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EL LENGUAJE ES UN ARMA

Imagen: el Bogotano

El lenguaje es un arma política. Lo más grande que tiene este campo, el del lenguaje, es que tiene la facultad de generar realidad. Pero de dicha facultad se desprende un gran peligro: la deformación de la realidad.

Carlos Fuentes decía que la historia en sí no existía, sino que lo que existía era aquello que se escribía y se hablaba sobre los hechos. Por supuesto, la polémica puede tornarse intelectual, epistemológica. No obstante, hay un fenómeno que avanza en Colombia a pasos de gigante. Los grandes medios de información se encuentran en un trabajo de producción de realidad, a partir del lenguaje que sirve a la clase dominante el país.

Desde todas las orillas se calienta cada vez más este debate. Y como sociedad estamos llamados a confluir en él, porque todos, absolutamente todos, podemos manifestarnos, afirmarnos, políticamente mediante el lenguaje. Los grandes medios defienden a la clase dominante del país partiendo de una falsedad, que es la presunción de objetividad y profesionalismo periodístico. Esto queda en evidencia por las duras críticas que hacen a los sectores sociales frente al manejo de la información, la forma como presentan las noticias o la creación de frases y neologismos para cortar la posibilidad de comprender las injusticias a sus audiencias.

Por su parte la contra información, la voz de aquellos que no tienen espacio en las pantallas patrocinadas, suman esfuerzos para no dejarse callar; asimismo, luchan contra esa deformación de la realidad quizá no solo acusando de “mentirosos” a los grandes medios, sino tácitamente manifestando su inconformidad con la narración de sucesos a medias o que generan sentimentalismo en torno a una situación de injusticia con el fin de dejarla en la impunidad.

Aunque la palabra guerra no sea de agrado, es literalmente lo que están ofreciendo los grandes medios de información. Es una guerra porque quieren, bajo la alucinación de una objetividad que no poseen, dirigir los imaginarios políticos de las masas en una situación injusticia o de conflicto social. Para nadie es un secreto la injusticia en la que vive Colombia, como tampoco es un secreto que el conflicto social y armado está tornándose cada vez más violento. Ellos lo saben y por eso cubren con el lenguaje las atrocidades del régimen que dirige al país. Así, con su periodismo, dirigen las emociones de la gente con el fin de erradicar su capacidad crítica (algo sumamente racional) y terminan paradójicamente, siendo impulsadores de la violencia, de la impunidad y siendo absolutos defensores del régimen.

¿Qué nos queda? Usar las armas. El lenguaje es una de ellas, por lo que con absoluta convicción es necesario combatir la deformación de la realidad que pretenden desde este poder que se ha hecho hegemónico y que pone a dudar hasta al más inconforme.

CONVOCATORIA | «1ª ESCUELA VIRTUAL PARA ACTIVISTAS ESTUDIANTILES»

DEL 25 AL 30 DE AGOSTO DE 2020


La constitución política de 1991 sentó las bases para la mercantilización de la educación en Colombia, incluyendo la educación superior. A lo largo de los últimos treinta (30) años, los mandatarios que asumieron la presidencia implementaron una serie de medidas en esta dirección. Desde la formalización y profundización de la autofinanciación de las instituciones de educación superior hasta la financiación de la demanda en detrimento de la oferta, cada uno aportó un grado de arena para consolidar la educación como un servicio.

El gobierno de Iván Duque está inscrito en esta línea. Incluso, en un momento en el que han quedado al descubierto las dificultades de acceso y permanencia de centenares de estudiantes, él ha insistido en focalizar unos cuantos recursos en los más pobres y ofrecer unos créditos como única opción de acceso a la educación. Así, los beneficiarios terminan siendo unos pocos y los que facilitan el dinero para que los endeudados estudien. En estas condiciones, la educación queda reducida a una quimera.

La comprensión de esto no rasposa en una simple política gubernamental. Sus fundamentos se remontan a un modelo económico, el cual se introdujo desde inicios de la década del 90 al país. Con base en esto, la mercantilización de la educación es posible dimensionarla como una apuesta macro que requiere de salidas estructurales y no cosméticas. Por esto, la presente escuela aspira a dotar de elementos históricos, teóricos, conceptuales y programáticos a los activistas que tomen parte en miras de enriquecer su bagaje y fundamentar su praxis. Esto en perspectiva de forjar una fuerza social capaz de modificar el esquema de financiación a la demanda y fortalecer la oferta.

