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» » EL FIN DE SEMANA DEL 20 DE JULIO FUE ETERNO: JUAN CARLOS GALINDO (PARTE II)

Iniciar la huelga no era el lío. El problema era afrontar los días venideros, señala Juan Carlos Galindo al recordar los días más complejos de la protesta por la matrícula cero. El sábado 18 de julio inició el puente festivo del día de la independencia, el cual estuvo acompañado con medidas estrictas de toque de queda como forma de contrarrestar el avance del COVID-19. Por esto, esos días fueron duros para él y sus compañeros. La reducción en el grupo de acompañantes y el aumento de los riesgos fueron las marcas distintivas de esos días en los que el hambre no fue la única característica.

Primera parte de la entrevista: Que una persona egresada se uniera a esta acción me motivó a unirme: Juan Carlos Galindo

Estos detalles, los amplia a continuación Juan Carlos. Como protagonista con quien tuvimos la oportunidad de conversar sobre su experiencia en la huelga de hambre, él nos presenta una panorámica acerca del curso de los días, nos dibuja la interlocución con la universidad y la actitud de la gobernación.

Juan Carlos Galindo en la huelga de hambre por la Matrícula Cero para los estudiantes de la UT. Foto: Camilo Toro.

AEP: El primer acercamiento con las directivas universitarias, ¿Cómo fue?

Juan Carlos Galindo: Si no estoy mal, la primera persona que llegó a la sede de Los Ocobos fue el director de Bienestar Universitario. La verdad no recuerdo el nombre del profe. Él llegó con los médicos de sección asistencial. Ellos nos valoraron y nos dijeron que por la tarde iba a llegar el profe Alirio (el Vicerrector de Desarrollo Humano). En la tarde, llegó él; llegó con el Vicerrector Administrativo y llegaron los vicerrectores con el secretario general.

Lo primero que nos dijeron fue que cuidado con el edificio. Prácticamente, les interesaba más el edificio que la salud de los estudiantes. Sin embargo, es algo entendible. Nos dijeron que el edificio era una copropiedad, entonces era una obligación cuidarlo y creo que ese también fue un propósito de la huelga: no dañar el edificio. Creo que en ese sentido cumplimos.

Sobre las 3:00 p.m. hablamos nosotros, les dijimos que las exigencias estaban claras y que la huelga de hambre se levantaba el día que dieran el dinero. Ellos nos dijeron que estaban dispuestos a dialogar. La universidad siempre estuvo dispuesta a dar la matrícula cero, teniendo en cuenta que ellos también son beneficiarios. Nosotros le dijimos que queríamos conformar un comité de matrícula cero del cual ya teníamos unas personas.

Ellos nos preguntaron “qué necesitábamos”. Nosotros les pedimos los mínimos vitales: el Internet, la energía eléctrica y pues el baño, porque el primer día no teníamos baño. Era muy complicado no poder ni siquiera ir al baño a orinar, sabiendo que estábamos tomando agua y suero. Ellos dijeron que nos iban a gestionar eso, pero que el edificio no se comprometía a que lo abrieran.

Al otro día, quedamos de hacer una reunión a las 8:00 a.m. Creo que con la administración, la primera vez fue algo consensuado y rápido. Llegamos a los términos fácil y no podemos decir que fue difícil.

AEP: ¿Qué tal juzgaron la disposición de la dirección universitaria con la exigencia de la Matrícula Cero?

JCG: Del profe Alirio no tengo mayor reparo. Creo que él fue una de las personas que estuvo más al pendiente junto con el director de Bienestar Universitario. Con el rector si hubo muchos problemas, pues un hombre que dice que es especialista en Derechos Humanos y no es capaz de hablar con sus estudiantes que están en huelga de hambre por una causa justa y noble, deja mucho que decir y pensar; además, salir a decir que lo único que le importaba era que estábamos rompiendo las medidas de bioseguridad y que por esto la universidad debía pagar 20 millones, creo que es algo complicado y complejo por parte del señor rector. ¡Pero bueno! A la final sabíamos que en el discurso oficial no íbamos a quedar bien vistos, por eso nos tocó hacer el discurso propio para poder decirle a la gente que la matrícula cero no fue por parte de ellos, sino por una lucha mancomunada del estudiantado y la sociedad Ibaguereña. Entonces, creo que la disposición de la administración no fue la mejor, si bien –como lo dije– no tengo reparos frente al profe Alirio, pero de resto nadie más se pronunció. Creo que los que se pronunciaron fueron muy poquitos. Incluso, hubo profes que ni sonaron ni tronaron. Creo que en ese sentido si es lastimoso que haya gente que guarde silencio aún, de pronto por miedo de perder su puesto o porque haga cogobierno en la universidad con la administración, como el caso de ASPU que no dice nada: no se pronunció y probablemente no lo haga.

