El acuerdo 002 de 2011 del Consejo Superior de la Universidad del Tolima modificó la forma cómo eran elegidos los decanos de las facultades. Antes de su entrada en vigencia, los representantes de los estamentos ante los consejos de cada facultad postulaban sus candidatos. Independiente del número, los nombres de esos candidatos eran sometidos a una consulta –por no decir un sondeo de opinión– en aras de determinar quienes tenían mayor aceptación en el profesorado, los estudiantes y los egresados. Los tres candidatos con más aceptación configuraban una terna de la cual el rector de turno designaba uno y posesionaba como máxima autoridad de una facultad. Así, la elección de los decanos no dependía de los estamentos, sino del criterio de los rectores que estuviesen al frente de la universidad.
Esto cambió gracias a un proceso encabezado por los representantes estudiantiles en 2010 y 2011, en el cual transitó por un periodo de debate y desembocó en una reforma al estatuto general de la universidad. Reforma que introdujo una justa reivindicación relacionada con la participación decisoria de los profesores, estudiantes y egresados en la elección de las autoridades universitarias; a la vez que abrió la puerta a prácticas malsanas de corte politiquero en el interior de la universidad. Por esto, el desfile de publicidad acompañada de la feria de prebendas académicas como semilleros, monitorias, viajes al exterior, apoyos financieros, entre otros.
Como expresión concreta del debate desatado en 2010 y 2011 sobre cómo elegir los decanos, quedó una publicación denominada El Informal. En sus 12 paginas, las organizaciones estudiantiles que actuaban aquel entonces en la Universidad del Tolima, junto con ASPU y activistas de SINTRAUNICOL, repensaron el mecanismo de elección de las máximas autoridades en cada facultad. Y, aunque son propuestas distintas, cada una apuntaba hacia un solo horizonte: los estamentos, incluidos los trabajadores, deben tomar parte decisoria en la designación y nombramiento de los decanos.
Lastimosamente, muchos de los elementos de esas propuestas no fueron incorporados en el acuerdo 002 de 2011, sesgando el mecanismo de elección y limitando al voto la participación de la comunidad universitaria, tal y como ocurre actualmente. Por esta razón, y en la idea de modificar la forma cómo hoy se eligen los decanos, volver sobre estas propuestas es fundamental, especialmente para no repetir experiencias desagradables que le permitan a la politiquería y el clientelismo recrearse en la universidad.
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