METODOLOGÍA Y PROGRAMACIÓN

La «1ª Escuela virtual para activistas estudiantiles» se desarrollará a través de seis (6) sesiones, cada una de 90 minutos de duración (60 de exposición y 30 de preguntas). Estas serán llevadas a cabo a partir de las 20:30 durante los días en cuestión en atención a la siguiente programación:

1ª sesión: Aproximaciones al neoliberalismo
Fecha: 25 de agosto

2ª sesión: La educación, una mercaría en el modelo económico neoliberal
Fecha: 26 de agosto

3ª sesión: Financiarización de la vida social y acceso a la educación
Fecha: 27 de agosto

4ª sesión: Financiación de la oferta y de la demanda en la educación colombiana
Fecha: 28 de agosto

5ª sesión: La lucha contra la mercantilización de la educación. El caso de la FEU-Colombia
Fecha: 29 de agosto

6ª sesión: Lineamientos programáticos para una educación superior para la justicia social
Fecha: 30 de agosto

PARTICIPACIÓN Y CERTIFICACIÓN

Quienes asistan al 80% de las sesiones y lo deseen podrán solicitar un certificado de asistencia. La inscripción será realiza de forma virtual a través del siguiente formulario. A vuelta de correo, a cada interesado se le enviará un mensaje con las debidas indicaciones para tomar parte en la escuela.

ORGANIZA Y CONVOCA

Agencia Estudiantil de Prensa (AEP)

APOYA

Corporación PAZIEMPRE

CARÁCTER Y ALCANCE DE LA FEU-COLOMBIA

Reflexiones de cara al VI Congreso de la federación


LO GREMIAL Y LO POLÍTICO EN LAS LUCHAS DEL ESTUDIANTADO COLOMBIANO

El estudiantado colombiano ha constituido un movimiento social de carácter reactivo con perspectiva política desde el momento en que se constituyó como actor social.

Sin menospreciar las reivindicaciones de su sector, el movimiento estudiantil ha lindado con unos compromisos políticos. A inicios del siglo XX, cuando en las universidades los estudiantes confrontaban la tradición y procuraban organizarse nacionalmente, las circunstancias los convocaron a reaccionar contra el gobierno. Con ocasión a la masacre de las bananeras, ellos fueron claves a la hora de denunciar el papel del gobierno del momento para con este acontecimiento. Años más tarde, en plena dictadura de Gustavo Rojas Pinilla, también jugaron un papel relevante, porque pusieron al descubierto su complicidad con el recrudecimiento de la violencia política en campos y ciudades, mientras enfrentaban un conjunto de afrentas contra la autonomía universitaria. Incluso, en el 60 y el 70, el movimiento estudiantil desempeñó un papel destacable, en tanto desenmascaró la penetración norteamericana y su intensión por subordinar el sistema educativo colombiano a sus intereses, a través de los gobiernos de aquellas décadas. En definitiva, el estudiantado colombiano convertido en movimiento enfrentó directa o indirectamente a los gobiernos, bien sea por su sentido solidario o porque sus intereses se han visto afectados.

Esta tendencia no cambió durante los años siguientes. En medio de sus luchas gremiales, los estudiantes incorporaron a su práctica un conjunto de apuestas políticas. En el 80, enfrentaron la persecución estatal y para-oficial nutriendo la resistencia popular, mientras se opusieron a la ley Galán y al esquema de financiación de la educación impuesto desde el gobierno de turno. Años después, actuaron de manera similar: en las universidades enarbolaron unas reivindicaciones propias y en las calles denunciaron la persecución impuesta con el estatuto de seguridad y el asesinato de los líderes y militantes de la oposición. En el 2001, el estudiantado encendió la chispa de la resistencia al nutrir los torrentes de lucha contra los dictámenes del Fondo Monetario Internacional (FMI), el cual había orientado una disminución del presupuesto a la inversión social. Diez años más tarde, volvió a confrontar al mandatario de turno tras echar por la borda su intención de introducir el ánimo de lucro en la universidad. En otras palabras, el accionar del movimiento estudiantil le permitió alternar sus apuestas entre lo gremial y lo político.

LA FEU-COLOMBIA: EN MEDIO DE UN CARÁCTER DUAL

Coherente con el trasegar histórico del estudiantado surgió la FEU-Colombia. En junio de 2005, en Barranquilla, la organización floreció como una expresión de los estudiantes colombianos, cuyos compromisos la proyectaron en las batallas gremiales y en las disputas políticas. De hecho, en cada universidad, la federación despuntó como organización defensora de los derechos e intereses de los estudiantes; entre tanto, en el orden nacional, fungió como una fuerza opositora a la agenda educativa del presidente Álvaro Uribe Vélez y su política de Seguridad Democrática.

El segundo congreso concretó esto, por cuanto enfatizó el papel de la FEU-Colombia en una doble dirección: luchar por defensa de los intereses del estudiantado, mientras impulsaba la solución política del conflicto armado a través del Mandato Estudiantil por el Acuerdo Humanitario. El tercer congreso operó en una dirección similar, porque llamó a la defensa de la universidad pública y a trabajar por una Educación para la Segunda y Definitiva Independencia. De esta manera, la federación asumió un accionar gremial y político, entendiendo que su participación en las luchas cotidianas del estudiantado constituía el sustrato para politizarlo y proyectarlo hacia la disputa política por un nuevo país.

