Cartel puesto por los asistentes administrativos a la entrada de la biblioteca. Foto: AEP. |
El pasado martes 13 de mayo, las puertas de la biblioteca Rafael Parga Cortés de la Universidad del Tolima amanecieron cerradas. Los muchachos que se desempeñan como asistentes administrativos de la biblioteca, quienes en varias ocasiones han tenido que esperar días y días la remuneración por sus funciones ejercidas, tomaron la decisión de paralizar sus actividades, obstruyendo el acceso.
Según Libardo Vargas Celemín, Vicerrector de Desarrollo Humano de la UT, los asistentes de la biblioteca desempeñan funciones complementarias a las labores administrativas, como entregar las llaves para los casilleros en la biblioteca, administrar y facilitar los equipos de cómputo disponibles, recepcionar los libros prestados, entre otras; y, por las cuales son remunerados mensualmente.
Infortunadamente, esta remuneración corresponde a menos del 25% de un SMMLV, subiendo al ritmo de lo que sube el salario mínimo cada año, y no es entregada en una fecha fija: dependiendo del trámite burocrático en las instancias de la universidad, se demora pocos o muchos días. Y como suele ocurrir en la UT, es menos lo que se demora y más lo que tarda.
Con motivo al cierre de la biblioteca, sus trabajadores manifestaron una gran preocupación por el retraso de los pagos de los muchachos, en tanto son consientes que ellos trabajan obligados por sus necesidades diarias, haciéndoseles injusto que esto ocurra. Sin embargo, señalaron que no apoyan el cierre, pues como empleados de la universidad deben cumplir con un horario, como lo señaló una de sus funcionarias.
Totalmente conciente, Vargas Celemín señaló que actualmente existen siete pasos para que a los monitores se les pague, añadiendo que son “el número de pasos por el que debe pasar cada proceso de liquidación de los dineros”. El problema es que hacen de la gestión administrativa una acción paquidérmica que va desde la Vicerrectoría de Desarrollo Humano hacia tesorería se devuelve y regresa, aunada a un conjunto de firmas que deben cumplir.
Ante esto, el vicerrector Vargas Celemín considera que la universidad debe solventar esta situación, en primer lugar, recortando los siete pasos por los que hasta el momento debe pasar el proceso de pago y, en segundo instancia, garantizando un control sobre el proceso mismo. Respecto al aumento salarial, Vargas Celemín considera que no es muy factible porque implicaría la reducción del numero de asistentes administrativos, es decir si se aumenta el sueldo disminuyen los asistentes, si el numero de asistentes se mantiene más muchachos podrían beneficiarse de la ayuda que les brinda la universidad.
Si bien la lentitud de la administración y la imposibilidad de aumentar los salarios de los asistentes administrativos es compresible en el marco de la crisis de la universidad pública, no es admisible cuando el gobernador del Tolima públicamente ha destacado que su compromiso presupuestal con la universidad se ha traducido en un aporte al día. Además, estas situaciones son incompresibles cuando la rectoría y la administración universitaria le venden a todo mundo que esta haciendo un esfuerzo sobrenatural por actualizarse y responder a los retos que le planteó el Concejo Nacional de Acreditación (CNA) para acceder a una certificación que le otorgue un valor agregado a la UT.
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