Vale la pena señalar que la Alianza por la Justicia Global es una organización comprometida con la lucha anti-imperialista en todo el mundo, enfocada especialmente en América Latina; fue fundada en 1998 como producto de un proceso de solidaridad con Nicaragua que se gestó antes de la revolución de 1979. Por su carácter solidario e internacionalista, contribuyó a la creación de la coalición más grande en oposición a las guerras contra Irak y Afganistán.
James Jordan en calidad de coordinador de la Alianza por la Justicia Global ha centrado su trabajo solidario en Colombia, visibilizando la situación de persecución del movimiento campesino, solidarizándose con los prisioneros políticos y denunciando su situación carcelaria. Como resultado de todo esto, James ha publicado informes, ha hecho visitas y comparte permanentemente sus preocupaciones con los compañeros de su organización.
Con motivo a un intercambio que sostuvimos con James, producto de una de sus visitas a Colombia, y después de estrechar nuestros vínculos, conversamos detenidamente con el sobre varios temas claves.
1. ¿Qué percepción tiene de Colombia?
Para mí y mi organización, la Alianza por la Justicia Global, consideramos que Colombia es una llave para el hemisferio y para el mundo; es una llave que puede abrir dos puertas: la puerta a la liberación, la paz y la justicia, o la puerta al Imperio, la guerra y la represión. Por su posición geográfica, sus riquezas naturales y su historia con movimientos fuertes de la izquierda, pero también, por desgracia, de derecha, lo que pasa en Colombia tiene repercusiones grandes en el mundo. En este momento, el gobierno estadounidense y las corporaciones transnacionales promueven a Colombia como un socio del imperialismo, la han vinculado como integrante de la OTAN y, por el acuerdo de seguridad firmado en 2012 entre los EE.UU. y Colombia, las tropas colombianas han patrullado con EE.UU. en las costas de Centroamérica y el Oeste de África. Además, Colombia ha dado formación a miles de integrantes de las fuerzas armadas, de la policía y de los oficiales de las cárceles de países como México, Honduras, hasta Afganistán en cooperación con los diseños estadounidenses. Por otra parte, Colombia tiene un movimiento popular muy fuerte y creemos que si este movimiento llega al poder, no únicamente lograrían la paz, justicia y su liberación, sino que se abriría paso a la liberación de todas las Américas y del mundo entero.
Especialmente, creo que Colombia es de vital importancia con respecto a otros dos países igualmente importantes para el hemisferio y el mundo: Venezuela y México. Colombia puede ser una vía de desestabilización de Venezuela o podría ser unos aliados poderosos: juntos podrían llevar a toda Latinoamérica a la liberación del imperio. Con respecto a México, es importante recordar que también es un país de riquezas naturales y de movimientos populares y de izquierda histórica. En este momento, la mitad de toda la formación internacional militar y policial ofrecida por Colombia está siendo destinada a México. Si Colombia y México juntos logran el poder popular, todo el mundo cambiaría; sería un golpe contra el poder imperial, que también nos afectaría a nosotros como estadounidenses; iniciaría una etapa de liberación de mi propio país, con nuestros recursos enfocados en las necesidades del pueblo y no en la propagación del Imperio.
Quiero decir también que más allá de los movimientos políticos y las luchas para la liberación, mi percepción de Colombia es que es un país de una naturaleza bellísima y una nación que le ha dado al mundo ritmos y música propios de su gente, literatura, arte, agricultura, café, frutas, carisma, amabilidad, cultura, riquezas ancestrales como oro y esmeraldas, flores, moda, preservación de las costumbres y tradiciones culturales, turismo, entre otras.
2. Desde la década del 80, Colombia ha sido sometida a las definiciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM). Desde su punto de vista, ¿Qué implicaciones ha traído esta subordinación para Colombia y qué beneficios le ha significado a los norteamericanos?
Necesitamos otro tipo de instituciones alternativas al FMI y al BM, por esto aplaudo los esfuerzos de algunos países suramericanos para establecer opciones alternativas como el Banco del Sur y el ALBA. El FMI y el BM tienen historias largas de servicio al neoliberalismo. Con respecto a los beneficios para los norteamericanos, pues, puedo decir que el FMI y el BM no benefician al pueblo norteamericano sino a los ricos. Para los obreros, campesinos, comunidades oprimidas y los pobres de mi país, el FMI y el BM solamente son herramientas de represión para el mundo, no representan los intereses del pueblo estadounidense, pero benefician mucho el 1%, “the filthy rich”, es decir los asquerosamente ricos. Existe un movimiento popular aquí en contra el poder de los bancos, es una lucha que debemos continuar.
3. ¿Qué opina de la cooperación y la presencia militar norteamericana en Colombia?