El cuarto congreso siguió esta línea, en tanto procuró acompasar el trabajo de la federación con la lucha por la paz. A partir de este evento, la FEU-Colombia se la jugó por desatar la fuerza del constituyente primario como condición de una transformación sustancial en la educación y en la sociedad. Por esto, la organización levantó un programa para una universidad diferente soporte de la resistencia al acuerdo 2034 y la Ley de inspección y vigilancia, y desplegó un esfuerzo por comprometer la universidad colombiana con la construcción de una paz estable y duradera. En otras palabras, la FEU-Colombia le siguió apostando a un doble juego en el que se conjugó permanentemente lo gremial con lo político.

Pese a los altos y los bajos que ha experimentado la federación desde su quinto congreso hasta el presente, la organización persiste en esta constante. La fuerza de las circunstancias conjugadas con el compromiso histórico ha hecho que la FEU-Colombia esté en la lucha por la financiación adecuada y estatal del SUE (Sistema Estatal Universitario) y, de forma simultánea, confronte el gobierno de Iván Duque. Incluso, su incumplimiento para con el acuerdo logrado con el estudiantado ha tornado una pelea aparentemente gremial en una disputa política, por cuanto está llevando a los estudiantes a valorar al gobierno como un obstáculo en la superación de la crisis del SUE y de la educación superior.

EL MOMENTO ACTUAL, LA FEU-COLOMBIA Y SU CARÁCTER

La lucha gremial ha encontrado en cada universidad variadas expresiones, porque las condiciones básicas para que los estudiantes puedan enfocarse en la actividad académica siguen sin satisfacerse. Esto ha justificado y seguirá sustentando las tensiones entre el estudiantado y las administraciones universitarias, las cuales giran y girarán alrededor de la distribución del presupuesto, los planes de inversiones, etc. En perspectiva nacional, y como ha venido ocurriendo, este panorama servirá de sustrato para continuar la lucha por mejorar y aumentar la financiación estatal por medio de un nuevo esquema para la financiación y la asignación de los recursos.

Sin embargo, esta no es ni será la única bandera de lucha del estudiantado. Desde la experiencia de la FEU-Colombia, la educación superior universitaria está cada vez más a merced del juego de la oferta y la demanda, mientras su horizonte está anclado con las necesidades del mundo del mercado, la sociedad del consumo y totalmente al margen de la Colombia profunda, la superación de las causas originarias del conflicto armado y la justicia social. Por esto, las reivindicaciones de la federación no pueden limitarse exclusivamente a asuntos estrictamente gremiales.

En procura de esto, la FEU-Colombia le corresponde volver a consolidarse como una expresión del estudiantado de orden nacional, de raigambre gremial, y como una organización amplia y plural para que recoja el mayor número de manifestaciones del estudiantado comprometidas con sus luchas particulares, así como con una apuesta por una nueva educación para un nuevo país. Esto significa que la federación debe volver a abrirse a los estudiantes del común para que encuentren en la FEU-Colombia un instrumento de lucha y resistencia, y una escuela formadora de generaciones que –al tenor de la lucha política– confronte los gobiernos y le apueste a los cambios políticos. Así, la organización podrá constituirse en uno de los estandartes de la lucha por una universidad financiada plenamente por el Estado, que sea la conciencia crítica de la nación y contribuya a sentar las bases de la dignidad.

Esta loable aspiración exige de una federación enraizada en el estudiantado, puesto que este es el protagonista en la lucha por sus reivindicaciones y en cualquier disputa legítima. De hecho, en la pugna por una nueva educación y un nuevo país su relevancia será clave, por cuanto su presencia mayoritaria y cualificada es la que permitirá modificar el actual orden de cosas. En este sentido, la FEU-Colombia es una herramienta para convertir a los estudiantes en el constituyente primario y, por tanto, en artífice de su propio destino, parafraseando a los jóvenes de Córdoba de 1918.

La unidad, en este marco, será un medio determinante tanto para las luchas gremiales como en la disputa política. La idea de sumar cuantitativa y cualitativamente no es caprichosa, por el contrario es una condición necesaria para la victoria. La historia colombiana ha demostrado que una fuerza social es influyente en la medida en que ejerza la suficiente presión para modificar el orden de las cosas. Por lo tanto, la unidad es medio y fin para lograr los objetivos de corto, mediano y largo plazo en la brega por una nueva educación y un nuevo país.

