3:00 p.m. hablamos nosotros, les dijimos que las exigencias estaban claras y que la huelga de hambre se levantaba el día que dieran el dinero. Ellos nos dijeron que estaban dispuestos a dialogar. La universidad siempre estuvo dispuesta a dar la matrícula cero, teniendo en cuenta que ellos también son beneficiarios. Nosotros le dijimos que queríamos conformar un comité de matrícula cero del cual ya teníamos unas personas.

Ellos nos preguntaron “qué necesitábamos”. Nosotros les pedimos los mínimos vitales: el Internet, la energía eléctrica y pues el baño, porque el primer día no teníamos baño. Era muy complicado no poder ni siquiera ir al baño a orinar, sabiendo que estábamos tomando agua y suero. Ellos dijeron que nos iban a gestionar eso, pero que el edificio no se comprometía a que lo abrieran.

Al otro día, quedamos de hacer una reunión a las 8:00 a.m. Creo que con la administración, la primera vez fue algo consensuado y rápido. Llegamos a los términos fácil y no podemos decir que fue difícil.

AEP: ¿Qué tal juzgaron la disposición de la dirección universitaria con la exigencia de la Matrícula Cero?

JCG: Del profe Alirio no tengo mayor reparo. Creo que él fue una de las personas que estuvo más al pendiente junto con el director de Bienestar Universitario. Con el rector si hubo muchos problemas, pues un hombre que dice que es especialista en Derechos Humanos y no es capaz de hablar con sus estudiantes que están en huelga de hambre por una causa justa y noble, deja mucho que decir y pensar; además, salir a decir que lo único que le importaba era que estábamos rompiendo las medidas de bioseguridad y que por esto la universidad debía pagar 20 millones, creo que es algo complicado y complejo por parte del señor rector. ¡Pero bueno! A la final sabíamos que en el discurso oficial no íbamos a quedar bien vistos, por eso nos tocó hacer el discurso propio para poder decirle a la gente que la matrícula cero no fue por parte de ellos, sino por una lucha mancomunada del estudiantado y la sociedad Ibaguereña. Entonces, creo que la disposición de la administración no fue la mejor, si bien –como lo dije– no tengo reparos frente al profe Alirio, pero de resto nadie más se pronunció. Creo que los que se pronunciaron fueron muy poquitos. Incluso, hubo profes que ni sonaron ni tronaron. Creo que en ese sentido si es lastimoso que haya gente que guarde silencio aún, de pronto por miedo de perder su puesto o porque haga cogobierno en la universidad con la administración, como el caso de ASPU que no dice nada: no se pronunció y probablemente no lo haga.

AEP: Usted y sus compañeros en huelga, ¿Qué opinaron frente a las opiniones del gobernador sobre la viabilidad de la Matrícula Cero?

JCG: Los comentarios hechos por la gobernación y el silencio que guardó la administración de la universidad no fueron muy bien recibidos. Frente al silencio, creo que todo el mundo decía “venga, a esta gente qué le pasa, por qué no se pronuncian, por qué no dicen nada, no les interesa…”. Y pues el último día cuando el rector sacó en su cuenta de Twitter: "Trabajamos en silencio y sin busca de protagonismos", fue un golpe durísimo al movimiento estudiantil, porque él sabía que nosotros estábamos ahí, pero aun así desconoció la acción. Una frase de esas no le queda nada bien a una persona que ocupa el cargo más alto en una universidad. Es complicadísimo que hable de la misma manera que habla el Gobernador. ¡Pero bueno! Sabemos que son del mismo partido y que hacen cogobierno en la universidad, entonces no esperábamos menos.

AEP: El fin de semana del 20 de julio, ¿Qué tal estuvo?

JCG: Ese fin de semana fue eterno. El toque de queda, yo creo, lo estaban haciendo también para matarnos psicológicamente, porque los días antes de ese fin de semana, lo que fue miércoles, jueves y viernes, la gente logró estar en el campamento hambre de educación (así le decíamos de manera jocosa). Las personas se podían quedar esos tres días hasta las 9:30 o 10:00 p.m.

El sábado que salió el toque de queda a las 7:00 p.pm. cambió toda la dinámica. Las noches eran más largas y pues nos pasó de todo. El sábado tuvimos cuatro percances. Desde las 5:30 p.m. la gente se empezó a ir y quedamos los huelguistas y tres personas más. Después llegaron personas sospechosas. Por ejemplo, llegó un muchacho –no recuerdo el nombre de él– a mirar todo y a decir que él era primo mío, que quería saber cómo estábamos; que él era hijo de un primo que se llama Alex, supuestamente que es un primo mío. Yo le decía: ‘mano yo no conozco ningún Alex’. Entonces, desde ahí nos empezó a causar desconfianza. Además, la forma en la que estaba vestido, todo de negro con una capucha… eso fue difícil. Las personas de Derechos Humanos lo persiguieron. ¡Bueno! En fin… y a dos cuadras en la plaza de Bolívar lo recogió una moto y se lo llevó. Con esto empezaron los hostigamientos.

