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» » “LOS RESULTADOS DEL PROCESO REVELAN UNA PUGNA”: JUAN BERMÚDEZ

Juan Bermúdez, Licenciado en Lengua Castellana y Magíster en Educación. Foto: archivo AEP.

Hace poco culminó el proceso de elección de representantes estudiantiles en la UT. El espacio en disputa en el Consejo Superior fue ganado por una candidatura de distancia, así como el espacio en el Académico. En las facultades el panorama es otro, porque la mayoría cuentan con la voz del estamento estudiantil. Los únicos consejos que hoy no tienen representante son los de la Facultad de Forestal, la de MVZ y la de Salud, los cuales aún están pendientes.

En clave de leer el panorama que dejó este proceso conversamos con Juan Bermúdez, un egresado de la UT quien concentró sus estudios de Maestría en Educación alrededor de las dinámicas políticas desarrolladas en las Instituciones de Educación Superior (IES). Desde la teoría que utilizó para comprender la dirección de las organizaciones escolares, él nos compartió sus puntos de vista frente a la situación a la que asiste la UT tras este proceso, y nos ayudó a interpretar los resultados electorales en este marco. El resultado: una conversación con un estudioso de los procesos de gestión que se desarrollan en las IES y alrededor de las implicaciones de la elección de representantes estudiantiles.

AEP: Desde la teoría que usted ha utilizado para estudiar la organización escolar, ¿Qué nos puede decir sobre la reciente elección de representantes estudiantiles en la UT?

Juan Bermúdez: El enfoque teórico desde el cual he leído el funcionamiento de una institución educativa destaca como elemento central el conflicto. La vida en una escuela no es aséptica, en especial su dirección. En algunos momentos, la autoridad de quienes la guían se enfrenta a una oposición o una resistencia. Esto en razón a que en la escuela están en juego la satisfacción de diferentes intereses. Por ende, esto hace de una organización escolar una entidad turbulenta, es decir en permanente movimiento de diferentes y/o contrarios.

En el caso de la UT, la elección de representantes estudiantiles constituyó una forma de jugar en la vida política de la universidad por parte de los estudiantes. La necesidad de tomar parte en las modificaciones estatuarias que adelanta la administración universitaria llevó a un par de grupos estudiantiles a exigir la convocatoria a las elecciones, las cuales no se llevaron a cabo durante el semestre B de 2018 y no fueron citadas en el A de 2019. Después de un acuerdo con el estudiantado hacia finales de junio, la dirección de la UT acordó posponer la aprobación de tales modificaciones y convocar elecciones de representante estudiantil al Consejo Superior, al Académico, a los de facultad y al Consejo Directivo del IDEAD. De esta manera, esta aparente tensión tendió a aminorarse, por cuanto asistió a un desenlace favorable tanto para los estudiantes como para la dirección universitaria.

Sin embargo, el factor desencadenante del conflicto en la UT pervive en el ambiente universitario. Las debidas reformas estatutarias han sido y son, en el fondo, el detonante de un choque entre los estudiantes y las directivas. La convocatoria a elecciones estudiantiles, en este marco, fue una actuación de unos grupos de intereses en miras de ganarle espacio a otros grupos. En otras palabras, los estudiantes en aras de jugar un papel relevante en defensa de sus intereses le apuntaron a ganar espacios dentro de las instancias que toman las decisiones para no quedarse por fuera.

AEP: En este marco, ¿Cómo lee los resultados de las elecciones de representantes? ¿En qué medida ayudan a solventar el conflicto que acaba de describir?

JB: Si el llamado a las elecciones estudiantiles hubiese sido el motivo de la tensión, su simple convocatoria lo hubiera resuelto. Como el conflicto es otro, entonces la tensión persiste, así sea de forma velada. En esta dirección, considero que los resultados del proceso revelan una pugna entre los estudiantes y la administración universitaria.

El nivel de abstencionismo registrado en las elecciones dice algo en este sentido. Según unos listados publicados por la dirección universitaria, el número de estudiantes habilitados para participar en la elección de representante estudiantil al Consejo Superior y al Académico ascendía a unos 18.925. De estos, el 40,4% concurrió a las urnas y se pronunció por alguna opción al superior. Mientras tanto, el 39,9% hizo algo similar frente al académico. ¿Qué pasó con el resto? Más de 11 mil estudiantes habilitados para votar no tomaron parte en el proceso, lo cual indica que el nivel de abstencionismo es significativo y pondría en entredicho la legitimidad de los representantes del estamento estudiantil a los dos principales consejos de la universidad. Así, y desde el ángulo de los grupos de oposición a la dirección de la UT, esto podría constituir un síntoma de una tensión, porque no recoge el sentir del estudiantado.

AEP: Entonces, ¿El abstencionismo es un factor de conflicto?