La estreches del régimen político, el cual no ha sido modificado debido a la implementación frustrada del acuerdo con las FARC-EP, al igual que el carácter reaccionario de quienes están en el poder y desde la sombra lo ejercen hace de la unidad un imperativo de primer orden. Asimismo, la tendencia del gobierno a contener la insatisfacción social y popular por medios violentos o tolerando el accionar criminal contra quienes constituyen y pueden constituir la base de un movimiento social y popular convoca a un accionar colectivo y articulado con otras formas organizativas de la gente. De hecho, la persistencia del conflicto armado alimentada por el incumplimiento en el inicio de la construcción de la paz estable y duradera es un llamado urgente a actuar cohesionadamente contra amenazas que se suponían superadas.

En atención a todo esto, el accionar por mejorar las condiciones para la búsqueda del conocimiento por parte de los estudiantes no estará al margen de la confrontación con el gobierno actual y con las políticas educativas que continua y reproduce. El panorama que ha propiciado sienta las bases para enmarcar las luchas gremiales en disputas políticas. Sus incumplimientos, la tendencia a limitar el derecho a la protesta, y a utilizar el fantasma de los grupos armados actualmente existentes para estigmatizar a quienes se movilizan lo convierte en el adversario contra quien corresponde luchar. Por esto, la FEU-Colombia le corresponde refrendarse y constituirse nuevamente como una organización nacional, gremial, abierta, inmiscuida en la lucha política y con un espíritu unitario sin igual en perspectiva de amalgamar un movimiento estudiantil transformador y un movimiento social y popular que allane el camino hacia una Colombia con justicia social y para la dignidad.

LOS DATOS NO MIENTEN. LA NECESIDAD ES EVIDENTE. #MATRICULACEROYA


En unas recientes declaraciones, el gobernador del Tolima, Ricardo Orozco, expresó la imposibilidad llevar a buen término la propuesta de Matrícula Cero levantada por la estudiantina de la UT. Los costos que implica, al parecer, desbordan los recursos disponibles a nivel departamental. Por lo cual, el apoyo para el financiamiento total de la matrícula de los estudiantes clasificados en los estratos 1 y 2 de la UT está embolatado.

Para el gobernador Orozco, los 1.680 jóvenes que está subsidiado la gobernación y que viene desde la administración anterior son un aporte suficiente, así como 2.000 posibles nuevos cupos aprobados por su administración para el semestre B de 2020. El problema es que el número de estudiantes clasificados en los estratos 1 y 2 desbordan la sumatoria de los actualmente becados por la gobernación más los 2.000 adicionales. Ni siquiera sumándole a estos los beneficiarios del programa Generación E es posible cubrir a quienes están en dichos estratos.

Según el rector de la UT, Omar A. Mejía Patiño, en un tuit del 14 de julio, el número de estudiantes clasificados en los estratos en cuestión asciende a 13.400. Entre estos no figuran, como lo señala el mismo rector, los favorecidos por la gobernación (los 1.680 mencionados por Orozco) y los de Generación E. Incluso, de contemplar los 2.000 nuevos cupos anunciados por el gobernador, la cuentas no cuadran. Un número de 11.400 estudiantes estaría pendiente de una solución al problema del financiamiento de la matrícula para el semestre entrante.

En estas condiciones, la acciones de protesta emprendidas por los estudiantes de la UT, entre estas la huelga de hambre, tienen una razón de mucho peso: asegurar la continuidad académica de más de 10.000 estudiantes, cuyas condiciones socioeconómicas no son las más adecuadas en este momento. Así que el compromiso de la gobernación y la alcaldía de Ibagué no solo es necesario, sino urgente: en sus manos sigue estando la solución.

ALGUNOS CONCEPTOS CLAVES EN LA EDUCACIÓN VIRTUAL

Imagen: Aulas Perú.

El COVID-19 y las medidas de aislamiento implementadas han puesto de moda, en el ámbito educativo, la educación mediada por las TIC o la educación virtual. Desde el 16 de marzo, las instituciones educativas asumieron una maratón para implementar esta modalidad como salida a la situación que viene experimentando el pueblo colombiano. Sin embargo, la improvisación ha sido la marca latente de este nuevo experimento, porque muy pocas instituciones estaban preparadas para esto.

A propósito de este nuevo panorama, en el que unos quieren garantizar educación por medio de la virtualidad, mientras otros sospechan de su éxito o se quedan excluidos por carecer de los mínimos tecnológicos y de conectividad, hicimos un barrido por unos conceptos básicos propios de la educación virtual. Picando aquí y picando allá, nos dimos cuenta que la educación virtual es un asunto serio y va más allá del uso de una plataforma virtual, de una vídeo conferencia o de una asignación de tareas, las cuales deberán enviarse resueltas a un correo electrónico. La educación virtual es otra modalidad de la educación que viene haciendo carrera en Latinoamérica, así sea un salvavidas para aumentar la cobertura en la educación superior, y está desarrollándose y perfilándose como complemento de la educación presencial y a distancia.