Al rato llegaron unas escobitas que nunca se acercaban. Lo curioso es que tenían el corte bajito y no estaban sudando, llevaban las escobas pero no el carrito dónde recogen la basura. Ellos llegaron a preguntarnos cómo era la cuestión de la guardia, a qué hora hacían los cambios de turno… unas preguntas muy puntuales y no preguntaron nada sobre la huelga. ¡No! Llegaron a preguntar por el cambio de guardia, por cuántos se estaban quedando. Afortunadamente, los pelados que interlocutaron con ellos supieron persuadir la conversación y le contestaron que había 25 personas haciendo la guardia, que ellos no dormían sino que pasaban derecho para estar pendientes de los huelguistas (cosa que también era mentira). A esa gente se le salió por la tangente.

Luego de esto pasó una situación con una chica en condición de calle. Nosotros decimos que la policía la llevo hasta allá correteada, porque supuestamente la cogieron robando en Belén y fue a dar al campamento. Ahí se interlocutó con la policía y con la chica, y se le dijo que ella no se podía quedar ahí. Los manes se fueron y a ella se le dio agua. Luego salió y se fue también. Nosotros dijimos que era enviada o había sido premeditado por parte de los policías.

A las 3:00 a.m. del día siguiente llegó el famoso "policía amigo", como le colocamos de manera jocosa, a decirnos que él también quiso estudiar pero que no pudo: “muchachos estén pendientes porque los van a levantar, los van a coger, ustedes apenas terminen de hacer la huelga los van a buscar, porque eso es lo que están hablando”. Entonces, los pelados que interlocutaron con él quedaron como “usted porque nos viene a contar eso”. Le colocamos el policía amigo.

En el día la policía llegó a molestar. Ellos estuvieron ahí siempre con nosotros más que cuidándonos, pendientes de qué estábamos haciendo. También llegaron a intimidar la gente. Decían que iban a mandar el ESMAD para que no cerráramos la vía. ¡Bueno! Una serie de cosas que sucedieron ese fin de semana larguísimo. Creo que fue muy complicado, porque pues las calles en Ibagué se veían solitarias.

QUE UNA PERSONA EGRESADA SE UNIERA A ESTA ACCIÓN ME MOTIVÓ A UNIRME: JUAN CARLOS GALINDO (PARTE I)

A un mes de iniciada la huelga de hambre por la Matrícula Cero para los estudiantes de la Universidad del Tolima, nos dimos a la tarea de reconstruir esta experiencia de lucha. Por esto, hablamos con Juan Carlos Galindo, uno de sus protagonistas y quien por siete días aguantó hambre con el fin de exigirle al gobernador, Ricardo Orozco, y al alcalde de Ibagué un compromiso financiero para con el estudiantado universitario que ha sufrido la crisis originada por la pandemia del COVID-19.

En diálogo con Juan Carlos logramos explorar el origen de la huelga, su carácter, alcance y la disposición de sus participantes; asimismo, logramos detenernos en unos pormenores relevantes, que ponen al descubierto la solidaridad del estudiantado residente en Ibagué y de otros para con la reivindicación levantada por los huelguistas; en definitiva, logramos revelar unos detalles que pueden acrecentar el acervo de lucha de la estudiantina y pueden constituir referentes de acción en la lucha por la concreción de sus exigencias.

En esta oportunidad, presentamos la primera parte de una larga conversación con Juan Carlos, un próximo licenciado en Ciencias Sociales que asumió, como acción final de su activismo en la universidad, la participación activa en la huelga de hambre.

Juan Carlos Galindo en la huelga de hambre por la Matrícula Cero para los estudiantes de la UT. Foto: Camilo Toro.

AEP: ¿Cuál o Cuáles fueron los orígenes de la huelga de hambre por la matricula cero para los estudiantes de la UT?

Juan Carlos Galindo: La huelga de hambre nació en una conversación, que incluyó a las personas del campamento estudiantil que en la universidad del Tolima se estaba desarrollando. Con el egresado Juan Camilo Tibaduiza dialogaron y le pusieron hora y fecha a la huelga. A mí me llamaron y me dijeron que si iba a ser parte de esta. Yo de una vez accedí.

AEP: ¿Por qué una acción de ese tipo y no otra?

JCG: La huelga de hambre es una acción contundente desde el mensaje mismo. Igual lo que genera una huelga en la sociedad es muy disiente. La gente de alguna manera siente una necesidad compartida. Entonces, la huelga de hambre tiene más impacto que cualquier otra acción violenta, como cuando Gandhi hizo su huelga de hambre y la marcha hasta el mar diciéndole al gobierno inglés que se fuera y que no sacara la sal del mar. La huelga, creo, tuvo una repercusión grande, porque puso a hablar a todo el mundo, pero no de una manera déspota. Un tropel siempre va a ser mal visto, porque los medios de comunicación siempre van a decir “ahí están los vándalos”. En esta ocasión no pudieron decir eso, porque ni siquiera fuimos capaces de vandalizar el edificio donde nos ubicamos. Así, la huelga puso a hablar bien a la gente.

