POLITÍZATE | DAVIPLATA: OTRA FORMA DE PARASÍTAR
Cuando era estudiante, los monitores académicos y asistentes administrativos de la universidad solían hacer la fila en el Banco Popular para cambiar el cheque que les entregaba la institución por los servicios prestados. Curiosamente, y con motivo a una diligencia que tenía pendiente en la biblioteca, el pasado martes 13 de mayo me percaté que el mecanismo cambió: los estudiantes ya no hacen fila en el banco, tan solo esperan un mensaje de texto que les anuncia la transferencia hecha por la universidad a un servicio denominado DaviPlata de Davivienda, que es como una cuenta sencilla de manejar y sin costo alguno.
La adopción de esta innovación por la universidad la pone a tono con los avances operados por los bancos en los últimos años, ya que supera el papel, la impresión y las filas, sustituyéndolas –en su mayoría– por las acciones en línea o virtuales; además, le reduce los costos derivados de una operación bancaria: no hay que olvidar que por cada cheque emitido a nombre del titular de una cuenta y cobrado por otro, el banco deduce el gravamen del 4x1000.
Ante la iliquidez creciente de la universidad pública y, en particular, de la Universidad del Tolima, la implementación de este mecanismo le permite a la institución ahorrar una cuantía importante, esquivando uno de los impuestos que el Estado ha determinado sobre las operaciones financieras; sin embargo, sigue la línea de la bancarización o financiarización de la vida social, es decir la tendencia a que los pocos dineros se muevan dentro y desde el sistema financiero y este se aproveche de ellos.
¿Qué implicaciones tiene esto? Para los monitores y asistentes administrativos de la universidad, este cambio no implica un inconveniente mayor, porque lo poquito que se ganan les queda intacto. El problema lo tiene que asumir la universidad, en tanto de una u otra manera le corresponde asumir, con sus propios dineros, los pocos o muchos costos que implican las operaciones financieras.
Al respecto, Davivienda presenta a DaviPlata como un servicio gratuito, si y solo sí desde una cuenta propia es transferido dinero a uno o varios de sus usuarios; de lo contario, implicaría asumir un rubro de $3.500 por concepto de deposito. Y como la universidad no es tan torpe –bueno, eso es lo que creo en este aspecto– supongo que se tomó la molestia de abrir una cuenta en Davivienda con el fin de transferir las cuantías correspondientes a los monitores y asistentes administrativos.
Independiente de esta artimaña, el punto es que el banquete se lo esta dando Davivienda, dado que se abrió campo en la universidad, manejando una porción de su presupuesto. Y como todos sabemos, una cuenta corriente o de ahorros implica responsabilizarse de unos costos predispuestos por el banco y unos impuestos establecidos por el Estado. Por lo tanto, el único ganancioso, por encima de los muchachos monitores y el posible ahorro que logre la universidad con el tal DaviPlata, es Davivienda: esta corporación financiera es la que hoy parasíta de los dineros de la universidad.
Escrito por @juangbermudes
Tag: Opinión
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