Este tipo de educación plantea unos mínimos para llevar a buen término los procesos de enseñanza y aprendizaje. A través del barrido conceptual que hicimos pueden notarse algunos de estos. Por lo tanto, ponemos a consideración el trabajo realizado en espera a que los preocupados por la implementación de esta modalidad elaboren sus propias conclusiones.

e-Tutor: también conocido como profesor virtual, el e-Tutor es un facilitador en la búsqueda y apropiación del conocimiento a través de un AVA (Ambiente Virtual de Aprendizaje). A diferencia de la educación presencial-tradicional, él no es quien irradia el saber. Este, por el contrario, es buscado y apropiado por los estudiantes bajo la guía del e-Tutor y con la ayuda de unas e-Mediaciones y unos e-Medios. Así, él es responsable de darles las herramientas conceptúales y prodecimientales a los educandos para lograrlo.

e-Estudiante: el e-Estudiante es un protagonista en la búsqueda y apropiación del conocimiento en el marco de un AVA y a través de los recursos tecnológicos digitales. Esto lo convierte en un agente activo en el proceso educativo, en específico en el proceso de enseñanza y aprendizaje. Sin embargo, la condición de protagonista depende del uso permanente de estrategias de autroaprendizaje (metacognición), las cuales la debe potenciar por todo e-Tutor.

e-Medios: los e-Medios son los recursos didácticos por medio de los cuales un e-Tutor garantizar la búsqueda del conocimiento. Si en la educación presencial-tradicional un profesor utilizaba el marcador, el tablero, el video beam, el computador y el acceso a Internet; en la educación virtual estos cambian. Entre los más destacables están las webconference o videoconferencias, las presentaciones en línea, los vídeos tutoriales, la Realidad Virtual (RV), la Realidad Aumentada (RA) y los juegos educativos en línea.

e-Mediaciones: las e-Mediaciones son las estrategias didácticas empleadas por un e-Tutor para garantizar la búsqueda y apropiación del conocimiento. En la educación presencial, estas se asemejan a los microcurrículos o también denominados planes de clase; además, articulan coherentemente los objetivos de un curso con los recursos a utilizar, dándole a cada recurso un sentido en el abordaje de una temática. En este caso, las e-Mediaciones son la propuesta microcurricular o didáctica que cada e-Tutor presenta a sus e-Estudiantes para abordar una materia, en la que define los recursos a empelar, los aprendizajes que garantizará en los estudiantes y cuál será el papel de los recursos en esta dirección.

Aprendizaje autónomo: El aprendizaje autónomo es una manifestación del ejercicio de la autonomía, en tanto corresponde a una apropiación y puesta en escena de un conjunto de estrategias para aprender (metacognición), es decir de una conciencia sobre la operaciones mentales empeladas por un estudiante para buscar el conocimiento.

Aprendizaje colaborativo: el aprendizaje colaborativo es el aprendizaje resultante de la interacción de varios estudiantes orientada al logro de unos propósitos de aprendizaje. Este se desarrolla en el marco del trabajo grupal o en equipo, en tanto todos los estudiantes aporten, es decir en la medida en que todos pongan en escena la búsqueda el conocimiento que emprendieron. Como resultado de esta interacción, y a manera de conclusiones, lo que resulte constituirá un tipo de aprendizaje.

Aprendizaje significativo: el aprendizaje significativo es una forma de aprendizaje en la cual los conocimientos previos son modificados por unos nuevos. Esto en el marco de unos eventos significativos que sean relevantes y logren fijar dichos conocimientos en la mente de quien participa en estos.

Propósito de aprendizaje: un propósito de aprendizaje es un estructurante de la acción de un profesor o de un e-Tutor. Este define qué le corresponde potenciar o desarrollar en sus estudiantes para que él logre una finalidad práctica, como analizar, interpretar, comprender o evaluar. En semejanza con los objetivos que tradicionalmente han formulado los microcurrículos, un objetivo de aprendizaje también está diseñado con un verbo en infinitivo (terminado en ‘ar’, ‘er’ o ‘ir’), pero precisa a quién involucra y para qué.

RED (Recurso Educativo Digital): un RED es un soporte de la acción de un e-Tutor. Este resulta de la combinación de varios recursos digitales aislados, los cuales requieren de una organización coherente en aras de apoyar el abordaje de una temática y asegurara el desarrollo de algunas estrategias de autoaprendizaje en los e-Estudiantes. En otras palabras, un RED puede expresarse a través de un wixsite y debe contener el tratamiento de una temática soportada en materiales de apoyo, incluyendo vídeos tutoriales, y cerrando con actividades o juegos que aseguren el aprendizaje significativo.