AEP: Usted ¿Cómo terminó involucrado en la huelga de hambre?

JCG: Yo sabía que la huelga se iba a hacer. Sin embargo, nunca había contemplado la obligación moral de asistir a ella. Yo sabía que iba a ayudar, pero no en qué. Creía que iba a hacer en materia de logística, pero nunca me imaginé hacer parte de la huelga.

Uno o dos días antes, Juan Camilo me llamó, me informó que él iba a asistir a la huelga de hambre y me dijo que si yo me le iba a unir… Eso fue motivador. Que una persona egresada se uniera a esta acción para exigirle al gobierno que diera el dinero, fue algo que me motivó a unirme.

El día anterior al inicio de la huelga fue difícil emocionalmente. Yo estaba en el Espinal y había dicho que sí, pero no sabía ni cómo iba a viajar a Ibagué. Todo el día me la pasé con zozobra y sin poder dormir. La noche fue igual. Yo me quedé en la casa de Juan Camilo. Al día siguiente salimos a las 5:30 a.m. hacia el punto acordado con los demás pelados. Allá desayunamos. El desayuno fue una Coca-Cola y una torta de carne. Después nos fuimos, nos sentamos, nos amarramos e iniciamos la huelga de hambre.

AEP: ¿Cuánto tiempo estaba dispuesto a aguantar?

JCG: Estaba dispuesto a ir hasta las últimas instancias. Sin embargo, era un tema complicado, porque lo primero que nos dijeron los médicos era que “no nos podíamos descompensar del todo. Tengan en cuenta que se está en medio de una pandemia, que sus cuerpos van a estar débiles. Entonces, esto puede ser algo complicado”. ¡Bueno! Yo estaba mentalizado y dispuesto de ir hasta cuando el cuerpo me aguantara. Yo creo que al menos hubiese podido durar unos cinco días más. Sin embargo, las energías ya estaban un tanto gastadas. Las personas que estuvieron alrededor nuestro se dieron cuenta que cada día eran menos las energías. Afortunadamente, solo fueron siete días y la recuperación no fue tan difícil.

AEP: ¿Cómo fue el primer día de la huelga?

JCG: El primer día creo que fue el día más difícil, porque es el día primero en el que se rompe ese hielo mental al decidir si o no. El día anterior, como ya lo mencioné, estaba un tanto psicosiado, zozobrado: esto era una acción muy diferente a las formas de pelear que de alguna manera yo he llevado en la universidad; esto no era una marcha, no era ir a gritar consignas, no era un debate; era una cuestión más simbólica. Yo tuve un tanto de miedo el primer día. Fue complicado, la verdad.

Llegamos allá a sentarnos literalmente al rayo del sol. Como la acción no la conocía mucha gente, no se sabía nada; fue a la intemperie, en la calle. Lo diferente a las demás huelgas fue eso. Esa de pronto puede ser una diferencia entre nosotros y los otros huelguistas de las otras universidades que lo han hecho dentro de estas. Nosotros lo hicimos en la calle y fue complicadísimo. Lo primero que nos dijeron fue tómense el edificio, y pues como nosotros pensábamos realizar algo pacifico, sin que nos llamen fajardistas ni de la OCE, nosotros dijimos que iba a ser algo pacífico y simbólico; entonces, por eso tampoco violentamos el edificio ni nada, solo ocupamos la entrada pero… los mismos guardias del edificio pueden dar cuenta que nosotros no hicimos ningún tipo de vandalismo. La noche fue otro cuento, fue compleja por el frío. Entonces, fue complicadísimo el primer día en materia de logística. En materia de salud fue el más relajado porque teníamos todas las energías puestas.

AEP: ¿Cuáles fueron las reacciones de sus compañeros y demás estudiantes cuando ya era de conocimiento público que usted y los demás muchachos estaban en huelga de hambre?

JCG: La reacción fue emotiva y en cadena. Fuimos testigos de cómo la gente se solidarizó. Los que estaban en Ibagué llegaron con su granito de arena y los que no, desde las redes, compartieron e inundaron todo lo que podía ser de la alcaldía, la gobernación y la administración de la universidad. Con cualquier cosita que se publicaba, ellos inundaban las redes con la consigna de la matricula cero. Por ese lado la reacción de los compañeros fue grata.

La gente siempre estuvo apoyándonos. La gente que incluso no era de la universidad se solidarizó con nosotros. Todos los días nos llevaban algo: agua, suero; nos aplaudían, pitaban. Eso fue algo que en realidad subía la moral. Incluso, hubo gente que llegaba a conversar con nosotros y a decirnos “hasta los puntos que tiene que llegar el estudiantado para poder estudiar…”.

LOS EGRESADOS TAMBIÉN PUEDEN DEFINIR EL RUMBO DE LA UT: JUAN CAMILO TIBADUIZA

La huelga de hambre que en el mes de julio contrarió al gobernador del Tolima, la protagonizaron tres jóvenes estudiantes de la UT y un egresado. Su determinación junto al acompañamiento y apoyo de decenas de estudiantes y ciudadanos de Ibagué fue clave a la hora alcanzar este importante logro para el estudiantado y sus familias. De hecho, este constituye una de las conquistas más tangibles en los años recientes del movimiento estudiantil en la UT.

