RECTORÍA: QUÉ PASÓ CON LAS GARANTÍAS
El viernes 30 de agosto, la administración universitaria de la UT asignó los números con los que serán reconocidas las candidaturas estudiantiles al Consejo Superior, al Consejo Académico, al IDEAD y a las facultades; asimismo, especificó los montos con los que contarán algunas de estas planchas con el fin de socializar sus propuestas; en otras palabras, correspondió con los mínimos necesarios para echar a andar un proceso pospuesto en varias oportunidades.
Aunque la administración consideró estas acciones como parte de “las garantías para que este proceso sea transparente, democrático y participativo”, el presente evidencia otra situación. A la fecha, es decir a menos de tres semanas de las elecciones de representantes estudiantiles, los muchachos de la UT no conoce a los candidatos. Al Consejo Superior y al Consejo Académico las planchas que suenan son ruidos periféricos en el campus universitario, sobre todo en presencial. Incluso, en las facultades el panorama no es diferente: los estudiantes tampoco distinguen a quienes postularon su nombre para fungir como representantes estudiantiles.
Este desconocimiento juega en contra de cualquier espíritu democrático. Al obstaculizar la participación, solapa la importancia de la acción documentada de los llamados a tomar parte en una comunidad. De hecho, el desconocimiento frustra el ejercicio de la autonomía universitaria, en la medida en que mantiene al margen de las decisiones claves a uno de los estamentos que le da vida a la academia. En definitiva, el desconocimiento del proceso, sus candidatos y las propuestas contraria la democracia como principio de la UT.
Una de las formas de remediar esto es haciendo efectivo y con prontitud el monto asignado a cada plancha. Con este aporte, los candidatos podrán aproximar sus ideas al estudiantado y acercarse a quienes no están en la sede central de la UT. Sin embargo, la cuantía será insuficiente para lograr este cometido. Por esto, la administración le corresponde hacer un esfuerzo adicional en correspondencia con los principios consignados en el Proyecto Pedagógico Institucional (PEI).
Por ejemplo, la UT cuenta con el correo institucional de todos sus estudiantes, ¿Por qué la administración ha tardado en emplear estos medios para dar a conocer las candidaturas al Consejo Superior, el Consejo Académico, el IDEAD y las facultades? Desde hace algún tiempo, el portal UT Medios ha producido una serie de materiales audiovisuales destacando la trayectoria y aporte de algunos profesores, ¿Por qué la administración se demora en explotar esta opción como forma de ambientar la participación del estudiantado dando a conocer las propuestas de los candidatos? ¿Por qué la dependencia o funcionario encargado ha demorado en convocar al debate público a los candidatos? ¿Qué pasa con la diligencia de la dirección universitaria a la hora de promover la participación documentada cuando el tiempo del proceso de elección de representantes es corto?
Las garantías no son una serie de declaraciones al aire, son acciones fehacientes que contribuyen –en este caso– con el proceso de elección de representantes estudiantiles. El desconocimiento acerca del procesos urge remediarlo con prontitud. De lo contrario, el estudiantado asistirá, una vez más, a un simulación en la que unos pocos son los que deciden por todos. Lo peor de todos es que los victoriosos son quienes terminan, en razón a un mecanismo de participación amañado, ganando los estrechos espacios desde los cuales los estudiantes pueden denunciar, resistir y proponer.
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