AVA (Ambientes Virtuales de Aprendizaje): un AVA es la garantía del proceso educativo en la virtualidad. Este conjuga la acción de un e-Tutor , formulando una e-Mediación pertinente para el abordaje de un curso o una de sus temáticas; y los recursos coherentes con la e-Mediación propuesta. De esta manera, un e-Estudiante podrá encontrar en espacio apropiado para desarrollar sus aprendizajes.

50 DÍAS. 7 EXIGENCIAS. NUEVOS CAMINOS DE LUCHA

8 de octubre de 2019: asamblea estudiantil de la Universidad del Tolima. Foto: AEP.

La Universidad del Tolima experimentó una vida anormal durante 50 días y un poco más. El descalabró en el proceso de acreditación institucional inició un malestar en sus estudiantes. De forma simultánea, el tratamiento represivo a la protesta estudiantil y la violencia del ESMAD nutrió esta insatisfacción, como también el intento del gobierno por descargar nuevas responsabilidades financieras en las universidades públicas. Incuso, la renuencia de la administración universitaria a distribuir los dineros desembolsados por concepto de la implementación del acuerdo de 2018 detonó la ira del estudiantado, por cuanto no fue consultado. Todos estos factores justificaron una movilización permanente que pasó por una asamblea permanente y desembocó en el cierre de la UT.

Al principio, las reivindicaciones no fueron muy claras. Los medios oficiales señalaron como causal de movilización las medidas contenidas en el proyecto de Presupuesto General de Nación. Mientras tanto, otros destacaron como elemento de protesta el infortunio en el proceso de acreditación. De hecho, algunos profesores despistados se atrevieron a menospreciar las incipientes banderas de lucha del estudiantado que despuntaron hacia finales de octubre. Por fortuna, las reiteradas asambleas decantaron los reclamos de los estudiantes. Así noviembre vio florecer un pliego de 7 exigencias y un llamado al diálogo en miras de resolver el conflicto que había brotado en la universidad.

En medio de las tensiones entre estudiantes y profesores, y entre estudiantes y directivos, un diálogo fluyó con el rector y el Consejo Académico. Las 7 exigencias pusieron a hablar a la dirección universitaria en torno a la incidencia del estudiantado en los procesos de reforma institucional (modificación del estatuto general y reforma a la estructura orgánica de la universidad), frente a su intervención en la distribución de los dineros asociados al acuerdo de 2018, sobre su participación a través de los consejos estudiantiles y alrededor de la elección democrática y transparente de autoridades universitarias. Aunque la negativa permanente de la administración no permitió avanzar más, este diálogo condujo a una variación en su agenda, por cuanto le correspondió ceder ante unas exigencias que no quería conceder al inicio.

Entre estas, las directivas se manifestaron en contra de un “congelamiento” de la reforma del estatuto general, pero a última hora optaron por aplazar su aprobación definitiva en 2019. Asimismo, y ante la renuencia a reconocer la incidencia y participación de los estudiantes, la administración le correspondió abrir un espacio para ellos frente a los asuntos financieros y para su reconocimiento en los consejos estudiantiles. En atención a esto, la reforma al estatuto general será efectuada 60 días después del 9 de diciembre del presente año, y fueron creados –vía resolución de rectoría– un comité del estamento estudiantil para el seguimiento financiero de la UT, y un comité de apoyo y coordinación para la construcción de una propuesta de consejo estudiantil.

Sin desconocer las voces críticas de algunos sobre lo logrado, lo cierto es que el esfuerzo de decenas de estudiantes dio un fruto que está por florecer. Los logros de la reciente movilización y la protesta estudiantil abrieron nuevos caminos de lucha y, con esto, nuevos retos. Ahora, le corresponde al estudiantado de la UT canalizar el malestar que los movió en iniciativas presentables, debatibles y ganables en los espacios abiertos. En concreto, ellos tienen 60 días para modificar la reforma al estatuto general que está en curso, así como un espacio de interlocución frente al curso financiero de la UT y un comité que con prontitud diseñe el consejo estudiantil. El momento de las propuestas ha llegado sin olvidar que la acción es una condición para el cumplimiento óptimo de lo acordado.

GUÍA PARA CONFORMAR LOS CONSEJOS ESTUDIANTILES EN LA UT


Los consejos estudiantiles han sido una de las herramientas utilizada por los estudiantes para defender sus derechos e intereses. En tanto forma de organización, han permitido el accionar organizado de los estudiantes, así como su interlocución con los organismos institucionales. Entre estos, los existentes en las universidades y los extrauniversitarios, como las defensorías del pueblo, las alcaldías, las gobernaciones o los movimientos sociales.