Entre los participantes que aguantó hambre estuvo un economista recién graduado de la universidad: Juan Camilo Tibaduiza. Con 24 años de edad, él se sumó al esfuerzo del representante estudiantil ante el Consejo de la Facultad de Educación, al de un estudiante de la Licenciatura en Ciencias Sociales y uno de Historia.

Tras varias semanas de la huelga, hablamos con Juan Camilo. Pese a las dificultades para efectuar una conversación fluida, ya que estaba poniéndose al día con sus compromisos laborales, logramos intercambiar varias opiniones, entre estas una relacionada con el papel de los egresados en la UT. Como resultado de esto, compartimos el diálogo en cuestión.

De izquierda a derecha: Juan Camilo Tibaduiza, Juan Carlos Galindo, Camilo Pinzón y Andrés Caro. Foto: Camilo Toro.

Agencia Estudiantil de Prensa: Usted es egresado de la UT. Tenemos entendido que su único vínculo con la universidad es este. ¿Qué lo llevó a involucrarse en una huelga que no conducía a algún beneficio para usted o para su estamento?

Juan Camilo Tibaduiza: Considero que la defensa Universidad es un deber moral que desborda los intereses particulares de un estamento. A hoy, en mi calidad de egresado, hacer una huelga de hambre hace parte del servicio social que vengo realizando desde hace algunos años. Un servicio social que es para mi, en otras palabras, un quehacer valioso en la medida de que es socialmente necesario.

Fíjese en la pregunta, por ejemplo. En principio, esta declara que los egresados no se ven beneficiados al luchar por la Institución. Es tiempo de repensar la universidad y comprender que esta, como autoridad epistémica y en función de la comunidad en que se sitúa, le pertenece a la sociedad en la medida de que existe para servir al interés público y contribuir al bienestar social. Si desean pueden verlo en términos utilitaristas, sin embargo, recuerden que uno antes de ser egresado es muchas cosas, entre esas un ciudadano.

AEP:¿Qué opinaron los demás huelguistas sobre su incorporación al grupo que aguantaría hambre con ellos?

JCT: El hecho de que me haya unido como egresado a tan tenaz lucha, fue inicialmente un acto sorpresivo y nuevo tanto para ellos como para el resto de personas. Creo que la percepción y discurso de mis colegas huelguistas se reconfiguró. Ya no se hablaba tanto de una lucha estudiantil, sino de una lucha de la Comunidad Universitaria. ¡Ah! Al inicio, desconfiaron de mi aguante por mi contextura, pero me recibieron gratamente, con los brazos abiertos, con ademanes alegres y una cadena y un candado.

De izquierda a derecha: Juan Carlos Galindo y Juan Camilo Tibaduiza. Foto: Camilo Toro.

AEP: Las directivas universitarias, ¿Qué consideraron sobre la presencia de un egresado en una huelga enfocada en exigir una solución a un problema propio de los estudiantes?

JCT: No hubo un pronunciamiento por parte de las directivas al respecto, tan solo agravios dirigidos hacia los huelguistas.

AEP: A lo largo de la huelga, un grupo de estudiantes los acompañó. ¿Qué pasó con los egresados? ¿Ellos también realizaron algún acompañamiento o los apoyaron de alguna manera?

JCT: Tímidamente fueron llegando algunos egresados, ¡pero llegaron! Se acercaban, preguntaban qué pasaba y se disponían a dejar algún aporte. Incluso tuvimos la presencia de algunos egresados de por allá de la década de los 70 y 80, que en medio de la charla rememoraban la tenacidad de las luchas de su momento, y orgullosos de nuestro compromiso con la Universidad, se disponían a brindarnos cualquier tipo de apoyo.

AEP: En otras oportunidades, los egresados eran totalmente indiferentes frente a las protestas de los estudiantes. ¿Qué ocurrió en con motivo a la huelga de hambre? ¿Por qué algunos se sensibilizaron frente a la situación de los estudiantes y los acompañaron?

JCT: La huelga de hambre que realizamos fue una clara muestra de poner los intereses colectivos por encima de los intereses particulares. Logramos sacar la discusión del campus y volver la exigencia un tema primario en el debate público regional y nacional. Creo que esto fue muy bien valorado por los egresados y logró acercarlos nuevamente a los asuntos universitarios.

AEP: La Ley 30 contempla a los egresados como parte de las comunidades universitarias de las IES. ¿Hasta que punto lo ocurrido en el marco de la huelga de hambre podría replantear la forma cómo lo egresados participan en la comunidad de la UT?