AEP: Usted y sus compañeros en huelga, ¿Qué opinaron frente a las opiniones del gobernador sobre la viabilidad de la Matrícula Cero?

JCG: Los comentarios hechos por la gobernación y el silencio que guardó la administración de la universidad no fueron muy bien recibidos. Frente al silencio, creo que todo el mundo decía “venga, a esta gente qué le pasa, por qué no se pronuncian, por qué no dicen nada, no les interesa…”. Y pues el último día cuando el rector sacó en su cuenta de Twitter: "Trabajamos en silencio y sin busca de protagonismos", fue un golpe durísimo al movimiento estudiantil, porque él sabía que nosotros estábamos ahí, pero aun así desconoció la acción. Una frase de esas no le queda nada bien a una persona que ocupa el cargo más alto en una universidad. Es complicadísimo que hable de la misma manera que habla el Gobernador. ¡Pero bueno! Sabemos que son del mismo partido y que hacen cogobierno en la universidad, entonces no esperábamos menos.

AEP: El fin de semana del 20 de julio, ¿Qué tal estuvo?

JCG: Ese fin de semana fue eterno. El toque de queda, yo creo, lo estaban haciendo también para matarnos psicológicamente, porque los días antes de ese fin de semana, lo que fue miércoles, jueves y viernes, la gente logró estar en el campamento hambre de educación (así le decíamos de manera jocosa). Las personas se podían quedar esos tres días hasta las 9:30 o 10:00 p.m.

El sábado que salió el toque de queda a las 7:00 p.pm. cambió toda la dinámica. Las noches eran más largas y pues nos pasó de todo. El sábado tuvimos cuatro percances. Desde las 5:30 p.m. la gente se empezó a ir y quedamos los huelguistas y tres personas más. Después llegaron personas sospechosas. Por ejemplo, llegó un muchacho –no recuerdo el nombre de él– a mirar todo y a decir que él era primo mío, que quería saber cómo estábamos; que él era hijo de un primo que se llama Alex, supuestamente que es un primo mío. Yo le decía: ‘mano yo no conozco ningún Alex’. Entonces, desde ahí nos empezó a causar desconfianza. Además, la forma en la que estaba vestido, todo de negro con una capucha… eso fue difícil. Las personas de Derechos Humanos lo persiguieron. ¡Bueno! En fin… y a dos cuadras en la plaza de Bolívar lo recogió una moto y se lo llevó. Con esto empezaron los hostigamientos.

Al rato llegaron unas escobitas que nunca se acercaban. Lo curioso es que tenían el corte bajito y no estaban sudando, llevaban las escobas pero no el carrito dónde recogen la basura. Ellos llegaron a preguntarnos cómo era la cuestión de la guardia, a qué hora hacían los cambios de turno… unas preguntas muy puntuales y no preguntaron nada sobre la huelga. ¡No! Llegaron a preguntar por el cambio de guardia, por cuántos se estaban quedando. Afortunadamente, los pelados que interlocutaron con ellos supieron persuadir la conversación y le contestaron que había 25 personas haciendo la guardia, que ellos no dormían sino que pasaban derecho para estar pendientes de los huelguistas (cosa que también era mentira). A esa gente se le salió por la tangente.

Luego de esto pasó una situación con una chica en condición de calle. Nosotros decimos que la policía la llevo hasta allá correteada, porque supuestamente la cogieron robando en Belén y fue a dar al campamento. Ahí se interlocutó con la policía y con la chica, y se le dijo que ella no se podía quedar ahí. Los manes se fueron y a ella se le dio agua. Luego salió y se fue también. Nosotros dijimos que era enviada o había sido premeditado por parte de los policías.

A las 3:00 a.m. del día siguiente llegó el famoso "policía amigo", como le colocamos de manera jocosa, a decirnos que él también quiso estudiar pero que no pudo: “muchachos estén pendientes porque los van a levantar, los van a coger, ustedes apenas terminen de hacer la huelga los van a buscar, porque eso es lo que están hablando”. Entonces, los pelados que interlocutaron con él quedaron como “usted porque nos viene a contar eso”. Le colocamos el policía amigo.

En el día la policía llegó a molestar. Ellos estuvieron ahí siempre con nosotros más que cuidándonos, pendientes de qué estábamos haciendo. También llegaron a intimidar la gente. Decían que iban a mandar el ESMAD para que no cerráramos la vía. ¡Bueno! Una serie de cosas que sucedieron ese fin de semana larguísimo. Creo que fue muy complicado, porque pues las calles en Ibagué se veían solitarias.

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