JB: En estricto sentido, no. Lo que constituye es una señal, porque revela cuántos votantes tomaron parte en la elección de representantes, y –en particular– permite ver qué porción del estudiantado fue la que eligió. Por ejemplo, del 40,4% de votos al superior, el 17,4% fue de presencial y el 82,6% fue de distancia. Mientras tanto, del 39,9% de votos al académico, el 16,6% fue de presencial y el 83,4% fue de distancia. Esto significa que, en medio del abstencionismo, los estudiantes de presencial no fueron definitivos a la hora de elegir los representantes a los dos principales organismos de dirección de la UT. Por lo tanto, el sinsabor que se perfila guarda relación con la prominencia adquirida por el estudiantado de distancia en este momento de la vida universitaria.

AEP: En concreto, ¿Dónde podría estar el conflicto?

JB: Desde mi punto de vista, en los intereses representados. Esto lo corroboran los resultados de las candidaturas ganadoras. Al superior, la plancha victoriosa logró sacar 2.941 votos, de los cuales 33 fueron de presencial (pregrado). Al académico, la ganadora obtuvo la representación con 2.948, de los cuales 81 fueron de presencial (pregrado). En ambos casos, los votos de distancia fueron los que definieron sus victorias. En consecuencia, los intereses prevalentes son los de los triunfantes.

En esta dirección, el conflicto que podría presentarse reposa en la ilegitimidad de los representantes electos, y –en especial– en los intereses que representan. Como los ganadores resultaron electos por un número relativamente significativo de distancia, entonces corresponderán con los intereses de este estudiantado. Entre tanto, los intereses de los estudiantes de presencial ocuparán un segundo lugar.

A este respecto, la discusión acerca de las reformas estatutarias, que era de gran importancia para los segundos, no figura en la agenda de los representantes electos. El programa que pusieron a circular socialmente (el de la plancha #4 al superior y #1 al académico) es diciente, por cuanto recoge temas propios de distancia. Entre estos, las reformas estatutarias no están contempladas. Por consiguiente, los resultados siguen abonando el terreno de una contradicción entre los estudiantes de estas modalidades, y entre los de presencial y la administración universitaria.

AEP: Disculpe la insistencia, pero ¿Por qué afirma esto último?

JB: Mal o bien, en presencial perviven unos grupos de interés del estudiantado que constituyen una especie de oposición o resistencia a la dirección universitaria. Por sus comportamientos, ellos han insistido en tomar parte en la dirección de la universidad o en los temas que los involucran. Ahora que no podrán hacerlo desde el superior o el académico, y con ocasión a las necesarias reformas estatuarias les corresponderá asumir cierta indiferencia o proceder de otras maneras. En caso tal de asumir la segunda opción, el conflicto aparecerá con más claridad en la vida universitaria.

La elección de representantes de distancia, a mi criterio, podrá sentar las bases de un conflicto en desarrollo. Como ya lo dije, los ganadores no lo hicieron con la votación de presencial ni en representación de sus intereses. Por ende, los estudiantes de distancia velarán por lo que les interesa y no propiamente por lo de otros.

AEP: ¿Hasta que punto los intereses de las planchas ganadoras son los intereses de los estudiantes de distancia?

JB: Contrariar esto es difícil, porque la evidencia empírica no da mayores luces al respecto. El programa de la plancha triunfante levantó los intereses de los estudiantes de distancia. Esto es irrefutable y tal vez por eso votaron los estudiantes de esa modalidad. La pregunta que ellos deben responder es con relación a los intereses de los muchachos de presencial: ¿Hasta qué punto los representarán? Incluso, ¿Se aliarán con alguien en el Consejo Superior y el Académico? ¿De qué manera mantendrán su independencia de los grupos de interés existentes en su seno? Puede haber más preguntas, pero creo que estas son algunas que los estudiantes de presencial deben hacerles a los representantes electos.

AEP: ¿Qué opina de los resultados a los consejos de facultad?

En materia de participación esos resultados son alarmantes. Del total de estudiantes habilitados para votar no lo hizo más del 35%. Incluso, la Facultad de Ciencias Humanas y Artes que es donde habría un nivel mayor de conciencia frente a estos procesos registró una participación cercana al 8%: sólo concurrieron a las urnas 146 de 1969 habilitados para votar. Luego, para una vida universitaria que se supone democrática estos resultados son contraproducentes.

Desde el ángulo de una posible conflictividad escolar, considero que estos resultados pueden augurar nuevas tensiones en cada facultad. Por ejemplo, la necesaria reforma académico-administrativa que implicará la supresión o simplificación de facultades podrá enfrentarse a una oposición inserta en las instancias donde se toman decisiones. Sospecho que esto podrá ocurrir en la Facultad de Ingeniería Agronómica y la de Tecnologías, porque allí fueron elegidos representantes estudiantiles que –sin entrar en detalles– manifestaron una posición crítica frente a las propuesta de reforma.

AEP: Para finalizar, ¿Qué opina del voto en blanco en las recientes elecciones estudiantiles?

JB: Con respecto al total de estudiantes habilitados para votar, el voto el blanco fue una minoría al superior, al académico y a las facultades. Sin embargo, frente a los votos válidos creo que merecen de una atención especial: al superior, este logró la segunda votación, así como al académico. Por lo tanto, el voto el blanco constituyó una opción para quienes no se recogieron en las candidaturas que se lanzaron a estos dos consejos; de hecho, revela una no identificación con las planchas o sus propuestas.

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