JCT: Es cierto, la Ley 30 incluye a los egresados como un actor más dentro de lo que denomina ornamentalmente como “Comunidad Universitaria”. Yo creo que el papel que han jugado hasta ahora los egresados, es un papel pasivo y, algunas veces, expectante a las dinámicas de la Institución. Me atrevo a decir, que los pocos que se han involucrado lo han hecho de una manera contemporizadora de acuerdo a los intereses de las directivas universitarias, y esto cobra un sentido peyorativo en la medida de que se quebrantan los principios misionales.

La huelga de hambre tuvo unos alcances importantes en la reconfiguración de lo que se entiende por Comunidad Universitaria y con esto en el rol de los egresados. Creo que ahora estos últimos pueden darse cuenta que, junto con los demás estamentos, pueden definir el rumbo de la institución en espacios de deliberación colectiva, reflexivos y de acción.

AEP: ¿De qué manera sería posible comprometer de forma activa a los egresados con el curso académico y misional de la universidad?

JCT: Encontrando y organizando a los egresados en espacios y círculos de discusión que propicien la democracia deliberativa y la recuperación del abandonado deber moral con el alma mater.

AEP: ¿Qué viene para Juan Camilo después de la huelga de hambre?

JCT: Seguir luchando por la causa social hasta donde me dé el aliento. No sé qué más pueda venir para mi.

Celebración tras el anuncio del gobernador del Tolima de financiar la Matrícula Cero. Foto: Camilo Toro.

CONVOCATORIA | «1ª ESCUELA VIRTUAL PARA ACTIVISTAS ESTUDIANTILES»

DEL 25 AL 30 DE AGOSTO DE 2020


La constitución política de 1991 sentó las bases para la mercantilización de la educación en Colombia, incluyendo la educación superior. A lo largo de los últimos treinta (30) años, los mandatarios que asumieron la presidencia implementaron una serie de medidas en esta dirección. Desde la formalización y profundización de la autofinanciación de las instituciones de educación superior hasta la financiación de la demanda en detrimento de la oferta, cada uno aportó un grado de arena para consolidar la educación como un servicio.

El gobierno de Iván Duque está inscrito en esta línea. Incluso, en un momento en el que han quedado al descubierto las dificultades de acceso y permanencia de centenares de estudiantes, él ha insistido en focalizar unos cuantos recursos en los más pobres y ofrecer unos créditos como única opción de acceso a la educación. Así, los beneficiarios terminan siendo unos pocos y los que facilitan el dinero para que los endeudados estudien. En estas condiciones, la educación queda reducida a una quimera.

La comprensión de esto no rasposa en una simple política gubernamental. Sus fundamentos se remontan a un modelo económico, el cual se introdujo desde inicios de la década del 90 al país. Con base en esto, la mercantilización de la educación es posible dimensionarla como una apuesta macro que requiere de salidas estructurales y no cosméticas. Por esto, la presente escuela aspira a dotar de elementos históricos, teóricos, conceptuales y programáticos a los activistas que tomen parte en miras de enriquecer su bagaje y fundamentar su praxis. Esto en perspectiva de forjar una fuerza social capaz de modificar el esquema de financiación a la demanda y fortalecer la oferta.

METODOLOGÍA Y PROGRAMACIÓN

La «1ª Escuela virtual para activistas estudiantiles» se desarrollará a través de seis (6) sesiones, cada una de 90 minutos de duración (60 de exposición y 30 de preguntas). Estas serán llevadas a cabo a partir de las 20:30 durante los días en cuestión en atención a la siguiente programación:

1ª sesión: Aproximaciones al neoliberalismo
Fecha: 25 de agosto

2ª sesión: La educación, una mercaría en el modelo económico neoliberal
Fecha: 26 de agosto

3ª sesión: Financiarización de la vida social y acceso a la educación
Fecha: 27 de agosto

4ª sesión: Financiación de la oferta y de la demanda en la educación colombiana
Fecha: 28 de agosto

5ª sesión: La lucha contra la mercantilización de la educación. El caso de la FEU-Colombia
Fecha: 29 de agosto

6ª sesión: Lineamientos programáticos para una educación superior para la justicia social
Fecha: 30 de agosto

PARTICIPACIÓN Y CERTIFICACIÓN

Quienes asistan al 80% de las sesiones y lo deseen podrán solicitar un certificado de asistencia. La inscripción será realiza de forma virtual a través del siguiente formulario. A vuelta de correo, a cada interesado se le enviará un mensaje con las debidas indicaciones para tomar parte en la escuela.

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CARÁCTER Y ALCANCE DE LA FEU-COLOMBIA

Reflexiones de cara al VI Congreso de la federación


LO GREMIAL Y LO POLÍTICO EN LAS LUCHAS DEL ESTUDIANTADO COLOMBIANO

El estudiantado colombiano ha constituido un movimiento social de carácter reactivo con perspectiva política desde el momento en que se constituyó como actor social.