En el caso colombiano, sus antecedentes reposan en el gobierno de López Pumarejo, quien intentó consolidar un cogobierno universitario en la Universidad Nacional, así como en la experiencia del estudiantado durante la década del 60 y el 70. Con el fin de contener la ingerencia eclesiástica y posteriormente la penetración norteamericana, los estudiantes ganaron espacios en las universidades a través de estas formas de organización. No obstante, en el marco del gobierno de Turbay Ayala, los consejos sufrieron una especie de ilegalización, por cuanto alentaban a la movilización y la resistencia.

Sin apartarse de esto, los consejos estudiantiles también echaron raíces en la Universidad del Tolima. En los inicios de la universidad, los estudiantes de Ingeniería Forestal constituyeron uno de los primeros consejos. Después lo hicieron otros estudiantes. Como resultado de esto, el estudiantado conformó un consejo superior, el cual interlocutó con la directivas universitarias, negoció pliegos de exigencias y promovió variadas protestas. Lastimosamente, y en consonancia con el panorama nacional impuesto por Turbay Ayala, los consejos no lograron desarrollos hacia finales de los 80 e inicios del 90.

A la fecha, este tipo de espacios estudiantiles no están reglamentados en ninguna normativa. A lo sumo, algunas universidades son las que incorporaron en sus estatutos la existencia de estos organismos, como la Universidad Surcolombiana. De resto, estas figuras han terminado siendo formas organizativas de hecho sujetas a las coyunturas: son conformadas cuando hay una problemática aguda y la participación del estudiantado la requiere, o cuando irrumpe una movilización estudiantil o social de proporciones relevantes.

Empero, en la Universidad del Tolima, la organización del estudiantado está reglamentada en el estatuto estudiantil. El literal ‘i’ del artículo 10 lo establece, ya que los estudiantes tienen derecho a “participar en la organización y dirección de la Universidad, de acuerdo con los estatutos y reglamentos”. Para esto, el literal ‘j’ del mismo estatuto precisa el derecho a organizarse democráticamente.

(…) para lo cual tendrán el apoyo de la Universidad. Sin menoscabo de cualquier otra forma, la Universidad considera como la organización primaria de los estudiantes, la que se origina a partir de la coordinación del conjunto de representantes estudiantiles a todos los consejos de la Universidad (artículo 10).

En este sentido, los representantes estudiantiles al unirse dan origen a un tipo de organización especial, la cual –por lo que dice el estatuto– no puede ser desconocida por la administración universitaria.

El procedimiento para constituir un consejo estudiantil

En atención a la estructura de la universidad y a lo señalado por el estatuto, los consejos podrán constituirse en un programa, en una facultad y con respecto a toda la universidad. En cada programa, los representantes de cada curso junto a su representante ante el comité curricular son quienes conformarían el respectivo consejo. A nivel de facultad, los consejos de cada programa junto a los electos al Consejo de Facultad son quienes constituirían el correspondiente organismo. Con respecto a toda la universidad, los representantes electos a los Consejos de Facultad, al Comité Directivo del IDEAD, al Consejo Académico y al Consejo Superior son quienes soportarían el Consejo Superior Estudiantil.

El proceso de constitución es sencillo. A nivel de programa, una asamblea es suficiente para lograrlo legítimamente. Lo único que se requiere es de un acta en la cual se formalice el consejo estudiantil, así como de un listado de firmas de los estudiantes quienes participaron en la reunión y que por obvias razones avalan la conformación del organismo. A nivel de facultad y a nivel general el procedimiento es similar: con un acta constitutiva es necesario para formalizar el respectivo consejo.

Vale la pena destacar que, de conformidad con las condiciones de cada facultad, los representantes podrán hacer la constitución del consejo de cara a los estudiantes en una asamblea. De esta manera, el organismo y quienes lo integran gozarán de mayor legitimidad. En este ultimo caso, un acta también es importante, por cuanto sintetiza el sentir del estudiantado respecto a la conformación del organismo.

A nivel general, el consejo será el resultado de un acuerdo de todos los representantes electos. Ellos, como no pueden ser una rueda suelta en la dinámica del estudiantado, les corresponderá refrendar su constitución ante los consejos estudiantiles de facultad. Así, y por medio del acta correspondiente, validarán su legalidad.

El sentido último de los consejos estudiantiles

Con el fin de mantener la independencia y evitar que los directivos manipulen a los representantes, el consejo constituye la única salvaguarda. De este modo, los representantes obedecerán a unos criterios colectivos y no a su criterio personal o el de otro. En otras palabras, la incorporación de la representación estudiantil con el diario vivir de los estudiantes, en este caso con los representantes de los cursos o programas, garantiza la independencia y una voz propia en los espacios donde se toman las decisiones. Por esto, un consejo tiene sentido en la medida los estudiantes rodeen, acompañen y orienten el papel de su representante estudiantil.

