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» » OPOSICIÓN ANTE EL INCUMPLIMIENTO

“Los espacios de la acción política en Colombia están cerrados, muy restringidos y limitados, y por esa razón la guerrilla existe. Si se abren posibilidades para la acción política, necesariamente disminuye la acción militar”.
Alfonso Cano


Por: Manuela Azurduy

Declararse como oposición política ante el gobierno de Iván Duque no es una decisión nueva en la FEU-Colombia y que hoy necesita ser retomada como bandera de lucha de la organización. Esta determinación se puede entender como la materialización política del carácter y la plataforma, volviéndose el escenario perfecto para el ejercicio práctico de sus principios. Por esto, es necesario nutrir el debate hacia dentro y hacia afuera de la federación, con el fin de ubicar los por qué esta necesidad y así entender las razones que llevan a esta organización a dar el salto en la esfera política.

Por una parte, nos encontramos con un gobierno que representa los intereses de la oligarquía colombiana, con unos niveles altos de deslegitimación y con incapacidad para lograr un mínimo de gobernabilidad en el país; además, sus formas de hacer la política están amparadas en el terrorismo de Estado, el odio y el reimpulso de la guerra.

El PND aprobado profundiza las políticas neoliberales en el país. Cuando habla de un ascenso de la clase media y una disminución a la pobreza justifica el aumento de impuestos a poblaciones que materialmente no logran vivir dignamente. La venta indiscriminada al mejor postor de nuestra riqueza natural pone en riesgo no sólo el medio sino la soberanía. Incluso, con la inserción de políticas austeras que justifican que el Estado se desligue de sus obligaciones mínimas para con las y los ciudadanos nos muestra cómo el gobierno actual sigue profundizando las brechas de pobreza y miseria.

En este contexto, el movimiento social y popular ha sido el que más ha “llevado del bulto” por la desfachatez del gobierno. Si bien Duque fue elegido por aproximadamente 10 millones de ciudadanas y ciudadanos, las grandes mayorías (algunas abstencionistas, otras inmiscuidas en los 8 millones que votaron por Petro) ha sido significativas en las movilizaciones que han enmarcado la inconformidad con la forma como se ha venido ejerciendo el poder en el país. Las y los grandes protagonistas fueron las y los estudiantes que entre octubre y diciembre del 2018 mantuvieron un paro en contra de la desfinanciación la educación superior publica del país, logrando un acuerdo firmado el 14 de diciembre y que a la fecha ya viene con unos niveles grandes de incumplimiento por parte del gobierno nacional. Meses después, los 25 días que se sostuvo la Minga social y popular, que dejo un saldo aproximado de 13 muertos, heridos y detenidos a manos de los mecanismo represivos del estado (en este caso el ESMAD), dejó un acuerdo que el presidente no le presto atención. Este panorama ha venido demostrando que a este gobierno no le interesa cumplir con lo acordado con el pueblo colombiano y sus expresiones organizadas.

Infortunadamente, esto no es nuevo. Todos los gobiernos de derecha le han incumplido al pueblo colombiano. La fallida implementación del acuerdo de paz entre las FARC-EP y el gobierno, la extinta insurgencia lleva a la fecha 133 excombatientes asesinados por agentes ilegales y el gobierno se hace el de la vista gorda, es una mofa; además, pasa por alto el estatuto de oposición que le otorgaría a los partidos y movimientos unas garantías de ampliación del espectro democrático en el país.

Ante lo mencionado es necesario desenmascarar las intensiones de un gobierno que trae consigo un proceso de continuidad ideológica y hegemónica, que frente las demandas de la población a optado por implementar las políticas dejadas por sus antecesores aliados y recrudecer la represión como respuesta. Estamos de cara a un gobierno que echa por la borda cualquier acuerdo con el movimiento social y popular, lo que hace que sea solo el presidente de una escasa minoría concentrada en Bogotá y Antioquia.

Esta determinación actual de declarar la organización como oposición no seria un escenario espontaneo ni un capricho de niñas y niños, por el contrario seria un acto de madurez política al entendernos dentro de un estado de alerta de estrechamiento democrático y represión. La unidad no es simple quimera de los pueblos, es una necesidad intrínseca cuando el fascismo avanza en el país, es importante llamar a los partidos, organizaciones y movimientos a que realicemos un gran frente de oposición política ante el gobierno actual y sus lesivas políticas cargadas de imperialismo yanqui, que nos permita converger y organizarnos como ofensiva revolucionaria que detenta el poder.

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