Sin menospreciar las reivindicaciones de su sector, el movimiento estudiantil ha lindado con unos compromisos políticos. A inicios del siglo XX, cuando en las universidades los estudiantes confrontaban la tradición y procuraban organizarse nacionalmente, las circunstancias los convocaron a reaccionar contra el gobierno. Con ocasión a la masacre de las bananeras, ellos fueron claves a la hora de denunciar el papel del gobierno del momento para con este acontecimiento. Años más tarde, en plena dictadura de Gustavo Rojas Pinilla, también jugaron un papel relevante, porque pusieron al descubierto su complicidad con el recrudecimiento de la violencia política en campos y ciudades, mientras enfrentaban un conjunto de afrentas contra la autonomía universitaria. Incluso, en el 60 y el 70, el movimiento estudiantil desempeñó un papel destacable, en tanto desenmascaró la penetración norteamericana y su intensión por subordinar el sistema educativo colombiano a sus intereses, a través de los gobiernos de aquellas décadas. En definitiva, el estudiantado colombiano convertido en movimiento enfrentó directa o indirectamente a los gobiernos, bien sea por su sentido solidario o porque sus intereses se han visto afectados.

Esta tendencia no cambió durante los años siguientes. En medio de sus luchas gremiales, los estudiantes incorporaron a su práctica un conjunto de apuestas políticas. En el 80, enfrentaron la persecución estatal y para-oficial nutriendo la resistencia popular, mientras se opusieron a la ley Galán y al esquema de financiación de la educación impuesto desde el gobierno de turno. Años después, actuaron de manera similar: en las universidades enarbolaron unas reivindicaciones propias y en las calles denunciaron la persecución impuesta con el estatuto de seguridad y el asesinato de los líderes y militantes de la oposición. En el 2001, el estudiantado encendió la chispa de la resistencia al nutrir los torrentes de lucha contra los dictámenes del Fondo Monetario Internacional (FMI), el cual había orientado una disminución del presupuesto a la inversión social. Diez años más tarde, volvió a confrontar al mandatario de turno tras echar por la borda su intención de introducir el ánimo de lucro en la universidad. En otras palabras, el accionar del movimiento estudiantil le permitió alternar sus apuestas entre lo gremial y lo político.

LA FEU-COLOMBIA: EN MEDIO DE UN CARÁCTER DUAL

Coherente con el trasegar histórico del estudiantado surgió la FEU-Colombia. En junio de 2005, en Barranquilla, la organización floreció como una expresión de los estudiantes colombianos, cuyos compromisos la proyectaron en las batallas gremiales y en las disputas políticas. De hecho, en cada universidad, la federación despuntó como organización defensora de los derechos e intereses de los estudiantes; entre tanto, en el orden nacional, fungió como una fuerza opositora a la agenda educativa del presidente Álvaro Uribe Vélez y su política de Seguridad Democrática.

El segundo congreso concretó esto, por cuanto enfatizó el papel de la FEU-Colombia en una doble dirección: luchar por defensa de los intereses del estudiantado, mientras impulsaba la solución política del conflicto armado a través del Mandato Estudiantil por el Acuerdo Humanitario. El tercer congreso operó en una dirección similar, porque llamó a la defensa de la universidad pública y a trabajar por una Educación para la Segunda y Definitiva Independencia. De esta manera, la federación asumió un accionar gremial y político, entendiendo que su participación en las luchas cotidianas del estudiantado constituía el sustrato para politizarlo y proyectarlo hacia la disputa política por un nuevo país.

El cuarto congreso siguió esta línea, en tanto procuró acompasar el trabajo de la federación con la lucha por la paz. A partir de este evento, la FEU-Colombia se la jugó por desatar la fuerza del constituyente primario como condición de una transformación sustancial en la educación y en la sociedad. Por esto, la organización levantó un programa para una universidad diferente soporte de la resistencia al acuerdo 2034 y la Ley de inspección y vigilancia, y desplegó un esfuerzo por comprometer la universidad colombiana con la construcción de una paz estable y duradera. En otras palabras, la FEU-Colombia le siguió apostando a un doble juego en el que se conjugó permanentemente lo gremial con lo político.

Pese a los altos y los bajos que ha experimentado la federación desde su quinto congreso hasta el presente, la organización persiste en esta constante. La fuerza de las circunstancias conjugadas con el compromiso histórico ha hecho que la FEU-Colombia esté en la lucha por la financiación adecuada y estatal del SUE (Sistema Estatal Universitario) y, de forma simultánea, confronte el gobierno de Iván Duque. Incluso, su incumplimiento para con el acuerdo logrado con el estudiantado ha tornado una pelea aparentemente gremial en una disputa política, por cuanto está llevando a los estudiantes a valorar al gobierno como un obstáculo en la superación de la crisis del SUE y de la educación superior.

EL MOMENTO ACTUAL, LA FEU-COLOMBIA Y SU CARÁCTER

La lucha gremial ha encontrado en cada universidad variadas expresiones, porque las condiciones básicas para que los estudiantes puedan enfocarse en la actividad académica siguen sin satisfacerse. Esto ha justificado y seguirá sustentando las tensiones entre el estudiantado y las administraciones universitarias, las cuales giran y girarán alrededor de la distribución del presupuesto, los planes de inversiones, etc. En perspectiva nacional, y como ha venido ocurriendo, este panorama servirá de sustrato para continuar la lucha por mejorar y aumentar la financiación estatal por medio de un nuevo esquema para la financiación y la asignación de los recursos.