Es una violación a la soberanía colombiana. Con respecto a Colombia, lo que quiere el imperio es convertirlo en una avanzada de las fuerzas militares estadounidenses. Como ciudadano de los EE.UU., creo que la presencia del militar estadounidense en Colombia o en cualquier rincón del mundo es un robo a los trabajadores estadounidenses. Mientras que mi país gasta tanto dinero destinando recursos hacia las fuerzas armadas, las cárceles, la maquinaria de guerra y la represión mundial, nuestras escuelas están superpobladas y son de mala calidad (a diferencia de las escuelas de las comunidades ricas), la infraestructura de las autopistas, las calles de nuestras ciudades y puentes requieren de inversión para mantenimiento y reparación; se requiere de inversión para crear un programa de empleo nacional; y, nuestros ecosistemas necesitan cuidado después de décadas de degradación.
James Jordan. Foto: archivo personal. |
4. El gobierno colombiano firmó un Tratado de Libre Comercio con EE.UU., ¿Qué piensa sobre este acuerdo?
Es un fracaso. Como consecuencia del TLC, se llegará a la destrucción del agro y el campesinado Colombiano y también estadounidense. El TLC no garantiza el beneficio de los pequeños productores quienes deben competir con los grandes productores agrarios. Los que realmente se benefician de estos tratados son los grandes productores y las corporaciones transnacionales. Otras consecuencias del TLC, es el aumento del desempleo, sueldos bajos, ataques anti-sindicalistas, amenazas ambientales y la consolidación de recursos y ganancias en las manos del 1%.
5. Los medios de información colombianos han dibujado a EE.UU. como un país ejemplar en términos de gobierno, política social y modelo económico. ¿Qué tan cierto es eso?
Lo que la prensa corporativa de los EE.UU. no quiere informar al mundo es la realidad en las calles y en el campo. La realidad aquí es que la grieta entre ricos y pobres crece cada día más, las garantías para los obreros disminuyen, los derechos de los sindicatos se están viendo amenazados, nuestros ecosistemas y el ambiente entero se están muriendo, así como la calidad de la educación padece. En lugar de escuelas, construimos cárceles, tenemos la tasa de encarcelamiento más alta del mundo, incluyendo prisioneros y prisioneras políticas. Tenemos 700,000 internos más que lo que tiene todo China, ya que China posee cuatro veces la población de los EE.UU. Tenemos más de 80,000 internos condenados al confinamiento solitario.
La realidad es que en este país el racismo y la discriminación continua, y es más probable que un Africano-Estadounidense vaya a la cárcel que a la universidad. Miles de inmigrantes sin documentos mueren en nuestros desiertos buscando empleo a causa de la migración forzada, migración que es el resultado de las políticas estadounidenses y neoliberales y, en particular, de los Tratados de Libre Comercio de America del Norte y de Centroamérica que han diezmado a las comunidades rurales de estas regiones. Mientras tanto, una persona Latina, ciudadana o no, puede ser racialmente detenida sin causa y cuestionada sobre su estatus inmigratorio.
La realidad aquí es que con un 5% de la población mundial, los EE.UU. usa el 25% de los recursos energéticos. Somos productores del 50% de residuos sólidos y producimos más gases invernaderos per-cápita que cualquier otro país en el mundo. ¿Este constituye un modelo sostenible para el mundo? Creo que no… Es un modelo para la desigualdad y la ruina.
En términos de gobierno y política, tampoco somos modelo. Nuestro gobierno es dominado por los ricos y sus sirvientes. Dicen que en los EE.UU. tenemos un sistema de “una persona, un voto”: es una mentira. Nuestro sistema electoral realmente es “un dólar, un voto”. Las elecciones son compradas y dominadas por los dos partidos mayores –partidos de los ricos– y no hay garantías ni oportunidades suficientes para la participación política de los obreros, estudiantes, campesinos, ni las etnicidades oprimidas en las elecciones. Sí, muchos de nosotros, incluyéndome, participamos en la lucha electoral. Por ejemplo, mi representativo en el Congreso estadounidense, Raúl Grijalva, es hijo de un inmigrante mexicano, es un veterano de los movimientos Chicanos de los setentas y es muy opuesto a las políticas de guerra; pero es la excepción no la regla. También hemos ganado algunas batallas contra la extrema derecha, y aunque es muy difícil la tarea de crear un partido alternativo que represente a los trabajadores y sus allegados, es una tarea que no podemos dejar a un lado.
6. Actualmente, el gobierno colombiano y las FARC-EP adelantan unos diálogos con el fin de superar el conflicto armado y sentar las bases de una paz estable y duradera. Estos diálogos, ¿En qué perjudican o benefician al gobierno norteamericano?
El gobierno –y la oligarquía– están divididos en este momento, como en Colombia. Hay algunos de ellos –en el gobierno y en las corporaciones transnacionales– que quieren la estabilidad que pueda traer un acuerdo. Y otros que no quieren ningún acuerdo. Por ejemplo, Paul Wolfowitz, un arquitecto de las guerras en Afganistán e Irak y del Plan Colombia, ha escrito que Colombia consta de un modelo para el conflicto como el de Afganistán, y que el modelo no es para ganar la guerra, sino simplemente para manejarla. En otras palabras, una guerra sin fin es aceptable, mientras no impida el acceso a las riquezas naturales para las corporaciones transnacionales. De hecho, para éstas, es preferible la guerra si a través de ellas se pueden conquistar más recursos. Incluso, tenemos organizaciones estadounidenses como el Instituto Republicano Internacional que ha financiado prensa colombiana de la derecha extrema, o sea de los políticos uribistas.
