Aun hoy se siente el olor de la primera primavera, la que vimos florecer en 2005 en aquel Congreso constitutivo en Barranquilla, los emblemáticos 8 y 9 de junio, días del estudiante, donde no existían sino deseos de hacer historia y trazar, desde cada universidad, las rutas por donde caminaría la utopía: y comenzamos a vivirla!
La persecución y la muerte nos arrebataron a Martín en Medellín, generaron un ambiente de muerte y zozobra, lamentablemente instaurado en nuestros imaginarios. Años después sería Jan Farid, inscrito en la memoria siempreviva. Nuestra patria maltrecha y amasada con sangre, nos vuelve a veces escépticos e indiferentes frente a la muerte. Nosotros sin embargo decidimos seguir de pie, les gritamos a los verdugos, decidimos que la libertad es esencialmente un gesto por reivindicar la condición humana y profundizar, hasta las últimas consecuencias el derecho a la rebeldía.
Pasamos entonces de ser utopía, a ser dignidad. Y mientras cabalgaban nuestros sueños desde el agreste sur del país, pasando por el suroccidente colombiano, el Sumapaz y la Sabana, los llanos y el labrar del rio Magdalena, hasta llegar a la costa Caribe, cada universidad iba germinando a nuestro paso la flor de la insumisión y la ruptura. Consignamos junto a Allende que “Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica”.
Decidimos entonces ser agentes del grito, tener por principio el no callar, y el no ceder ante la injusticia. Nos inscribimos en la generación que se atrevió a romper con la desidia para darle una batalla al despojo y la servidumbre.
La represión siguió y nos metió presos sin poder probar nada: porque aunque en Colombia la lucha por la dignidad es un delito político, la juventud y su ímpetu rehúyen cualquier formalismo y se inscriben dentro del único lugar inexpugnable, incluso para ellos quienes todo lo purgan: nuestra determinación de hierro. Hoy, pese a que Jorge Eliecer, Omar, Carlos y tantos otros continúan presos, los llevamos en cada vuelo de nuestra creatividad, y sabemos que ellos van allí, porque hemos aprendido a trastornar el orden y quitarnos los grilletes, así se nos haga un nudo en la garganta.
Hoy llevamos muchos recuerdos, mucha vida, mucha historia detrás. Tenemos el mismo furor de cuando empezamos a construir federación en un proceso de aprendizaje donde nos formamos en las cátedras de la utopía, la dignidad, la esperanza y la lucha por la vida. Les hemos arrancado el aprendizaje a tantos y tan diversos verdugos que han buscado hacer de la represión una forma natural de existir. Pero no se existe plenamente en un país de muerte, si no se resiste. Y en ese marco insistimos peleando y cabalgando junto a las palabras de Jaime Pardo Leal “De que vale la vida si cuando se tiene parece muerta. La vida es para vivirla, para sentirla, para vibrarla. Eso justifica nuestro paso por la Tierra.”
Llevamos 7 años de lucha por la dignidad y la vida en cada universidad. Forjando a cada paso la organización y la huelga. Peleando por una nueva universidad para un nuevo país, aquella universidad que nace en un estudiantado que siente las líneas de José María Vargas Vila “Nos resistimos a ser parte de una generación a la que le toco vivir mientras la libertad moría”.
La consigna por la segunda y definitiva independencia es labrada en cada grupo, colectivo, y parche federado en cada rincón del país y en cada esquina, donde, así esté prohibido conspirar y soñar, es posible y deseable –como siempre debe serlo-, desobedecer. No hay desobediencia que emane de la indignación, que no tenga toda la potencialidad de converger en el más bello de los estallidos conscientes de la rebeldía. Aquel que hace tambalear gobiernos y llenarlos de temor y estigmatización contra el futuro que se refleja en una juventud para la vida. Hemos sido hogar de la esperanza, y somos también parte de la posibilidad, cada vez más real, de llevar la imaginación al poder.
Cumplimos 7 años en el marco del Encuentro Nacional Programático de una de las apuestas más significativas de la historia del movimiento estudiantil: La construcción unitaria de la Mesa Amplia Nacional Estudiantil y sus horizontes. Eso nos llena de orgullo por ser participes de la manifestación de la consigna unitaria que enarbolamos desde siempre.
Seguiremos insistiendo y resistiendo, sabiéndonos Quijotes que sienten bajo sus talones el costillar de Rocinante, y avanzan cabalgando sin medir nunca el tamaño de los molinos de viento.
Los retos que hoy nos deparan son muchos. Las dificultades aún mayores. Pero el ímpetu y la determinación para afrontarlos, desbordan por completo cualquier posibilidad de detenernos.
La nueva educación para un nuevo país no tiene reversa.
Éstos 7 años nos han enseñado que podemos hacer de la esperanza el diseño de nuestra historia.
FEDERACIÓN DE ESTUDIANTES UNIVERSITARIOS
POR UNA EDUCACIÓN PARA LA SEGUNDA Y DEFINITIVA INDEPENDENCIA!
CONSTRUYENDO CAMINOS DE UNIDAD!