Sin embargo, esta no es ni será la única bandera de lucha del estudiantado. Desde la experiencia de la FEU-Colombia, la educación superior universitaria está cada vez más a merced del juego de la oferta y la demanda, mientras su horizonte está anclado con las necesidades del mundo del mercado, la sociedad del consumo y totalmente al margen de la Colombia profunda, la superación de las causas originarias del conflicto armado y la justicia social. Por esto, las reivindicaciones de la federación no pueden limitarse exclusivamente a asuntos estrictamente gremiales.

En procura de esto, la FEU-Colombia le corresponde volver a consolidarse como una expresión del estudiantado de orden nacional, de raigambre gremial, y como una organización amplia y plural para que recoja el mayor número de manifestaciones del estudiantado comprometidas con sus luchas particulares, así como con una apuesta por una nueva educación para un nuevo país. Esto significa que la federación debe volver a abrirse a los estudiantes del común para que encuentren en la FEU-Colombia un instrumento de lucha y resistencia, y una escuela formadora de generaciones que –al tenor de la lucha política– confronte los gobiernos y le apueste a los cambios políticos. Así, la organización podrá constituirse en uno de los estandartes de la lucha por una universidad financiada plenamente por el Estado, que sea la conciencia crítica de la nación y contribuya a sentar las bases de la dignidad.

Esta loable aspiración exige de una federación enraizada en el estudiantado, puesto que este es el protagonista en la lucha por sus reivindicaciones y en cualquier disputa legítima. De hecho, en la pugna por una nueva educación y un nuevo país su relevancia será clave, por cuanto su presencia mayoritaria y cualificada es la que permitirá modificar el actual orden de cosas. En este sentido, la FEU-Colombia es una herramienta para convertir a los estudiantes en el constituyente primario y, por tanto, en artífice de su propio destino, parafraseando a los jóvenes de Córdoba de 1918.

La unidad, en este marco, será un medio determinante tanto para las luchas gremiales como en la disputa política. La idea de sumar cuantitativa y cualitativamente no es caprichosa, por el contrario es una condición necesaria para la victoria. La historia colombiana ha demostrado que una fuerza social es influyente en la medida en que ejerza la suficiente presión para modificar el orden de las cosas. Por lo tanto, la unidad es medio y fin para lograr los objetivos de corto, mediano y largo plazo en la brega por una nueva educación y un nuevo país.

La estreches del régimen político, el cual no ha sido modificado debido a la implementación frustrada del acuerdo con las FARC-EP, al igual que el carácter reaccionario de quienes están en el poder y desde la sombra lo ejercen hace de la unidad un imperativo de primer orden. Asimismo, la tendencia del gobierno a contener la insatisfacción social y popular por medios violentos o tolerando el accionar criminal contra quienes constituyen y pueden constituir la base de un movimiento social y popular convoca a un accionar colectivo y articulado con otras formas organizativas de la gente. De hecho, la persistencia del conflicto armado alimentada por el incumplimiento en el inicio de la construcción de la paz estable y duradera es un llamado urgente a actuar cohesionadamente contra amenazas que se suponían superadas.

En atención a todo esto, el accionar por mejorar las condiciones para la búsqueda del conocimiento por parte de los estudiantes no estará al margen de la confrontación con el gobierno actual y con las políticas educativas que continua y reproduce. El panorama que ha propiciado sienta las bases para enmarcar las luchas gremiales en disputas políticas. Sus incumplimientos, la tendencia a limitar el derecho a la protesta, y a utilizar el fantasma de los grupos armados actualmente existentes para estigmatizar a quienes se movilizan lo convierte en el adversario contra quien corresponde luchar. Por esto, la FEU-Colombia le corresponde refrendarse y constituirse nuevamente como una organización nacional, gremial, abierta, inmiscuida en la lucha política y con un espíritu unitario sin igual en perspectiva de amalgamar un movimiento estudiantil transformador y un movimiento social y popular que allane el camino hacia una Colombia con justicia social y para la dignidad.

CARTA DE UN GRUPO DE EGRESADOS DE LA UT A LOS HUELGUISTAS

Juan Carlos Galindo Guzmán, Andrés Caro, Camilo Pinzón, Juan Camilo Tibaduiza. Foro: Camilo Toro.

Admirables estudiantes:

La comunidad universitaria de la UT, al igual que la opinión púbica de Ibagué y el Tolima, fue testigo de una impresionante batalla. Desde el miércoles 15 de julio, ustedes iniciaron una huelga de hambre. Su objetivo: asegurar la gratuidad en el costo de matrícula para más de 13 mil estudiantes de los estratos 1 y 2. Hoy, las más de 168 horas de huelga valieron la pena. La negativa del gobernador Orozco, así como el silencio del alcalde de Ibagué y el rector de la universidad, no fue suficiente para contener su determinación. Una semana después, la dirección universitaria anunció la Matrícula Cero para los estudiantes de la UT.

