La superación de las causas originarias de los levantamientos armados en Colombia, así como la posibilidad de operar un cambio en las políticas gubernamentales de cara a la construcción de una paz con justicia social, no dependerá exclusivamente de los acuerdos que se logren entre el gobierno nacional y las FARC-EP, sino “de un movimiento social y político que respalde lo que se está acordando” y presione el cambio, así lo afirmó a la AEP el profesor e investigador Jairo Estrada Álvarez en el marco de su visita a la Universidad del Tolima y la inauguración del séptimo ciclo de la Cátedra Libre: temas y problemas de nuestro tiempo.
Jairo Estrada Álvarez, profesor, investigador e integrante de la Comisión Histórica del Conflicto y sus Victimas (CHCV) creada por la mesa de conversaciones de La Habana. Foto: AEP. |
Sin titubeos, profesor Jairo fue enfático al señalar que los verdaderos alcances del proceso de paz en curso entre el gobierno nacional y las FARC-EP dependerán de la capacidad del pueblo para cohesionarse y ejercer un tipo de presión que conduzca a la concreción de un acuerdo de paz, así como salde las deudas eternas que han tenido las clases dominantes con las clases subalternas; de no ser así, se asistiría a “una revolución pasiva o a un cambio para que todo siga igual”. En este sentido el dialogo y los acuerdos entre el gobierno y la insurgencia de las FARC-EP –dice el profesor– entrañan una potencia dinamizadora y transformadora que podrá expresarse plenamente desde que exista una apropiación social del proceso que se adelanta en Cuba.
A propósito de la potencia transformadora de los diálogos de paz, Jairo Estada ubicó su pertenencia de desatar tal potencial en el momento actual, por cuanto el gobierno insiste en transitar en contravía de lo pactado en La Habana. Como los “diseños del Plan Nacional de Desarrollo –siguiendo al profesor Jairo– apuntan a reforzar el modelo económico neoliberal, a reforzar el enfoque extractivisa (…) a dar continuidad de las políticas de mercantilización en diversos ámbitos de la vida social”, es perentorio que el movimiento social y popular colombiano asuma el momento actual como un campo en disputa, es decir como un escenario en el que está en juego la posibilidad de detener el proyecto económico de las clases dominantes e instaurar unos cambios. Por lo tanto, la acción mancomunada de las diferentes fuerzas sociales y políticas actuantes en el país son la garantía de un acuerdo garante de la paz estable y duradera y de una transformación en el orden económico y político.
En aras de corresponder a este cometido, el profesor Estrada también fue incisivo en que la potencia transformadora que eventualmente desate los diálogos de paz deberá canalizarse en un proceso constituyente. Desde su punto de vista, “en el país hay múltiples dinámicas constituyentes que han resultado y que han estado articuladas con movilizaciones sociales y populares importantes (…) Incluso, los diálogos de La Habana son expresivos de una dinámica constituyente, por cuanto allí está resultado un nuevo derecho inherente a las negociaciones entre las partes”; sin embargo, transitan trayectorias separadas que, si se encuentran, gestarían un proceso de transformación del orden constitucional, el cual y por obvias razones debe converger en una Asamblea Nacional Constituyente.
En definitiva, la mirada del profesor Estrada nos invitó a rodear el dialogo que se teje en La Habana, documentándonos y forjando un torrente social y político capaz de empujar los cambios que allí se están gestando, pero también capaz de profundizarlos hasta lograr una transformación sustancial de la constitución y la leyes existentes.
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