LA ADMINISTRACIÓN Y LAS ELECCIONES DEL 27, 28 Y 29 DE SEPTIEMBRE


La Universidad del Tolima asiste a un nuevo proceso electoral. Tras una larga temporada sin elecciones de representantes estudiantiles, la administración optó por convocarlas luego de la presión ejercida por el estudiantado. Aunque a la fecha el grueso de los estudiantes no conoció sus pormenores, el proceso ha seguido y aspira a llegar el próximo 27, 28 y 29 de septiembre a un puerto: la votación. El problema es que esta dinámica ha transitado en medio de unas anomalías sospechosas por parte de la administración universitaria de la UT.

Por ejemplo, a la fecha, el monto destinado para realizar las campañas no ha sido desembolsado. El anuncio sobre un posible rubro terminó siendo una quimera, porque no se ha hecho tangible. Incluso, todo indica que su legalización estará por fuera del alcance de los candidatos, ya que los requisitos que están exigiendo son peores que los solicitados para una campaña electoral convencional.

El tarjetón ha sido otro pendiente. Después de la reunión del 30 de agosto a la que asistieron la mayoría de candidatos, la dirección se comprometió a poner a circular el formato del tarjetón días después. Al día de hoy, no hay tarjetón, ni siquiera un esquema de la hoja que tendrán que marcar los estudiantes.

La publicidad de las candidaturas no fue diseñada por la administración, tal y como se comprometió: ni siquiera con las fotografías que solicitaron para efectuar el proceso de inscripción realizaron una imagen publicitaria que diera a conocer los candidatos. Por ejemplo, en las facultades exceptuando la de Ciencias básicas no ha circulado una imagen publicitaria de quienes están candidatizados como representantes estudiantiles a los consejos.

Los medios institucionales han estado al margen de la dinámica electoral. En vez de garantizar una circulación de información encargada de ambientar el proceso, el correo institucional y UT Medios no ha dedicado una nota significativa a informar acerca de las elecciones y sobre los candidatos. Al respecto, los estudiantes del CAT de Kennedy (Bogotá) pueden dar fe de esto, así como quienes estudian en el CAT de Medellín y el de Popayán, porque manifestaron un desconocimiento sobre el proceso.

La firma del pacto “por unas elecciones pacificas y transparentes” terminó siendo una trampa, porque no comprometió a la administración. De hecho, su pretensión ha quedado opacada al no actuar en contra de la campaña sucia contra las planchas de presencial. En los CAT de Ibagué, al igual que en los de Cundinamarca y Medellín, algunos candidatos de distancia y sus simpatizantes han parcializado al estudiantado señalando que “los de presencial no harán nada por distancia, por lo cual no hay que votar por ellos”. Además, esta parcialización se ha enfatizado más cuando los directores de los CAT han intervenido, como ocurrió en los CAT de Ibagué o el del Tunal (Bogotá), donde su directora declaró “no podemos dejar que presencial gane las elecciones al superior, porque no harán nada por los de distancia”; o como ha pasado en Neiva y Mocoa, donde la presencia del director del IDEAD ha sesgado la intención de voto de los estudiantes. Incluso, esta ausencia de transparencia se ha expresado en una negativa por parte de los directores de los CAT (entre estos los del Tunal) para adelantar el respectivo saloneo y la presentación de las propuestas ante los estudiantes.

En este marco, vale la pena destacar que la dirección universitaria pretende efectuar el conteo de votos días después de la votación. Lo lógico sería que cada mesa, una vez finalizada la jornada diaria de votación, presente un reporte público que garantice la mayor suma de transparencia. ¿Qué tal que sospechosamente se refunda uno que otro voto o que aparezcan de más? ¿Quién y cuál es la logística que asegurará la custodia de las urnas durante los días previos del conteo?

Como si fuera poco, los testigos electorales los pretende designar la administración universitaria. Se supone que un testigo es quien no siendo parte del andamiaje encargado de garantizar el proceso vela por su normal curso. Así que otros pueden cumplir esta función desde que voluntariamente se postulen y la acepten o desde que los candidatos destaquen a quienes consideren. Al contrariar esto, la designación por parte de la administración vicia el proceso.

Para cerrar, y en miras de la legalización de los recursos de la campaña, la dependencia de la UT encargada está solicitando certificados de asistencia de cada uno de los CAT donde las planchas han ido. ¿Cómo harán las de presencial con directores que les han hecho contracampaña y les niegan el ingreso a los salones? ¿Será posible que la directora del CAT del Tunal emita el certificado correspondiente?

Con todas estas dilaciones, presuntas negligencias y obstáculos el único beneficiado es la administración universitaria. Da la impresión que su interés es obstaculizar el proceso de tal manera que sea necesario reconvocarlo o brindar las condiciones necesarias para que sus aliados sean los que ocupen estos espacios. En definitiva, la dirección universitaria se está rajando, porque no está salvaguardando un ejercicio democrático en atención a los principios establecidos por el Proyecto Educativo Institucional de la universidad.