7. ¿Qué piensa de las movilizaciones sociales y políticas protagonizadas por los campesinos, indígenas, estudiantes y demás sectores sociales en Colombia?
Nos inspiran, nos dan esperanza. ¡Su lucha es nuestra lucha! ¡Estamos con ustedes!
8. La represión, la persecución y el encarcelamiento de los líderes sociales y políticos ha sido una constante en la historia colombiana, ¿Qué opinión merece esta situación?
Con un estimado de 10,000 prisioneros y prisioneras políticas en Colombia, consideramos que es una cifra fuente de vergüenza y un obstáculo para la paz del pueblo colombiano. Nosotros desde la Alianza por la Justicia Global entendemos muy bien que el sistema carcelario en Colombia es fundado y avisado por el gobierno estadounidense. Una paz con justicia social en Colombia no es posible sin una solución justa de la situación de los prisioneros y prisioneras políticas y de guerra.
Con respecto a los asaltos, asesinatos, desapariciones, persecuciones, montajes y desplazamiento, lo que he oído tantas veces de mis camaradas en Colombia, es que será necesario el acompañamiento y la consciencia internacional para ayudar a parar esta violencia, que se garantice el derecho a la verdad para así asegurar que la paz sea estable y durable. Si tenemos una repetición del genocidio como ocurrió contra la Unión Patriótica en los 80s y 90s –un genocidio nuevo contra la Marcha Patriótica–, podremos culpar en gran parte, al silencio de la comunidad internacional. Esto es lo que debemos comunicar al mundo.
James Jordan. Foto: archivo personal. |
9. ¿Qué le diría a los colombianos que creen que en EEUU no existen opositores, gente de izquierda y revolucionarios?
Primero, ¡si existimos!, y por favor, no nos olviden. No todos aquí nos hemos olvidado de los héroes de Chicago, los héroes del primero de mayo; no todos aquí hemos olvidado el genocidio y la represión contra los indígenas que resistieron y que continúan resistiendo la invasión y ocupación de sus territorios y comunidades; no todos nos hemos olvidado de aquellos que resistieron y que continúan resistiendo la esclavitud y el racismo. El McCarthyismo y otras cacerías de brujas no han terminado con cada comunista, socialista, anarquista, ni izquierdista de este país. Sí, todavía estamos. No todos aquí hemos olvidado nuestros propios héroes como John Brown, Angela Davis, Goyathlay (Gerónimo, el luchador Apache), Martin Luther King, Malcolm X. Y todavía hay pueblos aquí que reconocemos a Puerto Rico como un país ocupado, no como una colonia estadounidense.
La verdad es que ya, en este siglo, millones de ciudadanos y residentes de los EE.UU. han marchado en contra de las guerras, en contra del poder de los bancos, en favor de los derechos de los inmigrantes y los trabajadores sin documentos y en favor de los derechos laborales. El movimiento “Occupy” ha reintroducido en todo el país el discurso sobre la lucha de las clases, pero en los EE.UU., lo que nos falta es consciencia política, y así, aunque podamos levantar movimientos grandes, sin consciencia política no sabremos cómo sostenerlos. Tenemos historia de una tendencia muy individualista y creo que ésta interfiere profundamente con el desarrollo de un movimiento político y colectivo de tamaño y el poder suficiente para desafiar la oligarquía estadounidense. Aquí, incluyendo nuestros movimientos populares, priorizamos la autonomía del individuo sobre la integridad de la comunidad y la disciplina del colectivo. Así nos estamos aislado, marginalizado y muchas veces dejado sin esperanza y en un malestar de alienación.
Hablo mucho sobre la solidaridad con Colombia, pero nosotros vemos la energía y la movilización del pueblo colombiano y de toda Latinoamérica como una forma de solidaridad con nosotros los ciudadanos de los EE.UU, aprendemos tanto de ustedes… Cuando viajamos a Colombia, Perú, México, donde el pueblo lucha tan valiente contra el imperialismo y el neoliberalismo, y cuando viajamos a Venezuela, Cuba y países donde han ganado tanto en establecer la democracia participativa, nos alienta, nos da la fuerza para continuar nuestra lucha aquí. Quiero decir al movimiento popular e izquierdista en Colombia que sí existimos aquí en la panza de la bestia imperial. Estamos con ustedes. En nuestros corazones revolucionarios, estamos, como dijo el Che, “...guiado por grandes sentimientos de amor. Amor a la humanidad, amor a la justicia y a la verdad.” Y expreso nuestro sentido de amor a los y las luchadores por la justicia social en Colombia. “¡Hasta la victoria siempre!”.
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