Esta ganancia es el resultado de su arduo trabajo. Su decisión incondicional logró encarnar la necesidad de centenares de muchachas y muchachos de la universidad; incluso, logró recoger la angustia de las familias que, en medio de las penurias, estaban haciendo lo posible por garantizar los estudios de sus hijos. Por esto, ustedes merecen el mayor grado de admiración, ya que arriesgaron su integridad y salud por una causa noble y, sobre todo, justa y pertinente.

Los cuatro mil quinientos millones del gobierno departamental no son una alcahuetería. Contrario a lo que piensan y dicen otros, consideramos que estos son un aliciente; en especial, cuando los bancos están esperando con los brazos abiertos a nuevos solicitantes de préstamos con fines académicos. La posibilidad de estudiar no puede estar medida por la capacidad de endeudamiento. Así que el dinero comprometido de la gobernación en la Matrícula Cero es importante para evitar algún tipo de compromiso con el diablo. Y esto es gracias a ustedes y solo a ustedes.

Nosotros somos hijos de la UT. Al igual que ustedes, en nuestros tiempos dimos otras luchas, esperanzados en una universidad pública al alcance de todos. Hoy son ustedes los que con empeño alcañanzon un importante logro en esta vía. Esto sin pensar en sus intereses o los de sus grupos, como ocurrió durante los primeros años de la década del 2000. Por consiguiente, ustedes son la viva encarnación de la solidaridad, la abnegación y el compromiso con la causa de los estudiantes.

Nos enorgullece que jóvenes como ustedes ostenten el honor de estudiar en la UT y ser líderes estudiantiles. De seguro la experiencia vivida marcará su trasegar y los forjará como unos hombres nuevos.

Desde la distancia,

Egresados de la Universidad del Tolima

ESTUDIANTES Y DIRECCIÓN DE LA UT POR LA MATRÍCULA CERO

Por medio de una carta, los estudiantes y la dirección de la Universidad del Tolima elevan una exigencia por mayor presupuesto para garantizar la Matrícula Cero a sus estudiantes.


En la misiva en cuestión, los firmantes son enfáticos en la necesidad de resolver la incertidumbre sembrada por el Covid-19, la pandemia y la disminución de los ingresos. Ante esto, la Matrícula Cero es una prioridad en este sentido y requiere del concurso de diferentes partes para lograrlo. Por esto, los estudiantes y la dirección universitaria en cabeza de Enrique Alirio Ortiz le solicitan a la gobernación y la alcaldía de Ibagué una ayuda.

Según los cálculos realizados en la reunión de estudiantes y directivos universitarios, el faltante para garantizar la Matrícula Cero de los estudiantes en situación de vulnerabilidad asciende a los seis mil millones de pesos. Con esta suma, la exigencia levantada por la estudiantina de la UT lograría una salida oportuna a la crisis. Ahora, la palabra la tienen el gobernador Ricardo Orozco y el alcalde de Ibagué Andrés Hurtado.

LOS DATOS NO MIENTEN. LA NECESIDAD ES EVIDENTE. #MATRICULACEROYA


En unas recientes declaraciones, el gobernador del Tolima, Ricardo Orozco, expresó la imposibilidad llevar a buen término la propuesta de Matrícula Cero levantada por la estudiantina de la UT. Los costos que implica, al parecer, desbordan los recursos disponibles a nivel departamental. Por lo cual, el apoyo para el financiamiento total de la matrícula de los estudiantes clasificados en los estratos 1 y 2 de la UT está embolatado.

Para el gobernador Orozco, los 1.680 jóvenes que está subsidiado la gobernación y que viene desde la administración anterior son un aporte suficiente, así como 2.000 posibles nuevos cupos aprobados por su administración para el semestre B de 2020. El problema es que el número de estudiantes clasificados en los estratos 1 y 2 desbordan la sumatoria de los actualmente becados por la gobernación más los 2.000 adicionales. Ni siquiera sumándole a estos los beneficiarios del programa Generación E es posible cubrir a quienes están en dichos estratos.

Según el rector de la UT, Omar A. Mejía Patiño, en un tuit del 14 de julio, el número de estudiantes clasificados en los estratos en cuestión asciende a 13.400. Entre estos no figuran, como lo señala el mismo rector, los favorecidos por la gobernación (los 1.680 mencionados por Orozco) y los de Generación E. Incluso, de contemplar los 2.000 nuevos cupos anunciados por el gobernador, la cuentas no cuadran. Un número de 11.400 estudiantes estaría pendiente de una solución al problema del financiamiento de la matrícula para el semestre entrante.

En estas condiciones, la acciones de protesta emprendidas por los estudiantes de la UT, entre estas la huelga de hambre, tienen una razón de mucho peso: asegurar la continuidad académica de más de 10.000 estudiantes, cuyas condiciones socioeconómicas no son las más adecuadas en este momento. Así que el compromiso de la gobernación y la alcaldía de Ibagué no solo es necesario, sino urgente: en sus manos sigue estando la solución.